Nerea Beatove./ Si no viven en el Barrio de San Pablo es posible que todavía no conozcan la magia que envuelve sus calles. Concretamente, una de ellas: Las armas, un lugar donde se respira arte, cultura, moda, música y en el que puedes encontrar todo aquello que tiene su origen en la creatividad y las ideas.
Allí se encuentra uno de los proyectos que ha conseguido involucrar tanto a los vecinos del barrio como a sus visitantes. Se trata de ‘Las armas 300’. Su motor, Steve Gibson, un artista y creador inglés afincado en Zaragoza desde hace 18 años, que se dedica a retratar a grafito las caras, sonrisas, gestos y poses de los vecinos y paseantes de las calles de San Pablo.
Después de recorrer medio mundo bebiendo del arte de distintas culturas, haber expuesto sus obras en las mejores galerías de Reino Unido, Italia, Estados Unidos, Canadá y España, Steve encontró en Zaragoza un lugar especial donde echar raíces. Comenzó trabajando como profesor de plástica en un colegio, aunque pronto, decidió montarse su propio taller y escuela de dibujo.
Fue en 2011 cuando, el artista, visitó el local que más tarde se convertiría en el centro del proyecto ‘Las armas 300’, un nombre que rinde homenaje a su principal objetivo, retratar a tamaño natural las fotografías que los propios vecinos se toman en la puerta de su estudio.
El funcionamiento es muy sencillo. Basta con darle al botón que hay en la puerta, situarse enfrente en la pared, poner la más interesante y divertida de las poses y esperar 10 segundos a que el disparador de la cámara se accione. “Cada mes hay una selección aleatoria de tres fotos y yo dibujo esas tres fotos a tamaño real. La idea es crear una colección de 300 fotografías a lo largo de 10 años”, comenta.
Más de 250 parejas, grupos de amigos, familias, animales y modelos espontáneos deciden tomarse una foto cada mes con la esperanza de algún día verse retratados por el artista. Muchos de ellos vuelven con asiduidad para comprobar cómo van los dibujos, uno de los momentos con los que más disfruta Gibson, quien asegura que los retratados “siempre se sorprenden mucho, se alegran y quieren llevarse su dibujo a casa”.
En este aspecto Steve lo tiene claro, “no hay nada venta”, porque el leitmotiv de ‘Las armas 300’ es crear un documento histórico social, una crónica de la realidad del barrio, del paso del tiempo y de la evolución de un territorio a través de sus habitantes. “Si quisieran podría hacerles otro dibujo, pero no vendería ninguno de ellos porque el objetivo es crear una colección que muestre la vida del barrio. Mi obra siempre está centrada en la persona, en la figura humana y con este proyecto me interesaba crear un dialogo con el público”, cuenta Gibson.
Es por este motivo por el que Steve trabaja siempre a puerta abierta. Aunque, no siempre es fácil dar con el artista trabajando en las armas. Se mueve entre dibujo y escultura en sus dos estudios, y comenta que al principio pensó en mantener un horario fijo, pero ahora, acude cuando puede, muchas veces al final del día, lo que a veces “parece que los dibujos van avanzando casi solos”.
A pesar de haber logrado un gran éxito con sus esculturas con cartón, una nueva técnica inédita en el mundo y que el mismo creó, ‘Las armas 300’ es para él el mayor proyecto que ha realizado en cuanto a su compromiso con la sociedad se refiere y confiesa que “es un reto personal y es algo que yo mismo financio, lo estoy pagando de mi propio bolsillo”, afirma.
Es la venta de sus esculturas, los encargos de retratos que realiza y su escuela de dibujo lo que sustenta económicamente este proyecto. Los materiales básicos no le cuestan demasiado, entre grafito y papel no suman más de 150 euros al año de gasto, es el alquiler del local subvencionado y los seguros los que se llevan parte de este esfuerzo.
Un esfuerzo que no podría ser posible si Steve no fuera un loco apasionado por el arte desde que era niño, y que con los años, ha querido centrar en «las personas y la condición humana». Ha visto posar a cientos de ellas en la pared de las armas y nos revela que lo que más le llama la atención es que al final, por muy diferentes que podamos mostrarnos, todos somos muy parecidos. Gibson comenta que “en el fondo te das cuenta de que la gente en todos los sitios es muy parecida, hay diferencias en que algunos son más abiertos, otros se muestran con más pudor ante la cámara, pero todos tenemos algo en común, somos humanos, tenemos inquietudes, problemas, miedos, sentimientos también”.
Pero lo más curioso del mismo es para el artista la forma en la que los paseantes se desenvuelven ante la cámara. “Como la gente no puede ver la foto en el momento, no tiene tantas inhibiciones, reaccionan de otra manera ante la cámara y como suelen hacerse las fotos cuando no hay nadie, no se sienten cohibidos e intentan hacer las poses que ellos quieren”, comenta.
El retrato tiene su base en la observación, y Gibson, observa con gran detalle, a veces durante días, las fotografías para realizar los dibujos, que a veces, le han llegado a sorprender. “Casi siempre vienen a presentarse después y muchas veces no tiene nada que ver con la persona que tú estabas imaginando y te pilla por sorpresa”, cuenta
Uno de los casos más curiosos que le han ocurrido durante estos tres años en las armas fue el dibujo de una mujer a la que dibujó estando convencido de que sería rusa o del algún país del este. “Cuando se presentó aquí resulta que era de un pueblo de las cinco villas, y ese día, vino exactamente con la misma ropa con la que la había retratado, hasta las mismas botas, se vio en ese momento y le hizo mucha ilusión”, explica entusiasmado.
Y aunque este dibujo le impactó personalmente, sus dibujos también han llegado a crear un gran impacto en la sociedad. El más conocido y polémico de sus dibujos fue un retrato a gran tamaño de Belén Esteban desnuda, una colección de 5 dibujos con distintas poses que saltaron a los medios de comunicación causando un gran revuelo. “Uno de ellos se lo vendí a la productora de Andreu Buenafuente”, cuenta entre risas.
El artista, que ha conseguido realizar 100 dibujos en tres años, se encuentra ahora mismo trabajando en una exposición para 2017 en la que nos cuenta “no quiero adelantar mucho porque se pierde la magia. A muchos creadores que conozco también les pasa, no queremos que las opiniones de los demás nos influyan en lo que está creciendo, pero sí que puedo decir que está también relacionado con la condición humana”, desvela.
Hasta entonces, solo podremos esperar a que sus manos e imaginación sigan creando nuevas obras con las que disfrutar de la magia que se respira, gracias a artistas como Steve Gibson, en el creativo barrio de San Pablo.