Patricia Monterroso. Desde que el Gordo se reparte cada 22 de diciembre los españoles damos por iniciada oficialmente la Navidad, unas fechas de alegría para unos pero de gran tristeza para otros tantos. Días festivos en los que muchos se reúnen alrededor de la mesa para celebrar la Navidad, y aunque algunos vuelven a casa “como el turrón”, otros sienten la ausencia de seres queridos. “A menudo generamos unas expectativas muy elevadas que difícilmente se cumplen lo que provoca que la Navidad nos deprima”, explica la psicóloga Begoña Anguiano.
La depresión de Navidad es un síndrome caracterizado por un estado de ánimo melancólico causado por la obligación impuesta de hacer esfuerzos de convivencia con las que en muchas ocasiones no estamos de acuerdo. Y ya que tenemos esa obligación social “nosotros mismos nos creamos unas expectativas que, al no cumplirse, nos deprime aún más. Por ejemplo, a la hora de la cena nos decimos a nosotros mismos que todo irá muy bien, que no habrá ningún problema, que todo será amor y felicidad, y de pronto una riña familiar rompe nuestras esperanzas y nos invade la depresión”, comenta Anguiano.
Pero nuestra filosofía es la de disfrutar, buscar el lado bueno a las cosas y, sin duda, la Navidad tiene muchos factores positivos. Cierto es que la mayoría de nosotros echaremos en falta a algún ser querido pero, aconseja la psicóloga, “centrémonos en recordar aquellos momentos gratos, aquellas Navidades que pasamos junto a ellos que fueron felices”. No renuncies a revivir en tu mente unos tiempos que fueron felices.
Y sí, las Navidades pueden parecer consumistas imponiéndose la obligación de comprar comida y bebida en abundancia, buscar regalos, pensar si acertaremos o no, quémodelito luciremos en Nochevieja… todos factores de estrés que también pueden llevarse con una gran sonrisa. Para Begoña Anguiano el secreto está en “no dejar todo para el último día si no que, aunque nos parezca peor, es mejor ir haciendo pequeñas compras diarias y, para los más indecisos, hacer una lista con todo ordenado y detallado lo que les ayudará a salir airosos de un momento que, a priori, puede resultar frustrante”.
Y aunque es menos frecuente entristecerse cuando acaban las Fiestas “puede ocurrir a quien le gusta mucho la Navidad, al igual que sucede cuando acaba el verano, por ejemplo. Y es que acostumbrarse a lo bueno (estar con los nietos, con los hijos…) es fácil. Pero esto no es muy normal pues las fiestas navideñas tienden a bajar el ánimo, principalmente de quienes tienen familiares lejanos, sobre todo ahora que tantos españoles han tenido que emigrar”, apunta Anguiano.
En definitiva, “actitud positiva frente a una cena incómoda, ya que solo son una vez al año, recordar a los familiares no porque ya no están sino porque algún día disfrutamos de la Navidad junto a ellos y no dejar nada para el último día”, tres pequeños consejos de la psicóloga que nos ayudarán a disfrutar de estos días de Navidad con una gran sonrisa en el alma.