Cristina Pérez. Actualmente es extraña la familia española que no prepara cuidadosa y meticulosamente su recipiente de doce uvas para cada uno de los asistentes en la cena de Nochevieja. Y, en los doce segundos previos a las doce la noche, todos se reúnen frente al televisor tomando cada uva al ritmo del sonido del reloj. Pero, ¿de dónde viene esta tradición?
Existen dos explicaciones para esta misma realidad. Por un lado, la historia se remonta a final del siglo XIX cuando la clase burguesa comenzó este ritual, concretamente en Madrid, hasta luego extenderse al resto de España. Las familias acomodadas comenzaron, de forma espontánea, a tomar champán y uvas en Nochevieja y, después, un grupo de madrileños decidieron ironizar esta tradición acudiendo a la Puerta del Sol para llevar a cabo este proceso sin saber la repercusión que tendría años más tarde.
La otra teoría, quizás más extendida, se remonta al año 1909, momento en el hubo muy buena cosecha de uva, provocando que los productores decidieran ofrecer este producto como un alimento de la buena suerte. Así, la relación entre las uvas y la suerte se ha ido trasladando con el paso de los años y en la actualidad muchas personas asocian las uvas a la abundancia. El ritual marca además que, con cada uva, hay que pedir un deseo.
Sea como fuere, el rito de las doce uvas está más que asentado en nuestro país y esta noche del 31 de diciembre la mayoría de los zaragozanos terminarán 2014 y comenzarán el nuevo año con este alimento en el paladar.