Cristina Pérez. / La falta de oportunidades profesionales dentro del sector del I+D en España llevó al zaragozano Anchel González a trasladar su residencia a Holanda hace seis años. Allí se encuentra terminando su doctorado y trabaja, además, para una empresa privada.
Anchel comenta que el balance general de su experiencia en Holanda es positivo aunque nunca ha sentido estar ‘como en casa’, por lo que afirma que le gustaría plantearse su regreso a España a medio plazo, confiado en ampliar su currículo científico y esperanzado de que las cosas en nuestro país mejoren.
El investigador zaragozano percibe comportamientos muy diferentes entre españoles y holandeses. Él se decanta sin duda por el carácter español, aunque asegura que prefiere quedarse con los aspectos positivos de la forma de ser de los habitantes de su actual país como, por ejemplo, su puntualidad, formalidad y nobleza.
-¿Cuál fue el motivo del traslado de tu residencia a Holanda?
-Al terminar la carrera fui a estudiar un máster a Londres. Como no encontré muchas opciones en España cuando volví, me decidí a probar suerte en el extranjero otra vez. Finalmente acepté unas prácticas en una empresa farmacéutica en Leiden (Países Bajos) y, tras terminarlas, me ofrecieron empezar un doctorado en la universidad de Nijmegen, al este del país, para buscar tratamiento para una enfermedad muscular.
-¿Te sientes uno de los tantos jóvenes aragoneses (y españoles) sobrecualificados que se ven en la obligación de vivir en el extranjero para poder aplicar toda su formación y conocimientos?
-Sí, seguramente me hubiera quedado en España si hubiera encontrado buenas opciones de trabajo.
-¿Cómo fue tu proceso de adaptación en Holanda?
-Al principio fue duro, la primera vez que llegué (en enero) todos los canales de la ciudad estaban congelados, con temperaturas de 10 grados bajo cero… No me costó mucho tiempo darme cuenta de que prácticamente no iba a ver el sol. El cielo está casi siempre cubierto de nubes y las noches en invierno son larguísimas. El horario comercial termina sobre las 5 de la tarde, por lo que cuando sales de trabajar ya está todo cerrado, y las calles desiertas, con todo el mundo en casa. Eso, viniendo de Zaragoza, ¡es obviamente duro! A la comida, excepto por sopa (que como a mí, a los holandeses les encanta), me ha costado mucho adaptarme también. Su gastronomía (que en muchos casos se reduce al sandwich) no tiene punto de comparación con la nuestra. Cuando vuelvo a Zaragoza me encanta entrar en el supermercado solo para llenarme de los olores y la variedad de alimentos que tenemos.
-¿Cómo definirías tu vida en tu nuevo país de residencia?
-La verdad es que todos estos años he estado muy centrado en mi investigación. Sacar un doctorado en Holanda es muy exigente, no puedes graduarte hasta conseguir un cierto número de publicaciones, por lo tanto hay que dedicarle mucho trabajo. Por otro lado, he conocido y he hecho gran amistad con gente muy interesante, de muchos países distintos. También he conocido aquí a mi novia, que es mexicana y estudia el doctorado en la misma Universidad. En general, la experiencia ha sido positiva, pero nunca me he sentido en casa y siempre he tenido la sensación de que estaba aquí de paso, para conseguir mi doctorado y luego irme a otro sitio.
-¿Podrías ampliarnos la información sobre tu objeto de estudio?
-La empresa para la que trabajo se dedica a la investigación de enfermedades genéticas raras (denominadas ‘huérfanas’) para las que no existe tratamiento. Su principal objetivo es la distrofia muscular de Duchenne, pero también investigan otras patologías como la enfermedad de Huntington o la distrofia miotónica. Cuando terminé las prácticas estaban interesados en avanzar sus investigaciones en distrofia miotónica y, por ello, me mandaron a Nijmegen a empezar mi doctorado en el grupo de Bé Wieringa, una eminencia en el estudio de esta enfermedad. Allí me puse a investigar la posible aplicación de unos compuestos llamados nucleótidos antisentido, desarrollados por mi empresa. Nos pusimos a diseñar compuestos de este tipo para intentar silenciar la mutación que produce la enfermedad. Mi trabajo todos estos años se ha basado en la investigación de nucleótidos antisentido en células y modelos de Distrofia Miotónica.
-En comparación con España, ¿en qué situación se encuentra el mundo de la investigación en Holanda?
-La investigación en Holanda se encuentra en una situación mucho más avanzada que en España, tanto en el ámbito académico como privado. Ya era así antes, pero la diferencia se ha acentuado especialmente desde la aplicación de los recortes del Gobierno.
-En Holanda estás en pleno doctorado y, además, trabajas en una empresa farmacéutica, ¿fue fácil insertarte en el mercado laboral en Holanda? ¿Conoces cuáles son los datos de paro holandeses?
-Insertarme en mi caso fue relativamente fácil porque pude quedarme en la misma empresa donde hice las prácticas. Supongo que encontrar trabajo partiendo de cero puede ser algo más difícil, pero hay muchas oportunidades y demanda de gente cualificada. La tasa de desempleo está actualmente en torno al 7%. Es irónico ver su preocupación por el aumento de esta cifra, que antes de la crisis, en 2009, era solo del 3% y ha estado siempre rondando el 4%.
