Miriam Fernández y Fernán Archilla. / Son muchos los consejos que podríamos daros para emprender un año sabático. Podríamos hablaros de itinerarios, lugares que merecen la pena, alojamientos vacunas, etc… Pero nos quedaremos con uno solo: DISFRUTAD, DISFRUTAD, DISFRUTAD. Disfrutad cada uno de los momentos de vuestro viaje.
Haced de cada uno de los días que estéis fuera un día inolvidable. Aprovechad cada instante. Exprimir cada momento. Apagad vuestro móvil. Olvidaos de esa palabra que tanto odiamos: rutina. Que cada día se convierta en una oportunidad de vivir y aprender algo nuevo. No sólo se trata de las cosas que vais a ver, sino de las experiencias que vais a vivir.
La vida es algo más que lo que la sociedad en la que vivimos se empeña en hacernos creer. Es algo más que estudiar, casarte, comprar una casa, tener hijos… Hay muchas otras formas de vida, y de ti depende elegir la que realmente te haga feliz.
Durante un año vas a pensar en “qué quieres hacer” al día siguiente, y no en lo “qué debes hacer”. Puedes plantear este año como un ‘máster’. Un máster a lo bestia. Vas a aprender idiomas, historia, conocer otras culturas, probar nuevos sabores, etc. Tu seguridad en ti mismo va a aumentar y vas a saber desenvolverte en situaciones que nunca hubieras imaginado.
Si no se encuentra transporte, siempre se puede hacer auto-stop. Vas a vivir experiencias únicas e irrepetibles. Subir al Annapurna, ser actor de Bollywood; bañarte a lomos de un elefante, acompañar pequeñas tortugas en su primer trayecto hacia el mar; bucear en lugares increíbles, disfrutar de la compañía de elefantes, jirafas, cebras, etc. Como dice el refrán, lo que no te mata te hace fuerte. Todos los malos momentos van a contribuir a aumentar tu resistencia y aguante ante situaciones límite.
Te esperan muchas horas de espera, o puede que te toque dormir en un coche en un fría noche. Viajar abre tu mente, te hace más flexible, más tolerante.
Vas a aprender a valorar de verdad todo lo que tienes. Estamos rodeados de comodidades que ni siquiera apreciamos. No podríamos vivir sin televisor, microondas, lavadora, etc… mientras que en otras sociedades viven en pequeñas casas de madera, sin luz ni agua. Y esos los que tienen casa, hay muchas personas que viven en la calle.
Nos quejamos porque el autobús va lleno o porque nuestro avión lleva retraso, ignorando las pésimas condiciones a las que millones de persones se enfrentan a diario.
Viajar nos ha aportado muchísimas cosas, pero también nos ha quitado el privilegio de poder quejarnos. Tu escala de valores va a cambiar. Vas a centrarte en lo que de verdad te hace feliz y vas a apartar de tu vida las cosas que no te aportan nada. Los niños nos enseñan lo poco que hace falta para ser feliz
Y en resumen… sólo tenemos una vida. El tiempo que perdemos quejándonos o soñando con lo que nos gustaría hacer sin llevarlo a cabo es tiempo perdido.
Ojalá estas palabras sirvan de impulso para que todos aquellos que aún no se atreven a dar el paso se decidan y hagan realidad su sueño de viajar.