Cristina Pérez. / No se define como un nostálgico, sino como un sentimental de los buenos recuerdos del pasado y, por ello, le surgió la idea de crear una web en la que ofrecer a sus visitantes todo el material relacionado con la Zaragoza de los años 50 y 60. Hablamos de Rafael Castillejo, un zaragozano que comparte con el resto de ciudadanos sus ‘recuerdos compartidos’, siempre desde el cariño, como él mismo los define.
Precisamente esta misma tarde del martes 7 de abril ofrece, a las 19:30 horas, una nueva charla que se enmarca dentro del ciclo ‘Zaragoza en la memoria’ en la que hablará sobre los cines de nuestra ciudad donde se estrenaron algunas de las más importantes películas histórico-religiosas de la época.
Zaragoza Buenas Noticias ha entrevistado a Rafael para hablar sobre las diferencias que existen entre la Zaragoza de antes y la de ahora en distintos ámbitos como la cultura, la sociedad o las costumbres de los zaragozanos.
-¿Cómo surgió la idea de crear tu propio ‘desván de recuerdos’?
-La idea surge bastantes años antes de que Internet se instale en España. Es a principios de los 80 con el estreno de ‘Cinema Paradiso’, una película que habla de los cines de pueblo o de barrio, de reestreno. Eran los cines donde se veían las películas con retraso, cortadas y como fuera, pero donde los chavales de entonces, sobre todo de familias humildes, íbamos al cine, cuando ir al cine era toda una aventura. Al salir de aquella sesión yo sentí verdadera envidia de Giuseppe Tornatore, el director, porque me hubiera gustado ser director de cine para hacer una película y mostrar también la vida de mi barrio de igual forma que él mostraba la vida en su pueblo. Tornatore ambienta esa película en un cine de pueblo de una localidad italiana que equivale a cualquier pueblo de Italia o España, ya que eran entonces muy similares. Él la sitúa en la Italia de los 40 que es muy parecida a la España de los 50, y yo soy un niño de la España de los 50. Como pensé que era tarde para meterme a director de cine, cuando salió Internet se me ocurrió la idea de hacer una página de recuerdos de los años 50 y 60. Podríamos decir que ‘Cinema Paradiso’ es un poco lo que me da la idea. Además, yo tenía curiosidad por ver cómo funcionaba una página web.
-¿De qué empezaste hablando en tu web?
-Arranqué la web con cuatro secciones. Una era ‘Tebeos’. Los tebeos en mi vida, en mi infancia, son fundamentales. Otra fue ‘Cine’, en general. También abrí con ‘Libros de escuela’ de aquellos años 50-60 y con ‘Zaragoza’, una sección en la que mostraba imágenes antiguas de la ciudad. Poco a poco mi página fue ganando seguidores y aumentando contenidos. Me dio una gran ayuda ‘El País’, ya que cuando la página andaba por unas 500 fotografías, vieron la sensibilidad y lo que yo intentaba transmitir, me publicaron una vez en un especial. Ese día hubo muchísimas visitas.
-¿Te definirías como un nostálgico?
-La palabra nostálgico no me gusta porque hay gente que se cree que la palabra nostalgia es querer volver a una época y a esa época volvería solamente por lo bueno y no por lo malo. Ahora mismo me trasplantas a aquella época en la que irse a la cama era una odisea solamente de pensar lo fría que iba a estar, no había calefacción, esas habitaciones con aquellas fotos de los familiares fallecidos…Pues no. Yo a esa época solamente volvería, como digo en el encabezamiento de mi página, por volver a abrazar a mis padres, a mis abuelos y a mi amigo Edmundo que ya murió hace tiempo. Y por cómo se sentía el ir al cine, lo que ocurría el Domingo de Ramos… Nostálgico de la época no soy, aunque algunas cosas se me hayan quedado grabadas con muchísimo cariño. Por eso digo que mis historias son ‘Recuerdos desde el cariño’ y procuro evitar lo malo. Yo procuro hablar de las cosas bonitas y por eso las 23 secciones que tengo son totalmente distintas pero unidas por el cariño. Soy nostálgico según de qué cosas.
