Alejandro Novella. Se nos viene el mundo encima y ni siquiera levantamos los brazos. Atendemos a manifestaciones críticas y doloras que nos invaden estemos donde estemos. Por eso, me gustaría romper una lanza por los medios de comunicación, pero me faltan fuerzas para levantar tanto peso. Estamos ya acostumbrados a lo que nos dicen, ni siquiera ofrecemos resistencia. No todo tiene que ser narrado de la misma forma, las distintas versiones de aquello que contamos construyen esa realidad tan ansiada por el periodismo puro. Son muchos años estudiando la profesión, y tan pocos segundos bastan para reflejar la utópica objetividad.
Hay que romper moldes y empezar por concienciar. Esta vez hay que mostrar la faceta que muchos se empeñan en esconder. Dejemos de lado lo pesimista, una nueva corriente va a llegar y pretende quedarse. Hagamos un ejercicio de algo muy americano y que está de moda como es el coaching. Dame algo bueno, no me llenes de impedimentos para algo que aún no empecé a hacer. Las noticias se merecen padrinos que las traten con cariño, que sepan dosificarlas, no todo gira entorno a un mal general, se trata de sacar lo bueno de lo real.
Alguien dijo una vez que “el pesimista es un optimista bien informado”, solo que no estaba en lo cierto. Uno no es optimista cuando le viene algo encima, sino que pasa a serlo en el momento que decide enfrentarse a esa verdad. Sé capaz de elegir qué camino quieres tomar. Para ello, si nos dedicamos a motivar antes que mostrar todo desde un prisma nada ilusionante, la respuesta favorecerá las ganas por comerse el mundo que tanto anhelamos al salir de la escuela. Esa ingenuidad infantil que echamos de menos y la aparcamos en el rincón de la nostalgia. Esa que nos hacía arrancar los motores cada mañana para aprovechar al máximo el día. En esos días pasados donde no había filtros negativos como los que ahora usamos para vestirnos, y por los que si hay alguien que se desnuda le tachamos de loco. Una locura que espero que no sea transitoria. Hay que aprender a valorar lo que nos espera.
Ya conocemos todo lo malo que nos trae el mundo, no nos obsesionemos con ello. Sepamos apreciar lo bueno de las cosas que a veces salen a la luz. La felicidad no es propiedad del ignorante, sino de aquel que sabe buscar bien. Las noticias no son sinónimo de ‘sucesos’ sino de plasmar una sociedad concreta y sin bañarlo todo en tintes dramáticos.
Deberíamos considerar que el público que nos lee, escucha o ve, es alguien vulnerable y con sentimientos que en definitiva es lo que crea a la persona. Es en este sentido por lo que el economista y reconocido conferenciante Emilio Duro lo tiene claro. Las quejas no bastan, la receta consiste en aunar todos los pensamientos positivos y que sean estos los que nos complementen en la vida. Una actitud sin carga negativa ayuda a mejorar la productividad. El cerebro necesita de buena gasolina para funcionar y, si le ponemos pensamientos desagradables se cala.
Haruki Murakami, el gran escritor japonés, dijo una frase que tiene relación con todo lo que sucede en la actualidad de los medios: “Las buenas noticias, en la mayoría de los casos, se dan en voz baja”. Por tanto, hagamos en esfuerzo en levantar la voz y hacer saber que las noticias pueden ir de la mano de la positividad. Estamos en una nueva dirección y ahora es decisión nuestra que camino tomar.