Miriam Fernández y Fernán Archilla. / En Leshan, una ciudad de la provincia de Sichuan, en China, pudimos admirar el famoso Gran Buda, también conocido como Dafo. Tallado en la ladera de un monte sobre la confluencia de los ríos Min Jiang, Dadu y Qingyi, el Gran Buda mide 71 metros de altura, convirtiéndose en el mayor del mundo esculpido en roca.
¡Sus dimensiones son gigantescas! Sus orejas alcanzan los 7 metros de largo; el empeine, 8.5 metros de ancho, y podríamos tumbarnos a dormir sobre la uña del pulgar del pie (¡el dedo mide 8.3 metros!). Su cabeza tiene 10 metros de ancho y en ella podemos encontrar 1.021 bucles.
Este proyecto colosal iniciado en 713 fue concebido por Haitong, un monje budista que recaudó fondos para su construcción. La obra se concluyó 90 años después. Haitong confiaba en que la presencia del Buda amansaría las fuertes corrientes y protegería los barqueros, ya que río abajo existía un remolino donde desaparecían las barcas. La obra surgió efecto, ya que las piedras que se fueron desprendiendo durante los trabajos rellenaron el canal del río. El interior del cuerpo, al que no se puede acceder, está recorrido por un sistema de drenaje destinado a evitar la acumulación de agua.
En 1996 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Vale la pena contemplar al Gran Buda desde distintos ángulos. Se puede subir hasta la cima de la colina, frente a la cabeza, y descender después por los 250 escalones que te llevan hasta los pies para sentirse como un pequeño liliputiense.
Esta talla representa a un Buda Maitreya con las manos apoyadas sobre las rodillas. Como dice el dicho local: “La montaña es Buda y Buda es la montaña”.