Marcos Díaz. / Javier Allanegui (Zaragoza, 1985) es un ingeniero aragonés con vocación de trotamundos. Tras pasar una temporada en Perú, en una ONG, decidió dar el salto a Asia. Tailandia fue su primer destino, donde estuvo realizando un proyecto colaborativo entre el CIRCE y la Universidad Internacional de Naresuan. Después de esta experiencia en el sudeste asiático decidió irse a Camboya, dadas las oportunidades laborales que existen en aquel país. Actualmente trabaja como encargado de proyectos de ahorro energético en Nom Pen, la capital de Camboya.
En nuestra sección Zaragozanos por el mundo hemos hablado con él para que nos cuente cómo está siendo esta nueva experiencia, laboral y personal, en un lugar tan exótico y lejano como Camboya.
– ¿Por qué elegiste Camboya como destino?
– Me gustó mucho Asia cuando estuve en Tailandia y, estando allí, fui de vacaciones a Camboya. Pensé que era un paso más hacia lo distinto, hacia un lugar menos desarrollado. Enseguida empatizas con la gente de aquí y es un país que está creciendo en todo, al que le faltan muchas infraestructuras. Para un ingeniero, es un sitio muy adecuado para encontrar trabajo. También es un lugar que está cerca de otros destinos interesantes.
– ¿Qué es lo que más te ha costado?
Utilizar el idioma en el día a día. Si te gusta hacer amigos locales, aquí es más complicado. Tienes que buscar a gente que habla inglés dentro de los camboyanos. Luego, aquí es muy difícil andar. Hay aceras, pero con coches en mitad, agujeros… También es muy complicada la burocracia. Cualquier trámite, por sencillo que sea, es muy lento. Estando acostumbrado a España, que no es lo más rápido del mundo tampoco, la diferencia es enorme.
– ¿Tu futuro a medio plazo, lo ves en España o en otro lugar?
A corto plazo, seguro que no. A medio plazo, me gustaría seguir viviendo en distintos lugares. Me llama mucho la atención Sudamérica, donde ya estuve, porque no tienes el problema del idioma. A largo plazo sí que me gustaría volver porque España es un buen sitio para vivir.
– ¿Cómo nos ven los camboyanos a los españoles?
Se creen que somos multimillonarios. El otro día, con un amigo camboyano, estaba esperando a una amiga vietnamita en la estación de autobuses un buen rato. Me dijo: “¿por qué no compráis la compañía, si será como mucho medio millón?”. Le expliqué que en España hay gente que cobra 400, 600 euros… y él me contestaba que eso era imposible, que, en España, de 2500 al mes para arriba. Al fin y al cabo, ellos no tienen una visión concreta sobre España, sino que la tienen sobre Europa. Por tanto, nos meten en el mismo saco que Dinamarca o Alemania, países con una economía mucho más fuerte.
– ¿Es muy fuerte el choque cultural?
Para que te hagas una idea, la hermana de un amigo camboyano conoció a un chino bastante rico. El hombre, de unos sesenta años, se enamoró perdidamente de ella y la ha propuesto que se vaya con él y que allí heredaría todo. Yo no entendía que estuvieran entusiasmados con la idea, ya que no conocían apenas a esta persona y la diferencia de edad es enorme, ya que ella tendrá como 18 años. Sin embargo, ellos lo veían como una gran oportunidad para la familia. Te das cuenta de que no estás en la misma situación que ellos y lo que influye la cultura y la necesidad a la hora de valorar según qué situaciones.
– ¿Se echan mucho de menos cosas de aquí en un país tan exótico?
Se echan muchas cosas en falta. En Sudamérica no lo notas ni la mitad. Ya solo por la comida. Cualquier cosa importada es carísima. El queso, los embutidos, el aceite… cualquier producto. También la vida social es menor, si bien es cierto que he cambiado de casa y trabajo, pero aunque tengo un grupo de amigos, no llevo la misma vida. Para hacer deporte es más complicado, por ejemplo. Si cojo la bici tengo que estar pendiente de no caerme en un agujero, de que no se me lleven por delante…
– ¿Hay muchas diferencias entre los extranjeros que estáis allí y los camboyanos?
Sí. En las fábricas hay gente que está cobrando 80 dólares al mes. Alguien que sabe inglés y puede trabajar en algo relacionado con el turismo, 200. Te imaginas vivir aquí con ese dinero y es difícil. Es cierto que entre ellos son muy solidarios. Muchas veces, cuando quedo con mis amigos de aquí, te das cuenta que ellos no se pueden permitir según qué cosas y no entienden que te gastes en dinero en algunos productos que para ellos son un lujo.
– Concretamente, ¿qué destinos has pensado?
Tengo un amigo aquí que me dice que en Australia hay muchas oportunidades, pero no me llama mucho la atención. Tengo pensado volver a Perú y, si me quedo aquí, estoy empezando a mirar como destino la India. Todo el mundo que va te dice que tienes que ir allí y conocerlo. En resumen, estoy entre Australia -por oportunidades laborales- Perú y la India.
– ¿Qué buena noticia te gustaría contar?
Pues que pese a un inicio bastante difícil en Camboya, con una mala primera experiencia con la ONG en la que comencé, y que me ha costado al principio hacer vida social, al final tengo trabajo y un buen grupo de amigos. La buena noticia es que me he adaptado a esta locura. En el futuro, me gustaría poder contar que he conseguido un empleo en desarrollo rural para una ONG y que me pagan por ello dignamente. Eso sería maravilloso.