-¿Qué te llena más: la investigación académica o el trabajo profesional en empresas de tu ámbito de conocimiento?
-He tenido la suerte de poder compaginar ambas durante todos estos años. El nivel y la calidad científica no dependen tanto del ámbito académico o privado, hay laboratorios buenos y malos en ambos sectores. Solo tienes que saber elegir con cuidado… En lo que se refiere al modo de trabajo, eso sí es muy distinto. En la Universidad tienes más libertad científica y normalmente llevas a cabo proyectos más a largo plazo. En la empresa se trabaja de una manera mucho más orientada a conseguir objetivos inmediatos, que pueden cambiar mucho dependiendo de las prioridades de cada momento. Siempre se admiten sugerencias y nuevas ideas (por lo menos en Holanda), pero al fin y al cabo debes seguir las instrucciones de tu jefe. En mi opinión, me gusta más el modo de trabajar en la Universidad. Está más orientado a publicar tu trabajo, que en el fondo es lo que todo investigador quiere. Sin embargo, si esas publicaciones no llegan por algún motivo, puede ser difícil encontrar nuevas becas con las que seguir investigando. En ese sentido, el sector privado puede darte algo más de estabilidad. Por otro lado, en el ámbito biosanitario, son siempre las empresas farmacéuticas las que tienen los recursos y capacidad de desarrollar la producción, ensayos clínicos y comercialización necesarios para hacer llegar nuevos medicamentos a los pacientes. Así que, si quieres participar en ese proceso, definitivamente debes ir al sector privado.
-¿Cómo son los holandeses en comparación con los españoles?
Es evidente que no se puede generalizar porque aquí, al igual que en España, puedes encontrar gente de todo tipo. Sin embargo, la mayoría tienen un carácter mucho más frío, incluso a veces poco amigable. También son mucho más celosos de las normas. Yo intento incorporar a mi carácter lo mejor de ellos, y criticar lo que no me gusta. Por ejemplo, hay que reconocer que son gente muy noble y justa, a los que nunca se les pasa una cita y siempre llegan puntuales. Además, siempre cumplen con lo que dicen que van a hacer y valoran tu trabajo cuando lo haces bien. Ésas son características que no veo reflejadas en muchos españoles. Por otro lado, estoy convencido de que los españoles tenemos mejor sentido del humor y somos mucho más prácticos para algunas cosas.
-¿Qué percibes que opinan los holandeses de nuestro país, España?
-Creo que hasta ahora había una percepción negativa de los españoles, y en general del sur de Europa y los latinos. Se nos consideraba vagos y poco serios. Sin embargo, si se puede sacar algo positivo de la emigración de los españoles de mi generación es que, en mi opinión, está sirviendo para cambiar esa imagen. Les estamos demostrando que somos gente muy bien preparada, que trabajamos duro y tenemos ganas de comernos el mundo. La opinión respecto a España, como país, es de preocupación por la crisis económica. Pero también de recelo, porque muchos piensan incorrectamente que gran parte del capital holandés se destina al rescate económico de España.
-¿Qué es lo que más echas de menos de Zaragoza?
-Principalmente a mi familia y amigos. Pero también las cosas que tuve que dejar cuando me fui, como las clases de teatro e improvisación, el equipo de dardos del Posturas… ¡Y tenía hasta el proyecto de grabar un corto! Cuando dejas tu ciudad, eso es lo que más echas de menos. Después de tantos años haces gran amistad con gente muy interesante involucrada en campos muy diversos. Dejar a esa gente y los proyectos que tenías con ellos es lo más duro. Cuando vuelvo me encanta salir a tomar unas copas con ellos, tras las primeras risas ya parece que no ha pasado el tiempo.
-¿Te planteas volver a España a corto plazo?
-Veo difícil volver a corto plazo porque el ámbito del I+D es de los que más ha sufrido con la crisis y ahora hay pocos puestos donde puedas desarrollar investigación de calidad y con recursos. Pero mi objetivo es volver a medio plazo (en 4-6 años), cuando mi currículo científico sea aún mejor y la situación económica y política en España haya cambiado (espero).
-¿Cuáles son tus planes de futuro?
-Mi objetivo número 1 es terminar el doctorado, ahora mismo compagino escribir la tesis con otros proyectos de mi empresa, lo cual retrasa un poco las cosas, pero espero terminar este año. Después tengo pensado buscar un postdoc, quizá en EEUU, Reino Unido o Francia, ya estoy mirando algunas opciones.
-El mundo está lleno de buenas noticias, ¿cuál destacarías y compartirías con nuestros lectores?
-Mi buena noticia es que el Festival Gaire (www.gaire.es) se está convirtiendo en un referente de las artes escénicas en Aragón. Este festival se celebra cada año en mi pueblo, Pancrudo (Teruel), que solo tiene unos cien habitantes. Ya ha conseguido reunir a miles de personas en las últimas ediciones y le han otorgado varios premios. Otra razón por la que me apena trabajar fuera es que no tengo muchas oportunidades de asistir y ayudar con esta maravillosa iniciativa. Mi enhorabuena a todos los que han contribuido a hacer el Gaire estos 7 años, ¡no sabéis cómo os admiro!