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Demuestran la validez del ‘test de los 20 metros’ en el ámbito educativo para identificar a los adolescentes con riesgo cardiovascular

Imagen cedida por el grupo de investigación GENUD de una clase de educación física en un centro educativo.
Imagen cedida por el grupo de investigación GENUD de una clase de educación física en un centro educativo.
Imagen cedida por el grupo de investigación GENUD de una clase de educación física en un centro educativo.

Redacción. / Un estudio internacional, en el que ha participado el grupo GENUD de la Universidad de Zaragoza, demuestra que valorar la condición física escolar permite identificar a los adolescentes más propensos a desarrollar patología cardiovascular. En concreto, los científicos han determinado la validez del ‘test de los 20 metros’ para medir la forma física de los menores, consistente en correr esa distancia a una velocidad que se va incrementando progresivamente, y que se utiliza actualmente en la mayoría de los centros educativos de España, así como en muchos países Europeos.

Esta es una de las conclusiones que se recogen en el estudio publicado por la revista británica Heart, tras el análisis de una muestra formada por 510 adolescentes entre 12 y 17 años, de 10 ciudades de nueve países europeos, entre ellas, Zaragoza. Estos datos a su vez pertenecen al estudio Helena, realizado entre 2005 y 2008 y coordinado por el grupo GENUD, en el que se estudiaron a más de 3.500 adolescentes. El estudio Helena ha sido premiado como uno de los proyectos más exitosos del 6º Programa Marco de la Unión Europea. Hasta la actualidad, este proyecto ha dado lugar a 153 artículos en revistas de elevado impacto científico y sus resultados se han incorporado también a un gran consorcio internacional que investiga las bases genéticas de la obesidad infantil.

‘El test de los 20 metros de ida y vuelta’

Luis A. Moreno, catedrático y coordinador principal del grupo GENUD (Growth, Exercise, Nutrition and Development), considera que el ‘test de los 20 metros’ o ‘test de ida y vuelta’ es una prueba sencilla pero que permite identificar de manera excelente y de forma temprana qué niños tienen un perfil cardiovascular menos saludable y, por tanto, tienen mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares en el futuro.

En este estudio ha participado también activamente el profesor Germán Vicente-Rodríguez, profesor titular, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud y del Deporte de Huesca y miembro de GENUD, quien considera que trabajos como éste “demuestran que la escuela es un lugar óptimo para obtener información sobre la salud de nuestros niños y adolescentes e intervenir de forma prematura”.

El análisis de los datos de los 510 adolescentes, liderado por la Universidad de Granada, señala que realizar unos sencillos ejercicios aeróbicos en el ámbito escolar puede servir para identificar qué niños son más propensos a desarrollar enfermedades cardiovasculares en el futuro, lo que permitiría realizar programas más tempranos de intervención para prevenirlas, con el consiguiente ahorro económico para el sistema sanitario.

A todos ellos se les estimó el perfil cardiovascular ideal de acuerdo con la Asociación Americana del Corazón (AHA), que combina marcadores nutricionales y metabólicos, además de lípidos sanguíneos, para proporcionar una evaluación completa del riesgo de enfermedad cardiovascular que tiene el adolescente. El perfil cardiovascular ideal se calcula combinando la actividad física, el índice de masa corporal, la dieta, el colesterol, la glucosa, la presión arterial y el tabaquismo.

En este trabajo han participado investigadores del Instituto Karolinska (Suecia), la Universidad de Gante (Bélgica), la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer de Lyon (Francia), las universidades de Almería, País Vasco y Zaragoza, el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición (CSIC), la Universidad Politécnica de Madrid, el Instituto de Salud Carlos III, la Universidad Médica de Viena (Austria), la Universidad de Pecs (Hungría), la Universidad de Creta (Grecia), el Centro de Investigación en Alimentación y Nutrición de Roma (Italia), la Universidad de Harokopio (Grecia) y la UGR, que ha liderado la investigación.

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