Marta Plano. / Su seña de identidad es la imperfección, la creatividad y sobre todo, la pasión. Sus manos son incapaces de estar quitas cuando tienen ante ellas un folio en blanco, un espacio donde recrearse en la libertad de dibujar aquello que visualiza en su cabeza. Porque Isaac Faraldo es un joven zaragozano que no puede pasar un día sin dibujar.
A sus 27 primaveras la vida le ha enfrentado a situaciones complicadas en las que el dibujo se ha convertido no solo en un apoyo, sino en una manera de evadirse de la realidad y dar rienda suelta a la imaginación.
Hoy conocemos a este fontanero que a pesar de no haber podido realizar estudios en bellas artes, poco a poco y con mucho esfuerzo se va haciendo un hueco en el mundo del dibujo.
– ¿En qué momento empezó tu pasión por el dibujo?
– Pues yo tengo la imagen de estar en casa con 7 u 8 años y ver a mi madre, que era mayor, ver Cine de barrio o películas de vaqueros que no me llamaban la atención, y para distraerme lo más barato eran las pinturas. Empecé a dibujar y me salían ‘churros’ pero sin darme cuenta se me pasaban las horas. Como siempre he tenido mucha ilusión empecé a intentar plasmar lo que se pasaba por mi cabeza en el papel, así que empecé a practicar más.
Después estuve unos dos años sin coger un lapicero y sin pintar nada, y entonces mi novia me regaló una tableta. El papel me resultaba bastante sucio y engorroso, y quería algo que me diera mayor soltura. Cuando me regaló la tableta gráfica me acuerdo que me puse a dibujar, y tampoco me salía bien al principio porque es complicado, pero seguí practicando y así pude progresar y mejorar. Ahora a veces hago el boceto a papel porque también me gusta soltar la mano en el folio, pero luego suelo hacerlo con la tableta, que da mucho juego por ejemplo para los carteles o dibujos de animación o publicidad.
– En tu caso no ha habido nadie que te haya enseñado las técnicas del dibujo, ¿cómo ha sido este autoaprendizaje?
– En mi caso como siempre me ha gustado mucho observar dibujos, da igual que fueran de artistas reconocidos como Goya o de graffiteros, por ejemplo. Yo creo que los dibujos te tienen que entrar y que son como la música, ¿a quién no le gusta la música? Aunque no te encante, siempre hay una canción o una melodía que te despierta algo. En el dibujo es lo mismo.
Lo que hago es quedarme con la esencia de todo. Por ejemplo, Ibáñez tiene una manera de hacer los personajes muy redondos, y a lo mejor me gustan los ojos que crea, pues me quedo con eso sobre todo, y de otro artista me quedo con las manos o el movimiento. Intento coger un poco de todos, pero al final siempre me mantengo en mi estilo. Al no tener escuela, siempre quedo reflejado en mis dibujos.
Lo que me gusta no es tanto trabajar a partir de esqueletos, sino de formas. Es decir, prefiero crear un cuadrado o un óvalo y de esa forma sacar el rostro o lo que quiera dibujar y lo que me pidan las líneas.
– ¿Qué podemos ver en tus dibujos?
– Lo que más me gusta dibujar, o más que dibujar, crear, son personajes. Yo tenía un problema y era que creaba personajes pero me faltaba un escenario. Entonces me puse a dibujar lugares de Zaragoza, e incluso empecé con paisajes abiertos para situarlos. Pero esto me parecía muy soso ya que mi dibujo es imperfecto porque no uso reglas ni me gusta la línea recta, sino el trazo natural. También me gusta reflejar alegría en mis dibujos, sobre todo a través de los colores. No busco la perfección sino la felicidad de quien lo vea.
– ¿Has creado algún personaje con el que te sientas especialmente identificado?
– Hice un cavernícola para un proyecto en el que quería hacer un cómic pero que lo tuve que dejar porque no tenía tiempo. Este personaje me gusta mucho.
– ¿Tienes algún rincón especial donde encuentras la inspiración a la hora de dibujar?
– Siempre dibujo en casa. Me compré un pupitre muy grande y ahí es donde mejor dibujo. Lo que hago en el caso de los dibujos de Zaragoza es tomar fotografías y luego en casa dibujar a partir de ellas. Yo necesito la foto, cuadricularla, sacarle bien las medidas… por eso en realidad no me gusta mucho dibujar la ciudad, porque es algo que no me sale natural, porque tengo que trabajar sobre lo que ya existe. Con los personajes no ocurre esto, si me hace gracia un personaje desproporcionado, está bien. Pero en general aunque esté fuera de casa me gusta estar siempre dibujando aunque sea con boli, que además como no lo puedes borrar te hace mejorar. Me sorprendo cuando veo dibujos que hice hace ya tiempo y que ahora he mejorado.
– ¿Hay algo en Zaragoza que te inspire especialmente?
– Me gusta mucho la mezcla entre edificios nuevos y modernos como los de la Expo con edificios históricos. Esto da un enfoque mucho más divertido y hace que se sientan identificados tanto la gente joven como los mayores.
– ¿Hasta qué punto el dibujo ha sido importante en tu vida?
– El dibujo me ha servido para evadirme de mis problemas, ya que he perdido a dos hermanos de cáncer, mis padres eran mayores… entonces era una forma de evadirme de ese mundo adulto. Mi infancia ha sido muy bonita y he sido muy feliz, pero ha habido circunstancias por la edad de mis padres en las que no ha sido fácil, y el dibujo ha sido un apoyo. Cuando tenía 14 años tuve que empezar a trabajar y con 16 tenía que cuidar de mis padres, lo que me impedía salir tanto como otras personas, etc.
El dibujo forma parte de mí porque lo que hago todo el día es dibujar, aunque sea solo unas líneas. Más que por conseguir un reconocimiento o para vivir de ello, lo hago porque me llena. Yo dibujo por amor.
– ¿Hay algún referente en el mundo del dibujo que te haya llamado la atención a lo largo de estos años?
– Tengo muy buena relación con los de ‘Zaragoza a lápiz’. Alfredo es un genio. Se nota que ha sido arquitecto por sus líneas, y las imágenes son casi fotografías, pero yo doy fe de que los hace con lápiz.
– ¿Te gustaría poder dedicarte profesionalmente a la pintura?
– Por gustarme sí, pero es muy complicado por no decir imposible porque para empezar no tengo estudios de dibujo ni unas bases bien estructuradas. Lo que tengo es el saber dibujar innato, que también lo he fomentado al dibujar cada día.
Me lo planteo con la realidad en la mano en la que tengo que pagar un alquiler, estoy solo, no tengo una familia para depender de nadie… entonces mis prioridades son un trabajo rápido que me de dinero hoy y ya veremos mañana.
En mi caso además me ocurre que me gusta mucho tener la libertad de mantener mi estilo y ser mi jefe en ese sentido para decidir lo que quiero dibujar.
– Al igual que le ocurre a los fotógrafos con la fotografía, ¿visualizas el mundo como un dibujo?
– Sí, al mirar un edificio por ejemplo sin querer pienso en el dibujo, en sus líneas, etc. Por la calle al ver las cosas veo la forma más sencilla de reflejarlo en un papel.