Fernando Gracia. / Aunque ya no existe la costumbre/obligación de llenar las pantallas de cine más o menos religioso en los días claves de la Semana Santa, sí acostumbran a aparecer por las pantallas de la tele algunos títulos que han quedado en el ideario del personal como propios de estas fechas.
Reflexionando sobre ello me he dado cuenta de algo muy obvio: en dos de ellos, ‘Los diez mandamientos’ y ‘Ben Hur’ brilla Charlton Heston al frente del reparto, lo que me ha decidido a dedicarle unas líneas a este actor, sin duda uno de nuestros máximos héroes de la pantalla en nuestros años infantiles y aun juveniles.
Y quiero con ellas reivindicar en cierto modo la figura de este hombre, tan denostada en sus últimos años por su pertenencia a la Asociación de amigos del rifle, que presidió, y su aparición en el documental de Michael Moore ‘Bowling for Columbine’, que tan mal parada dejaba su figura.
Quiero que se recuerden sus momentos de gloria en la pantalla, que abarcaron un par de décadas, aunque su carrera fuera más larga. Su encarnación de la figura de Moisés y sobre todo la de Judá Ben Hur, que tanto nos impactó, y que le hizo ocupar un lugar en nuestros corazoncitos, aunque en mi caso ya le tenía en mucha estima por haber sido el director de circo en la magnífica ‘El mayor espectáculo del mundo’, posiblemente la más impactante, si no la mejor nunca realizada sobre ese mundo.
Actor de magnífica presencia, quizá no andaba muy sobrado de expresividad, pero sabía impregnar de una poderosa fuerza a sus personajes, lo que le hacía ideal para papeles de tipos duros, atrevidos, poseedores de una gran determinación.
Fue el Cid Campeador, Miguel Ángel Buonarotti, terrateniente en ‘Cuando ruge la marabunta’, capataz en ‘Horizontes de grandeza’, que tenía una de las mejores peleas a puñetazos nunca filmada, y ya en su madurez compuso un soberbio policía en esa obra maestra firmada por Orson Welles titulada ‘Sed de mal’.
Es curioso que fuera tan denostado en los últimos años por sus ideas, cuando los ecologistas lo habían ensalzado años atrás por protagonizar ‘Cuando el destino nos alcance’ (Soylent Green en su original), impactante título que se adelantó a su tiempo y que sería la última película del gran Edward G. Robinson. Y también cabe recordar que fue uno de los que marcharon en defensa de los derechos civiles coincidiendo con el momento en el que Luther King lanzó a la posteridad su frase “He tenido un sueño”.
Estos días se podrá ver en nuestra ciudad en pantalla grande, remasterizada, en una palabra ‘como Dios manda’, su Ben Hur. Su gran éxito, su Óscar, esa película que no puede faltar en estas fechas y que encumbró hasta límites insospechados a este actor que bien merece nuestro recuerdo.
Cuando décadas posteriores se han encumbrado actores de poderosa presencia física, o sea Schwarzenegger, Seagal y similares, habrá que convenir que aunque las comparaciones son odiosas, no hay color. Ni por su calidad actoral ni por las películas en las que supo y pudo participar. Aunque sobre gustos…