Reconstruido por primera vez en 3D el interior del cráneo de un dinosaurio hadrosáurido europeo
Redacción./ El interior del cráneo del dinosaurio hadrosáurido europeo, descubierto y excavado en Arén (Huesca) en la década de los 90 por el grupo Aragosaurus-IUCA de la Universidad de Zaragoza, ya no es un misterio. Ahora se conoce su encéfalo, nervios e incluso el oído interno, gracias a los datos obtenidos en la primera reconstrucción 3D que se ha realizado al cráneo de este ejemplar, depositado en el Museo de Ciencias Naturales del campus público aragonés.
La revista científica PeerJ acaba de publicar el resultado de este trabajo internacional sobre la primera descripción de la cavidad cerebral del hadrosáurido lambeosaurino de Europa, el Arenysaurus ardevoli, en colaboración de expertos de la Universidad de Río Negro-Conicet (Patagonia, Argentina) y el Institut Catalá de Paleontología de Sabadell.
Las imágenes obtenidas han permitido confirmar la correcta clasificación de esta especie –de la subfamilia de los lambeosaurinos dentro del grupo de los hadrosaurios o dinosaurios «de pico de pato»–, caracterizados por una gran capacidad cerebral, con unos bulbos olfatorios muy desarrollados. En concreto, los resultados indican que Arenysauruscontaba con unas capacidades de vista y olfato muy desarrolladas, que le permitía estar muy bien adaptado a las condiciones en las que vivía en las islas del archipiélago europeo a finales del Cretácico.
Las imágenes también han revelado algunas características únicas de esta especie que podría mostrar un proceso inicial de enanismo. Este hecho estaría relacionado con la condición de insularidad que vivió a finales del Cretácico, cuando la actual Europa era un conjunto de islas que formaban un archipiélago. En condiciones de aislamiento, en las que los recursos alimenticios suelen ser escasos y hay baja depredación, las especies tienden a ser más pequeñas que sus homólogas del continente para maximizar la eficiencia energética.
De esta forma, Arenysaurus podría representar el primer caso de un proceso inicial de enanismo por insularidad en un dinosaurio. En este sentido, José Ignacio Canudo, investigador principal del grupo Aragosarusu-IUCA, y director del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza, explica que “en las islas europeas del final del Cretácico se han registrado casos de enanismo, pero hasta ahora en la península Ibérica no se había documentado ninguno. Con estos nuevos datos, se observan estructuras craneales que indican evoluciones hacia estructuras más pequeñas. Por tanto, sería una de las primeras familias de dinosaurios en que se inició el proceso de enanismo craneal que, posteriormente, se evidenció en hadrosáuridos en Europa”.
Otras estructuras como el oído interno muestran ligeras diferencias que se produjeron en el grupo de los ornitópodos y que habrían influido en su comportamiento, en su forma de interactuar con el medio y con otros animales, que en el caso de Arenysaurus podría estar reflejando las condiciones en el archipiélago europeo donde vivía.
Conservación excepcional del cráneo
Este dinosaurio, excepcionalmente, conserva el cráneo fusionado y sin deformar, lo que permitió realizarle una tomografía computarizada en el tomógrafo industrial de la Universidad de Burgos.
El empleo de técnicas médicas para el estudio de restos fósiles es una práctica habitual en los últimos años. Un ejemplo de estas tecnologías es la tomografía axial computarizada (TAC) en la que se obtienen múltiples imágenes de cortes o secciones por rayos X de un cuerpo u objeto al rotar alrededor del él. Esta técnica permite realizar recreaciones virtuales de los tejidos blandos, de los que sólo se conserva la impresión tras la fosilización. En cráneos de dinosaurios esta técnica está esclareciendo numerosas dudas, al poder estudiar estructuras internas como es el cerebro, patologías por enfermedades o roturas y las estructuras de reparación ósea, etc.
La preparación del cráneo de Arenysaurus la realizó Paleoymás con el respaldo de la Dirección General de Patrimonio de la DGA y la Diputación Provincial de Huesca. El estudio ha estado parcialmente subvencionado por la Universidad de Zaragoza y el IEA