Cristina Gómez. / En España todavía no existen, pero en muchos puntos del mundo hay templos sagrados donde las personas se reúnen para reír. Y es que la risa, aunque no lo parezca, es una cosa muy seria. Cuando reímos producimos endorfinas, un analgésico natural con efecto sedante más potente incluso que la morfina. Distinguimos mejor los colores y, debido a la vibración, se nos despeja la nariz. Los pulmones reciben el doble de aire (12 litros en lugar de 6), se relajan las vertebras cervicales y baja la hipertensión aumentando el riego sanguíneo. Desde un punto de vista mental, reduce el estrés y la ansiedad, y sube la autoestima, entre otras muchas cosas.
El problema está en que, por muy bueno que sea para nuestra salud, reímos muy poco. Especialmente los adultos de entre 30 y 55 años, según los últimos estudios. Las responsabilidades (trabajo e hijos) y la rutina llevan al ciudadano medio a dejar la risa y el humor a un lado, potenciando el estrés y el mal humor desde primera hora de la mañana. La mayoría de los adultos solo se dan permiso para la diversión en periodos vacacionales y, con suerte, algún fin de semana. La psicóloga Paula Sorribas, que incluye la risa y el humor en sus tratamientos, asegura que es difícil conseguirlo, pero hay que intentarlo. «Tenemos que buscar tiempo para hacer cosas que nos gusten y nos hagan sentir bien. Una actividad al día que nos haga sonreir, ya sea pasear, relacionarnos con amigos, ver un monólogo… lo que sea para desconectar del mundo y conectar con nosotros mismos«, explica.
Incluso podemos ir más allá. Si ahondamos en los beneficios de la risa y estamos dispuestos a ponerla en práctica, otra cosa que podemos hacer es reírnos con la vocal adecuada. Según la medicina tradicional china, cada vocal provoca en nuestro cuerpo una reacción distinta. Así, reírnos con la vocal A, la más común, previene la osteoporosis, mejora el sentido del oído y, en lo personal, domina el miedo a empezar algo nuevo. «Dependiendo de las carencias que tenemos, el cuerpo, cuando ríe, elige una vocal u otra. Si nos reímos con la A será porque necesitamos reforzar alguno de esos aspectos y el organismo, de forma natural, tiende a equilibrarlo», explica David Romero, fundador de la asociación En Clave de Humor y experto en risoterapia, arteterapia y biodanza.
Al reírnos con la E se produce una vibración justo debajo de las costillas. Se mejora el sentido de la vista y se domina el miedo a no ser capaz de hacer algo. Con la I, se previenen las varices, se estimula la glándula tiroides y se mejora el sentido del tacto. La letra favorita de Papa Noel, la O, es la que previene la celulitis, mejora el sentido del gusto y domina el miedo a actuar. Por último, la U, mejora el sentido del olfato y actúa directamente sobre nuestros recuerdos. «Podemos forzar a reírnos con una letra u otra según el momento. Por ejemplo, está demostrado que reír con la O después de comer facilita la digestión«, asegura Romero.
«Ver a Chaplin me cambió la vida»
En el antiguo Imperio Chino, hace más de 4.000 años, existía la figura del doctor payaso o payaso sagrado, una especie de hechicero maquillado que ejecutaba el poder terapeútico de la risa por las calles de las ciudades. En Occidente, sin embargo, los primeros estudios datan de hace tres décadas, aunque hoy en día son muchos los facultativos que consideran la risa como paliativo para diversos males. «La risa genera sustancias químicas como la adrenalina y la serotonina, que actúan como analgésicos naturales. Además, aumenta la memoria y fomenta el pensamiento creativo, por lo que ayuda a resolver mejor los problemas«, asegura Sorribas.
No hace falta indagar muy hondo para encontrar ejemplos de pacientes que hayan mejorado sus tratamientos incluyendo el ingrediente de la risa. El escritor estadounidense Norman Cousins, que padeció una enfermedad degenerativa muy dolorosa, experimentó como diez minutos de risa le proporcionaban dos horas de sueño y descanso sin dolor. Solo veinte segundos de risa intensa, incluso fingida, pueden duplicar la frecuencia cardiaca, documentó el psiquiatra William F. Fry.
