Amparo Llamazares. / Cuando hemos visto que nuestros alimentos, tanto de origen vegetal como animal, se podían perder por intereses ajenos a nuestra forma de vida, que la forma de proceder de nuestros productores era barrida por métodos que no se correspondían a nuestras particularidades, es cuando un clamor universal se ha alzado para proteger la singularidad de cada territorio, con sus especies perfectamente adaptadas a cada ecosistema, en el que alcanzar un buen equilibrio ha costado muchos años a nuestra Madre Naturaleza.
Para sentirnos fuertes frente a estos ataques externos de priorizar los términos económicos por encima de los ecológicos y saludables, Slow Food cree que es necesaria una buena Educación Alimentaria a todos los niveles.
Se realizan muchas actividades en todo el mundo para llegar al mayor número de personas que a veces por desconocimiento, no hacen valer sus derechos para decidir qué es lo que quieren comer, de qué manera ha sido cultivado y criado, su procedencia y las características que deben reunir para que la alimentación sea buena, limpia y justa.
Dentro de estas actividades y campañas de sensibilización, destacan en Zaragoza, las que se realizan en estas fechas de mayo, como es ‘El Rincón de los Aceites de España’ y durante el mes de junio, los talleres de escolares sobre alimentación y biodiversidad en colegios y el ‘Aula de Cultura Alimentaria a orillas del Ebro’, entre otras.
Este año, Slow Food celebra el X Aniversario del Aula de Cultura Alimentaria, junto con el Ayuntamiento de Zaragoza en el Museo del Teatro de Caesaraugusta, en la que durante los cuatro jueves del mes de junio, los ponentes nos ilustrarán con los temas elegidos en el salón de actos y a continuación de cada conferencia, tendrá lugar un refrigerio en la espectacular terraza de dicho teatro romano.
Este Aula de Cultura Alimentaria se ha convertido en una institución de referencia en el plano alimentario de España y desde hace 4 años, San Sebastián y Zaragoza han coaligado el aula, sus temas y conferenciantes, denominándose allí con el nombre de ‘Germán Arrién’, Secretario de la Cofradía Gastronómica de San Sebastián.
Durante estos 10 años de esta actividad, han pasado cantidad de personas, historias, proyectos y alimentos de lo más variado que seguramente han dejado huella, han despertado conciencias, han satisfecho nuestra curiosidad o simplemente nos han entretenido.
El Aula de Cultura Alimentaria a orillas del Ebro no hubiera tenido continuidad sin un catalizador claro, Jorge Hernández Esteruelas, Presidente de Slow Food Aragón, una persona con objetivos muy claros y muchos sueños por cumplir que no ha reblado ante las dificultades y ha sabido transmitir a sus colaboradores esta necesidad de un cambio saludable y sostenible en nuestras vidas.
El poder participar en esta actividad abierta a toda la gente que quiera conocer un poquito más de nuestra cultura alimentaria explicada por verdaderos expertos en la materia y de paso probar alguna de las especialidades de las que se van a tratar, creo yo que se trata de una ‘Buena Noticia’ para Zaragoza.