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Caesaraugusta, el privilegio de la única ciudad que fue bautizada con nombre de emperador

Parte de la antigua Muralla Romana que hoy se conserva en Zaragoza

ZBN. / Año 15 a.C. El emperador César Augusto, tras la victoria de la Guerras Cántabras  decide fundar una nueva ciudad en la antigua Salduie, ciudad ibérica. Nace Caesaraugusta, la actual Zaragoza, una de las pocas ciudades romanas que gozará del privilegio de llevar el nombre de su fundador.  Quizás has paseado un montón de veces por el casco antiguo de Zaragoza, pero ¿sabes qué esconden sus calles? Te invitamos a descubrir los restos de la antigua Caesaraugusta: el foro, el puerto fluvial, las termas, el teatro y las murallas.

La ciudad de Zaragoza cuenta con más de dos mil años de historia. La población más antigua documentada data del siglo VII a. C., en los restos de unos poblamientos del final de la edad del Bronce. Sobre el asentamiento ibero de Salduie se fundó, entre el 25 y el 12 a. C., muy probablemente el 14 a. C.,1 una colonia inmune: Caesaraugusta, en honor de César Augusto. Tras una franca decadencia en los siglos III y IV después de Cristo, la ciudad siguió manteniendo con la dominación visigoda su influencia, siendo un destacado centro episcopal.

Salduie fue la ciudad íbera sedetana, organizada como una ciudad-estado, que está documentada desde la segunda mitad del siglo III a. C. En este siglo ocupaba un solar de una hectárea en la confluencia de los ríos Ebro y Huerva, y llegó a las 10 ha en el siglo I a. C. Desde mediados del siglo II a. C. acuñó moneda propia, aunque estas acuñaciones pudieron haberse iniciado un siglo antes. En estas monedas ibéricas se documenta el nombre de la ciudad íbera: «Saltuie» o «Salduie», y no Salduba como se interpretó, por error, el nombre latino de la ciudad documentado en un texto de Plinio el Viejo, «Salduvia».4 Sin embargo, no era la ciudad más importante de la zona: otras ciudades sedetanas como Sedeisken, Kelse o Azaila la superaban, al menos hasta finales del siglo II a. C. Por otra parte, Catón documenta el fuerte viento que sopla en el valle: cercius, el cierzo.

En el siglo III a. C. los sedetanos, al contrario que sus poderosos vecinos los ilergetes, que apoyaban a Cartago, fueron aliados de los romanos en la II Guerra Púnica. La primera mención de este pueblo es de Tito Livio, que describe cómo los romanos, en respuesta de un ataque de los ilergetes a los sedetanos, derrotaron a los primeros y mataron a sus jefes Indíbil y Mandonio.

Pero a pesar de todo durante todo el siglo II a. C. Salduie y el pueblo sedetano se mantuvo fiel al Senado y Pueblo Romano en calidad de «socio» (socii), esto es, aliado antiguo. Por esta razón, la romanización fue avanzando progresivamente a lo largo de todo el valle del Ebro, expandiéndose desde el litoral tarraconense.

A fines del siglo II a. C. ya existe una vía de comunicación construida por los ingenieros de las legiones romanas, cuya misión era comunicar el valle del Ebro hasta Calagurris (Calahorra), con lo que hacia el año 100 a. C. la romanización de Salduie es un hecho. La nobleza local envía a sus hijos a combatir como equites en el ejército romano —el Bronce de Ascoli (89 a. C.) documenta la participación de jinetes de Salduie en la Península Itálica y la excepcional recompensa de la ciudadanía romana por el valor mostrado durante la batalla de Asculum en 89 a. C. — y decora los pavimentos de sus casas con mosaicos. Incluso van adoptando la religión de la cultura hegemónica, por medio del sincretismo de las deidades locales con las romanas. El Bronce II de Botorrita atestigua el sometimiento de las gentes de Salduie y sus alrededores al derecho romano a comienzos del primer siglo antes de nuestra era.

El aspecto de la ciudad durante el siglo I a. C. está documentado por el hallazgo de muros que parapetaban las terrazas fluviales del Ebro y que constituían también casas fabricadas con un zócalo de sillares de alabastro recrecidos en adobe. Los muros serían decorados, como ocurre en el Cabezo de Alcalá (Azaila) con pinturas o, más sencillamente, enlucidos con cal. Los pavimentos eran de ceniza o gravilla apisonada, pero aparecen algunos mosaicos más lujosos de opus signinum, con dibujos hechos de teselas embutidas en mortero.

La colonia inmune romana de Caesar Agusta fue fundada el año 14 a. C., posiblemente el 23 de diciembre.1 Coincidía con la reorganización de las provincias de Hispania por César Augusto tras su victoria en las Guerras Cántabras.

Colonia Caesaraugusta era el nombre que recibía la nueva ciudad, que gozaba del privilegio de ostentar el nombre completo de su fundador, quien encomendó su deductio, como otras muchas tareas del Imperio, a su yerno Agripa.

En la fundación de la ciudad, participaron soldados veteranos de las legiones IV Macedonica, VI Victrix y X Gemina, licenciados tras la dura campaña contra los Cántabros, con la doble intención de garantizar la defensa del territorio a la vez que fijar en él la presencia de Roma. Zaragoza contaba con el título de Colonia Inmune, lo que hacía que disfrutase de determinados privilegios como el derecho a acuñar moneda o la exención del pago de impuestos. Los nuevos ciudadanos fueron adscritos a la tribu Aniense.

En el proceso de reorganización de territorios Hispanos, se crean tres provincias, Tarraconensis, Baetica y Lvsitania, divididas en conventos jurídicos (distritos menores con funciones judiciales y administrativas); de ellos, el regido por Caesarugusta, el Convento Jurídico Caesaraugustano, era el más extenso de los siete en los que se dividía la provincia Tarraconense. Caesaraugusta asumió desde un primer momento el papel de cabecera regional, sustituyendo a la colonia Victrix Ivlia Celsa (en la actual Velilla de Ebro).

El periodo de mayor apogeo de la ciudad (siglos I y II) trajo consigo muchas de las grandes obras públicas, de las que aún hoy podemos ver algunas: el foro, el puerto fluvial (que convirtió a Caesarugusta en el principal redistribuidor de mercancías en el valle del Ebro), las termas públicas, el teatro, el anfiteatro, el primer puente de la ciudad (situado en el emplazamiento del actual puente de Piedra y que probablemente era una obra mixta de piedra y madera).

El agua también ha representado un importante papel en la Zaragoza romana, tanto por su situación a orillas del río Ebro y junto a la desembocadura del Huerva y el Gállego como por sus complejos sistemas de abastecimiento y regadío. Junto a las ya mencionadas termas, se han documentado multitud de aljibes, fuentes y diversos tramos de tuberías de plomo y saneamiento.

Llega el siglo III, la construcción de una imponente muralla y el abandono de las grandes obras públicas denotan el importante proceso de crisis en el mundo romano (segunda mitad del siglo III). El comercio y la vida en Caesaraugusta no decaen y ayudan al florecimiento cultural de la misma.

A lo largo del siglo V, Caesaraugusta, al igual que todo Occidente romano, se ve inmersa en un proceso de desintegración del poder imperial.

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