Un día en el rodaje de Chino Chano

Luis González. / Hace unos meses tuve el placer de conocer a Mariano Navascués; director, guionista y presentador del programa ‘Chino Chano’. Y tras una amena charla, surgió la idea de acompañar al equipo en una de sus grabaciones y así, poder contaros cómo se desarrolla un capítulo, desde la localización de los posibles escenarios, hasta el momento en que toca cargar con las cámaras, los trípodes, las mochilas, el guion y echarse a andar.

El primer día nos reunimos a las 8:00 am en la puerta de Prames. Allí Mariano me presentó al productor de programa, Javier Quílez y al que sería nuestro guía por tierras turolenses, Diego Mallén (técnico geógrafo).

Tras ultimar preparativos pusimos rumbo a Cantavieja, capital de la comarca del Maestrazgo. Allí comenzaría nuestro camino; un tramo del GR que une esta localidad con La Iglesuela del Cid. Las últimas lluvias habían hecho que muchos tramos tuvieran una considerable cantidad de agua, así que entre zancadas llenas de barro fuimos avanzando mientras me ponían al tanto de cómo se desarrolla el guión.

Y entre anotaciones, anécdotas, bromas y mucho, mucho barro, finalizamos nuestro recorrido. Tocaba entonces dar cuenta de una buena comilona, matizar algunos puntos sobre cómo sería la grabación y volver a Zaragoza.

El segundo día tocó madrugar más, había mucho que hacer y teníamos que aprovechar las horas de luz al máximo. Quedamos a las 6:00 am en el edificio de Aragón TV donde tras unos cafés y antes de salir hacia Teruel, me presentaron al resto del equipo; Elsa Tercero (operadora de cámara), Juan Oliván (ayudante de cámara) y Juanjo Viñas ( realizador y operador de cámara ).

Cuando la capital aragonesa quedaba ya a unos 200 kilómetros, hicimos una parada para hincar el diente en una típica tarta de San Sebastián, cortesía de la madre de Juanjo. Y con el gusto a dulce todavía en el paladar, llegamos de nuevo a Cantavieja. El sol se dejaba sentir con más fuerza que días anteriores, pero las fuertes rachas de viento se iban a encargar de no ponernos las cosas demasiado fáciles.

Comenzamos entonces nuestra andada y con ello el rodaje del que será El capítulo número 170 de Chino Chano, el quinto de esta temporada. Y es que este equipo lleva mucho Aragón recorrido, y se ve, que aún les queda mucha cuerda y mucho que mostrarnos, porque no solo importa cada paso, sino todo lo que encontramos en el camino y el patrimonio de los municipios a los que estos nos conducen.

Las ganas y el buen ambiente se dejaban notar a pesar de la dura jornada, Elsa y Juan capturaban tomas del entorno, a veces, llegando con la cámara y el pesado trípode a lugares impracticables. Mientras, los demás seguíamos tras los pasos de Mariano; Juanjo inventaba sobre la marcha nuevos ángulos desde los que grabar, adaptándose al estado del terreno y Javier repasaba el guion y ultimaba los detalles de los encuentros que tendrían lugar al día siguiente en el pueblo.

Las horas se nos acumulaban, pero todo iba cogiendo forma y un merecido descanso entre bocadillos y piedras nos había dado energía para no perder el ritmo. Una de las de las cosas que más me ha llamado la atención siempre de este tipo de programas, es pensar cómo se las apañan con todos los aparatos por el monte, y tuve la oportunidad de experimentarlo en primera persona cargando con una de las cámaras de unos 12 kilos de peso. No hace falta que diga que es más cómodo salir felizmente con nuestra mochila y nuestros bastones.

Y así, fuimos dejando tras nosotros gran parte del recorrido, tramos todavía embarrados, tomas falsas entre carcajadas y yo personalmente, muchas cosas aprendidas y curiosidades resueltas.

Mi día con estos nuevos compañeros de viaje iba finalizando, a ellos les tocaba descansar, ya que todavía quedaban pendientes algunas escenas nocturnas y una mañana de duro trabajo. Y el que os escribe, tenía todavía un entretenido camino de vuelta y muchas ganas de llegar y empezar a escribir sobre esta experiencia.

Recomendaciones: No os perdáis la nueva temporada de Chino Chano, viene cargada de sorpresas y está hecha con muchas ganas y muy buen rollo (y es que esta gente son también como cabras). Por último y en palabras de Mariano: recordar, no improvisados, las excursiones las preparamos en casa para evitar sorpresas.

Disfrutar y ¡hacer el cabra!