-¿Qué destacarías en positivo de la Zaragoza de mitad del siglo XX que no tenga la Zaragoza actual?
-Aquella Zaragoza era mucho más cercana, era una Zaragoza que olía a cine, cuando el cine era toda una aventura. Ir a ver la película de Tarzán era casi como hacer un safari en África. Era la Zaragoza de aquellos tranvías, que nadie discutía porque era el único medio. Era la Zaragoza de los kioscos de tebeos. Era la Zaragoza de mi niñez, la Zaragoza de ‘El Parque’, cuando este concepto solo hacía referencia a uno, al que todos conocíamos. La Zaragoza que yo anhelo está muy ligada a mi familia, entonces es muy sentimental y mis recuerdos también lo son. Los ríos sin contaminar, donde pescabas, te bañabas en verano… Era una vida muy distinta.
-¿Qué crees que les falta a los niños de hoy de las costumbres de mitad de siglo XX?
-Por aquél entonces cualquier entretenimiento para niños despertaba mucho la imaginación. Hoy en día se lo dan todo hecho. Antes, para empezar, los niños tenían pocos juguetes, por lo que despertabas una cosa que es muy importante: el cariño y el cuidado por ese juguete. Sabías que si se te rompía no tendrías uno nuevo hasta el año siguiente en Reyes y que sería otro distinto. Hoy en día veo que los niños tienen tantas cosas que no las valoran ni las cuidan. Los tebeos, por ejemplo, eran una iniciación a la lectura. Cuando yo cogí un tebeo por primera vez no lo leí, lo miré. Y ése era el primer paso hacia el libro de lectura. Si la imaginación se despertaba con el tebeo, con el libro mucho más, porque al no verlo te lo imaginabas. Ahora veo muy difícil que un chico joven se aficione a la lectura porque como vivimos en una época tan visual… Cómo se van a imaginar un personaje si se lo dan ya hecho en los videojuegos. A los niños de entonces, cualquier cosa les despertaba la imaginación. Hoy no, aunque sigan fabricando juguetes para despertar esa imaginación. Pero lo que veo yo difícil es que haya niños que decidan coger esos juguetes cuando hay otros que te lo dan todo hecho.
-La cultura es otro de los aspectos que son protagonistas en tu web ¿te quedas con la oferta cultural de mitad del siglo XX o con la variedad de espectáculos de hoy en día?
-Bueno, variedad había. Lo que pasa que la oferta era distinta. Hoy en día lo que hay es más información y más fácil acceso. En una ciudad, sobre todo; en los pueblos, no. Tuve la suerte de vivir en un barrio muy accesible al centro de Zaragoza, como Torrero, por lo que tuve las ventajas de ambos lugares. Yo viví en una Zaragoza muy adaptable y manejable. Soy sentimental de algunas cosas pero también saboreo lo bueno de ahora. Me gusta también el cine que se hace ahora pero tengo mucho cariño al que se hacía antes. Es difícil decantarse. Desde la sensibilidad, tengo una cantidad de recuerdos que no los cambio por nada pero me he adaptado perfectamente a la tecnología de hoy en día. Y sobre todo esa forma de valorar las cosas. Por eso, más que un nostálgico soy un sentimental de muchas cosas a las que guardo mucho cariño.
-Como dices, te has adaptado muy bien a la tecnología actual y muestras tus recuerdos del pasado a través de los medios de hoy en día, como Internet. ¿Cuál sería esa mezcla perfecta entre la Zaragoza de antes y la de ahora?
