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El principio 10/90

No podemos cambiar lo que nos ocurre, pero sí la forma en la que reaccionamos a una situación. / Foto: Cristina Royo 'Srta. Mars'
No podemos cambiar lo que nos ocurre, pero sí la forma en la que reaccionamos a una situación. / Foto: Cristina Royo 'Srta. Mars'
No podemos cambiar lo que nos ocurre, pero sí la forma en la que reaccionamos a una situación. / Foto: Cristina Royo ‘Srta. Mars’

Yolanda Cambra. / “El 10% de la vida está relacionado con lo que nos pasa, y el 90% de la vida está relacionado con la forma en cómo reaccionamos” reza el Principio 10/90 de Stephen Covey. Su libro “Los Siete Hábitos de la gente altamente efectiva” editado en 1989, se ha traducido a 28 idiomas y se han vendido más de 25 millones de ejemplares en todo el mundo.

Es imposible buscar información en Google sobre este principio y no encontrarse con el ejemplo de la familia que está desayunando y la niña derrama el café sobre la camisa de su padre, así que voy a ilustrarlo con otra situación.

Imagina que estás tranquilamente tomando una copa en una terraza con tus amigos en una tarde de primavera. De repente, un perro al que su dueña lleva sin atar se dirige directamente hacia vuestra mesa. Tu amiga María, que tiene pánico a los perros, se levanta muy alterada y sale corriendo. En su brusca reacción, mueve la mesa y tira los vasos con las bebidas. En ese momento pasa un hombre que, sin darse cuenta de lo sucedido, pisa uno de los hielos y resbala cayendo al suelo, con tan mala fortuna que se rompe un brazo. El hombre se lamenta de su mala suerte mientras explica que venía de superar una entrevista de trabajo como comercial en una empresa de seguros y ahora no podrá conducir durante tres meses, por lo que no será contratado.

Al mismo tiempo, el perro sigue olfateando, ajeno al desaguisado, y se acerca a otra mesa donde una mujer acaricia su cabeza y le da un cacahuete. ¿Ha sido el perro el causante del desastre, o ha sido la reacción de María?

La aparición inesperada del perro es ese 10% de situaciones en nuestra vida que no podemos controlar, el 90% restante depende de nuestra reacción.

La ruta es Situación > Pensamiento > Emoción > Conducta y sólo el primer punto escapa a nuestro control. Si cuando el perro aparece, María controla su pensamiento, y se autoconvence de que el perro no supone un peligro, está gestionando su emoción posterior para que no derive en pánico y en pérdida de control.

Este ejemplo, deliberadamente evidente, nos muestra una situación que se repite continuamente en nuestra vida cotidiana y no somos capaces de identificarla. Cuando decimos “Mi jefe me pone de los nervios” no es totalmente cierto. Tu jefe puede ser el mayor cretino del mundo, pero tú puedes elegir cómo reaccionar ante su carácter. Si tu hijo trae rotas del colegio las zapatillas de tenis de marca que le compraste la semana pasada, no puedes cambiar lo sucedido, pero puedes gestionar tu pensamiento y, por lo tanto, tu reacción con el chico.

Lo que aquí se plantea no es fácil, evidentemente, lo más sencillo y rápido es culpar al jefe de nuestra vida miserable y montar en cólera contra nuestro hijo (quizá para más tarde comprobar que las deportivas tenían un defecto de fábrica y se han descosido).

Por lo tanto, no podemos controlar lo que nos pasa, pero sí qué hacer con lo que nos pasa. Siempre tenemos la libertad de decidir qué hacer y cómo reaccionar. Covey asegura “Somos arquitectos de nuestro destino, pues somos libres de elegir nuestra respuesta ante un determinado estímulo”

www.yolandacambra.com

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