Fernando Gracia. / LA SOMBRA DE TRUFFAUT. Veo algo de ese Antoine Doinel de ‘Los 400 golpes’ aunque el protagonista de ahora sea un poco mayor y no le dé precisamente por leer a Balzac ni nada parecido. Ha sido como un ramalazo. Y de entrada me ha servido para entrar rápidamente en la película y disfrutarla hasta su final. No es redonda pero sí en todo momento interesante y desde luego un feliz debut en la dirección de alguien conocido por su faceta de actor como es Daniel Guzmán.
Al igual que en el caso de François Truffaut parece ser que hay algo de autobiográfico en la trama y al igual que el francés permite un hálito de esperanza tras asistir a una serie de situaciones que no pronosticaban nada halagüeño. Se nos narran las andanzas de un chico a punto de cumplir los dieciséis, hijo de una familia desestructurada, que comete pequeños hurtos y que no anda en buenos pasos precisamente. Es amigo de un muchacho gordito, comilón, que mezcla un mayor sentido común con una adhesión a prueba de bomba.
Muy bien dialogada, con unas altas dosis de naturalidad, que no es lo mismo que realismo, huyendo del buenismo y con un notable sentido de la elipsis y de la concreción, aunque haya algunos puntos discutibles en el guión, se puede decir que estamos ante una de las propuestas españolas más estimulantes de la temporada. Parece ser que ha tardado Guzmán varios años en sacar adelante este proyecto, para el que incluso ha contado con su propia abuela para un hermoso personaje con cierto aroma a Chus Lampreave, todo un acierto en el filme.
Leo que le costó año y medio encontrar al muchacho protagonista, y a fe que Miguel Herrán, que así se llama, es todo un hallazgo. No dudo que será finalista al premio a actor revelación dentro de unos meses. No le anda a la zaga Antonio Bachiller en el rol de su amigo, como el veterano Felipe García Vélez que encarna al dueño de un taller de motos proclive a los chanchullos.
Los toques poéticos son menos abundantes, aunque no falten, que en el famoso filme de Fernando León de Aranoa mencionado más arriba. En algunos momentos la trama recuerda viejas películas sobre chicos en camino de descarriarse, algo que estábamos acostumbrados a ver en el cine americano de los treinta o cuarenta, pero que no ha sido tan abundante en nuestro país. Esta es una película de ahora mismo, con lenguaje del momento, crudo en muchas secuencias, sobre todo cuando aparece el siempre excelente Luis Tosar, aquí en un papel no de protagonista, pero que defiende de forma sobrada.
Una buena propuesta, en fin, que en mi opinión debe ser defendida y no solo por chovinismo. Y una nueva demostración de que no se necesitan grandes presupuestos para sacar adelante productos interesantes. Y aún así,ya se fijarán en los títulos de crédito de la cantidad de personas y entes ha habido que juntar para sacarla adelante.
FERNANDO GRACIA