En tierra extraña

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Fernando Gracia. Una nueva exquisitez alejada del cine convencional llega a nuestras pantallas para solaz de los aficionados, que algunos quedan/quedamos. Eso sí, a un solo pase y seguramente por una única semana. Lógico, cuando ni siquiera muchos de ellos tendrán previsto acercarse a verla.

De producción germano-austriaca-búlgara, “Western” no es una película que se desarrolle en la América del siglo XIX, ni hay tiros, persecuciones, cabalgadas y todo lo que se suele relacionar con género tan cinematográfico.

De hecho la trama transcurre en Bulgaria, cerca de la frontera con Grecia, en una zona más bien pobre y en nuestros días. Una cuadrilla de trabajadores alemanes ha llegado para realizar una obra hidráulica de la que apenas se dan explicaciones.

Los lugareños del pueblo cercano les acogen entre la curiosidad y la hostilidad. En un principio parece que la trama va a centrarse en lo relativo al trabajo a realizar y la relación con el pueblo, pero pronto se centra en la figura de uno de los trabajadores, Meinhard, un tipo duro con cara de haber vivido mucho.

Este hombre del que solo se sabe que estuvo en la legión extranjera, será el único que intente confraternizar con los habitantes del pueblo. El sencillo pero a la vez complejo guion nos muestra pequeñas anécdotas surgidas en esa convivencia, donde caben de forma sutil referencias a Europa, el aire de superioridad, la situación del país búlgaro, el caciquismo, la masculinidad y unas cuantas más que el espectador atento puede ir apreciando si es capaz de penetrar en la propuesta que la directora Valeska Grisebach nos ofrece.

¿Está justificado el título, que a más de uno puede equivocar? Pienso que sí: a su manera el filme es un western. Tenemos un tipo solitario del que apenas conocemos nada de su pasado, con aspecto de haber dejado mucha vida atrás, duro pero amable, impasible, amante de los caballos, preparado para la lucha, sin ataduras, que está en un lugar determinado como podría estar en otro, que en el fondo anda buscando cierta estabilidad… Qué otra cosa son tantos y tantos héroes de películas del oeste que hemos visto.

Añádase que la acción transcurre al aire libre, en paisajes naturales con cierto toque agreste, a que hay caballos y la masculinidad se hace notoria constantemente y ya tenemos los ingredientes de cualquier película del género.

Pero la directora acaba jugando con el espectador y nos ofrece un final diferente al convencional tras haber preparado la trama para que sí lo fuera. Un final abierto que puede desconcertar pero que resulta totalmente coherente y al hilo del interés de la autora de hacer una película ciertamente original.

Según parece es la primera película de Meinhard Neumann como actor. Hasta le han respetado su nombre propio para el personaje. Con un perfil a lo Jack Palance, su rostro refleja perfectamente el misterio de su personaje, componiendo una soberbia actuación.

Las lenguas que se hablan son fundamentales en el guion, al reflejar las dificultades de entendimiento entre las personas, aunque ello se puede obviar con buena voluntad. Película imposible de doblar, por lo que con plausible criterio solo se exhibe en versión original.

No estamos ante una película comercial ni fácil de apreciar en su aparente simplicidad, que en el fondo es más bien complejidad. Pero película que los amantes de lo poco convencional no pueden perderse. Hay que hacer un pequeño esfuerzo de agenda, ya que como digo solo hay un pase. Pero estimo que merece la pena. Luego no nos quejemos.

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