También en Zaragoza el humor ha obrado verdaderos milagros en algunas personas enfermas. Es el caso del fundador de En clave de Humor, David Romero. En octubre del año 2000 sufrió una hernia discal que lo obligó a dormir y comer en el suelo durante seis meses. «Me dijeron que la única opción era operar y, mientras esperaba a que me llamaran, el dolor solo me dejaba estar en el suelo, sobre una superficie dura», explica. Por eso, visitó a un quiropráctico en busca de soluciones alternativas. «Me estuvieron inyectando encimas traídas desde Alemania, además de darme masajes dos o tres veces a la semana», recuerda. Empezó a notar cierta mejoría justo cuando le llamaron de la MAZ para operar. «Les pregunté si existía otra posibilidad y me dijeron que no. Les expliqué que no quería operarme porque notaba mejoría y me dieron el alta, pero no podía volver a trabajar, así que tuve que despedirme como electricista». Una vez en el paro, pidió cita en la Seguridad Social y siguió acudiendo al quiropráctico. «El tratamiento de encimas era prolongado en el tiempo, y el dolor, aunque remitía, seguía siendo insoportable muchas veces», asegura. Todo mejoró cuando su quiropráctico le recomendó ver películas de risa. «Al principio pensaba que me tomaba el pelo, pero probé a hacerlo y surtió efecto». Viendo a Chaplin, a los Hermanos Marx, y todo tipo de comedias y monólogos lograba olvidarse de la enfermedad. «Empecé a experimentar que durante las películas el dolor disminuía y, después de verlas, era capaz de echarme sobre mullido en el sofá para descansar un rato», cuenta todavía asombrado. Al reír, su cuerpo segregaba endorfinas que le servían como analgésico natural.
David fue mejorando poco a poco y, diez meses después, los médicos de la Seguridad Social no vieron necesidad de operar. «Las encimas y, sobre todo, la risa me curaron», explica. En 2008 creó la asociación En Clave de Humor, con la que pretende difundir los beneficios de la risa. «Me cambió la forma de ver la vida. No consiste en no ser realista. En la vida pasan cosas malas y tenemos que sufrir a veces, pero tenemos que evitar que esas emociones negativas nos arrastren«, indica. Es lo que los expertos llaman positivismo inteligente. «Con una actitud positiva todo funciona mejor. Si nos levantamos por la mañana con una sonrisa y sonreímos a nuestra pareja, ella nos recibirá con otra sonrisa y empezaremos bien el día», explica la psicóloga Sorribas.
Reírse de uno mismo
Las relaciones sociales y las interacciones personales son otras de las cosas que mejoran con humor. Es una buena tarjeta de presentación, facilita situaciones socialmente incómodas y nos ayuda a sentirnos más relajados con los demás. «Actúa como antídoto contra la rutina y genera bienestar. Es importante que las parejas, por ejemplo, creen momentos para reír juntos», dice Sorribas. Una forma de potenciar el humor sería asistir a clases de risoterapia. «Es una técnica muy buena porque transmite un estado de ánimo muy positivo. Luego depende de nosotros trasladar esa actitud positiva al resto del día. Además, al trabajar en equipo, se fomentan la cohesión, la cooperación y la solidaridad», asegura la experta.
Si se es vergonzoso para potenciar la risa en grupo, hay otras formas de forzar el humor en el día a día. Algunos consejos pasan por sonreírse en el espejo cada mañana al levantarse, aunque no nos apetezca, o sujetar un lapicero con los dientes para forzar una amplia sonrisa. Dicen los expertos que, después, la sonrisa surge con mayor facilidad. Otro truco es tener siempre a mano música alegre e intentar ver los problemas, literalmente, boca- abajo (tumbados, por ejemplo, en el sofá). «Hay que observar lo que nos hace reír (películas, libros, webs…) y potenciarlo. Rodearnos de personas con humor y alejarnos de la gente tóxica que solo ve el lado negativo de las cosas«, recomienda David Romero. Aunque lo más importante -apunta- es reírse de uno mismo. «La risa nos ayuda a ver nuestros problemas desde diferentes perspectivas y a no ser tan trágicos. Tenemos que ver cuáles son nuestros defectos y aceptarlos. Reírnos de ello y no ser tran críticos con nosotros mismos».
Para el presidente de la asociación Donantes de Risas, Rafael Ubal, la clave está en reír, cantar, caminar y abrazar. «Reír es la mejor forma de empezar el día y …¡mándate a paseo! porque caminar es un antídoto contra la depresión, la ansiedad y el estrés. Por último, abraza y sé feliz porque los abrazos tienen poder curativo. Celebra la vida», resume.
La lista de beneficios fisiológicos, mentales y sociológicos de la risa es más larga de lo que pensamos. Queda claro que reír, sea con la vocal que sea, no tiene contraindicaciones médicas, está al alcance de todos y no requiere de recetas electrónicas ni consultas al farmaceútico. Solo hay que ponerse a ello.