Mariano Navascués. / Uno de los elementos que denota la simpatía que un restaurante tiene hacia el vino es su carta. De ella se puede extraer muchísima información, como si fuese la huella definitiva para resolver un crimen.
Las hay de todo tipo: caóticas, bien organizadas, pasadas de información, escuetas a más no poder, agrupadas con mayor o menor acierto, escritas con deslices ortográficos, otras correctísimas, muchas sin sentido, verdaderos tochos con más grosor que Los Pilares de la Tierra… todo depende, repito de la presencia que tenga el vino en esa casa.
Dicen que la cocina de un restaurante puede medirse a través de su tortilla de patata. Pues con las cartas de vinos ocurre lo mismo. Lo que ves es lo que parece. Cero sorpresas para bien o para mal.
A mí me hacen gracia los nombres de variedades con faltas de ortografía, zonas inexistentes –en un garito zaragozano leí ‘Denominación de Origen Viñas del Vero’-, coladas en las divisiones que el propio establecimiento hace, poner una parrafada inservible junto a cada referencia, mantener añadas del año catapún, vinos que no corresponden a su ubicación geográfica… hay barbaridad de gazapos. Lo de no poner el precio de cada referencia, ves, no me hace tanta gracia. Cuando están en varios idiomas es para morirse. Todavía resuena aquella foto que pululó durante tiempo en redes sociales de una carta ridícula en la que ‘vino en botella’ se traducía al inglés como “he/she came in bottle”.
Menos mal que hay recursos para todo. En este enlace, mi amigo Carlos Orgaz marca unas pautas para hacer una carta de vinos como dios manda. O al menos como el vino merece.
Mola mil encontrar una carta que hable de estilos, de variedades, de zonas menos conocidas, de vinos del mes en promoción… eso sí está bien. Y no hace falta tener no sé cuantas mil referencias o cuatro contadas. Si el apego y la devoción por el vino es la correcta, seguro que pocos errores habrá. Por el contrario, si a un hostelero el vino se la trae al pairo, seguro que la cata de vinos estará a la altura.
De todo tiene que haber en la viña del señor.