-Yo, de lo de antes, cogería sobre todo la educación y el respeto. Se ha perdido mucho el respeto por los demás. A la sociedad de ahora le sobra irascibilidad, está irascible por cualquier cosa, se ve mucha tensión. La vida de ahora, la precipitación, las prisas, el sistema de vida. Y entonces se vivía con más tranquilidad, más reposo. Se valoraban las pequeñas cosas. Mis nueras me comentan que, en el transporte público, la táctica para no ceder el asiento a una embarazada o a personas ancianas es dormirse y así parece que no te enteras de que hay una persona que necesita el asiento más que tú. Ya no hay esa sensibilidad por el otro. También me quedaría con los valores familiares de antes. Una cosa que ha hecho mucho daño ha sido la televisión, y eso que inicialmente servía para unir a las familias. Hoy en día hay tantas ofertas de distracción que, en lugar de unirnos, nos han desunido. Actualmente si una familia se une para comer o cenar ya es un logro, y eso es debido a la precipitación.
-¿Y lo bueno de nuestra ciudad hoy en día?
-Hay muchísimas cosas. Lo bueno es que tenemos de todo pero lo que tenemos que aprender es a saber asimilarlo y manejarlo. Hay gente a la que la gran oferta le produce una indigestión. Hoy puedes leer, puedes seguir yendo al cine, puedes ver teatro en directo, incluso ópera y ballet en un gran teatro. Hay una oferta tremenda, lo que pasa que la gente parece que como eso lo ve normal, no lo valora, no lo disfruta. La capacidad de disfrutar ha cambiado mucho. La importancia la tienen realmente las pequeñas cosas. Yo lo valoro todo porque carecí en su día de todo lo que hoy disfruto. Quién me iba a decir, por ejemplo, que yo iba a tener en mi casa más de 2.000 películas, entre ellas las mejores de mi vida. Quién me iba a decir que iba a vivir en un piso con calefacción. Esto se lo dices a un niño y pensará: ‘Pero si siempre ha habido’. Pues no. Mi vida actual es una mezcla de lo bueno de hoy, que es mucho, con mis recuerdos y mis valores y la educación heredada de mis padres y abuelos. Eso también me lleva a que muchas veces sufro porque veo cosas que no me gustan, pero es inevitable.
-No eres el único que disfrutas recordando esa época de mitad del siglo porque tienes más de 30.000 seguidores en Facebook. ¿Cuál crees que es el éxito de tu web y tu página de Facebook?
-El éxito de la página quizás es que intento evitar entrar en asuntos polémicos. Procuro evitar entrar en política, en religión y en fútbol. Mis seguidores han detectado que es un remanso de paz lo que yo escribo cada día. También uno de los éxitos para que una página de Facebook funcione es no dar el tostón y, por eso, suelo publicar una sola cosa al día. En definitiva, evitar escribir de cosas que te producen malestar, evitar el ‘mal rollo’ como se dice hoy en día.
– ¿Cuál es la mayor satisfacción que te ha dado tu web?
– Mi mayor satisfacción por el éxito de mi página web es que se esté utilizando cada vez más como herramienta en centros de atención a enfermos de Alzheimer y como página de inicio para personas mayores que aprenden a navegar por la Red.
-¿Hay algún lugar en Zaragoza que guarde todo el encanto y la pura esencia de los años 50 y 60?
-Uno que lo guardaba hasta hace cuatro días y, con un poco de suerte, lo volverán a abrir, es el Cine Elíseos. Además, muchos rincones, de la calle, los monumentos… Cada vez se abren más cafeterías que intentan recordar los cafés de antaño. Todavía podemos encontrar algún pequeño establecimiento como el ‘Café de Levante’ que, aunque con distinta ubicación, permanece abierto 120 años después de su inauguración, habiendo pasado de padres a hijos y manteniendo diversas especialidades que han hecho del mismo un lugar reconocido por distintas generaciones de clientes.
-¿Qué buena noticia te gustaría compartir con nuestros lectores?
-Desearía volver a ver cómo la gente llena de nuevo cines, teatros y salas de música. Eso significaría también una mejora de la economía y, por supuesto, que la piratería desproporcionada ha sido debidamente controlada.