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Edgar Moya, investigador zaragozano en Bruselas: “Existen diferencias entre la investigación belga y la española”

Edgar junto a dos amigos frente al Atomium de Bruselas.
Edgar Moya junto a su familia.
Edgar Moya junto a su familia. / Foto: Edgar Moya

Marta Plano. / Hace nueve años Edgar dejó atrás su Zaragoza natal para comenzar una nueva vida en Bélgica, apostando por un futuro más próspero en el mundo de la investigación. Hoy sabe que su decisión fue acertada, pues este país le permitió, como ocurre en tantos casos en la actualidad, encontrar un trabajo digno acorde a su preparación y perfil y también formar una familia.

Actualmente Edgar trabaja en la Universidad Libre de Bruselas (ULB), una universidad francófona. Su labor se desarrolla en el departamento Technology Transfer Office (TTO), el equivalente a las oficinas OTRI (las Oficinas de Transferencia de Resultados de Investigación) de las universidades españolas.

El objetivo de la oficina TTO en la que trabaja Edgar es transferir a la sociedad los resultados de la investigación que se realiza en la Universidad Libre de Bruselas, un fin que generalmente se cumple mediante la explotación comercial. Entre las tareas de esta oficina destacan la protección de la propiedad intelectual, los contactos con empresas, el montaje de proyectos de investigación aplicada, los contactos con los actores regionales de la innovación (incubadoras, administraciones publicas, agrupaciones de empresas, ..) o la pre-incubación y lanzamiento de Spin-Offs.

 

Edgar acompañado por su hija y una familiar frente al Grande Place de Brusalas.
Edgar acompañado por su hija y una familiar frente al Grande Place de Brusalas. / Foto: E.M.

– ¿Por qué motivo decidiste trasladarte a Bélgica?

En su momento quería tener una experiencia internacional después de haber estado de Erasmus en Viena. Además quería aprender francés y Bruselas es una ciudad francófona donde además puedes trabajar y vivir en inglés. Esto me permitió encontrar un trabajo a la vez que aprender el Francés.

– ¿Cuál fue tu primera impresión del país?

La verdad es que me sorprendió bastante el carácter de la gente, bastante más próximo al nuestro que el de otros países de la zona como Alemania y Holanda.

Sin embargo lo que más sorprende de Bruselas es su carácter internacional. Por las calles escuchas gran variedad de lenguas. Las comunidades más presentes son los italianos, marroquíes, españoles, congoleses, portugueses, brasileños, polacos, turcos, griegos … Se calcula que el 30 % de la población de Bruselas es extranjera o de origen extranjero.

Edgar Moya junto a su familia y amigos.
Edgar Moya junto a su familia y amigos. / Foto: E. M.

– ¿Cómo son los belgas? ¿Es fácil tratar con ellos?

Yo diría que son gente bastante abierta y que es fácil interactuar con ellos. Sin embargo, establecer una relación de amistad no es tan sencillo. Imagino que al final los extranjeros acabamos relacionándonos más entre nosotros

– La oficina de la universidad en la que trabajas se dedica a garantizar que los resultados de las investigaciones se transfieran a la sociedad. ¿Qué resultados de investigaciones recuerdas o te han llamado la atención por ser especialmente útiles para la sociedad?

Durante el tiempo que yo he trabajado en esta oficina hemos lanzado varias Spin-Offs, entre ellas una que comercializa un contador de consumo energético inteligente que permite medir el consumo energético por separado de cada aparato electrónico de una casa o edificio. Más información sobre esta Spin-Off.

Otra de ellas propone un software basado en videojuegos para ayudar a rehabilitar a personas discapacitadas. Más información sobre esta Spin-Off.

Edgar, a la izquierda de la imagen, junto a sus compañeros de trabajo de la universidad.
Edgar, a la izquierda de la imagen, junto a sus compañeros de trabajo de la universidad. / Foto: E. M.

– ¿Se parecen la investigación universitaria belga y la española?

Yo veo algunas diferencias. En lo que yo recuerdo de mi paso por la universidad de Zaragoza, en el CPS (Centro Politécnico Superior) se hicieron unas inversiones en edificios y equipamientos que aquí no se han hecho. Y en ese sentido aquí se ven unos edificios que no se han renovado en 40 años.

Por el contrario, aquí los investigadores, aunque no tienen asegurado ni mucho menos el puesto de trabajo, pues también se trabaja principalmente por proyectos, están en una situación de menor precariedad salarial. Las dotaciones para los becarios doctorales y los contratos de investigación son mucho más altas que en España.

– ¿Qué echas de menos en la investigación española con respecto a la belga?

Una de las grandes diferencias entre los dos sistemas, a mi juicio, es que en Bélgica hay un mayor grado de internacionalización, tanto en participación en programas europeos como en el origen internacional de una gran parte del profesorado. Por otro lado es normal, Bélgica es un país pequeño muy internacionalizado y la investigación universitaria no es una excepción.

Otra diferencia es la inversión en proyectos de investigación, bastante mayor en Bélgica.

Edgar junto a dos amigos frente al Atomium de Bruselas.
Edgar junto a dos amigos frente al Atomium de Bruselas. / Foto: E.M.

– Cuando estudiabas, ¿pensabas que terminarías encontrando trabajo en el extranjero?

La verdad es que siempre quise trabajar en el extranjero una temporada. Lo que nunca pensé es que se alargara tanto el tema. La crisis en España ha frenado a muchas personas como yo en su intención de regresar.
– ¿Qué te gusta hacer en tus ratos libres?

Cuando tengo un ratito intento practicar algún deporte aunque por desgracia el clima no permite practicar muchos deporte al aire libre. Desde que estoy aquí me he aficionado a ir a escalar al rocódromo, al squash, a la natación, etc. También me gusta la fotografía, de hecho estoy haciendo un curso ahora mismo, y cuando puedo intento ir al teatro o a algún espectáculo o concierto.

– ¿Qué es lo mejor que te ha pasado en Bélgica?

El nacimiento de mi hija Carlota.

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