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Vanessa Montfort y Edward Rutherfurd, protagonistas del XI Premio Internacional de Novela Histórica ‘Ciudad de Zaragoza’

Los premiados junto con el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch
Los premiados junto con el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch
Los premiados junto con el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch

Redacción. / La escritora catalana Vanessa Montfort ha recibido este jueves de manos del Alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, el XI Premio Internacional de Novela Histórica ‘Ciudad de Zaragoza’ por su obra ‘La leyenda de la isla sin voz’, publicada por la editorial Plaza Janés. El premio cuenta con una dotación económica de 20.000 euros y una escultura en bronce realizada por el autor aragonés José Miguel Fuertes.

En el mismo acto institucional se ha concedido el Premio de Honor del certamen al novelista inglés Edward Rutherfurd, por su brillante y dilatada trayectoria en el género. Una distinción que el autor de novelas de gran éxito como Sarum, Rusos, Rebeldes de Irlanda, o la trilogía de ciudades, Londres, Nueva York y París, ha recogido personalmente de manos del Alcalde.

Al acto de entrega de los Premios han acudido personalidades de los ámbitos de la cultura, la política, la comunicación, la historia y la Universidad, así como representantes de las principales instituciones.

Vanessa Montfort ha mostrado su enorme emoción por la concesión del mismo. Según ha confesado, Zaragoza se ha convertido para la autora, durante 2015, en una ciudad especial ya que en este mes de mayo participaba como productora ejecutiva en el rodaje de ‘Nuestros Amantes’ que ha tenido lugar en la capital aragonesa.

Ha recalcado, además, que recoger un premio como éste supone «aceptar una responsabilidad: la de estar a la altura de la importante nómina de autores que lo recibieron antes y ofrecer a los lectores más y mejores trabajos».

Para la autora, «la novela histórica es un género sin fecha de caducidad porque estará vivo mientras lo esté el hombre». «Imaginarnos y recrear nuestro pasado es la única forma que hemos encontrado de cumplir nuestro viejo sueño de viajar en el tiempo. Para mí, la Historia con mayúsculas es una inmensa cantera donde excavo para buscar la materia prima necesaria para fabricar el paisaje, contexto y atmósfera que necesitan mis personajes. Pero esa cantera no sólo la forman los libros. La Historia está escrita en las personas y en todos los microscópicos vestigios que nos llegan de ellas en forma de cartas, fotografías, fetiches, narraciones orales que viajan hasta nosotros de boca en boca. Una vez escuché a mi abuelo decir que cuando muere un viejo es como si ardiera una biblioteca. En el fondo, la literatura histórica se nutre de todas esas bibliotecas humanas que forman nuestra memoria. Para mí, la Historia con mayúsculas me sirve para construir un hábitat muy elaborado donde pueda respirar mi historia de ficción y mis personajes. No se trata de fabular la Historia sino dentro de la Historia».

Edward Rutherfurd, por su parte, en su intervención, ha expresado su gran alegría por el Premio y ha explicado que «la historia siempre ha estado presente en mi niñez: en mi familia había tíos y tías que me nutrieron de historias sobre abuelos que habían conocido, y que cuyas vidas habían transcurrido en la época de Napoleón. Sin olvidar mi entorno físico. En los alrededores de Stonehenge, lugar donde se erigían esas imponentes piedras y donde se nos permitía jugar, se alzaba una fortificación celta de más de dos mil años en lo alto de una colina que divisaba toda la ciudad, y también la casa de mi tía, no muy lejos del bosque de William el Conquistador donde se conoce que vivieron (y fueron cazadores furtivos) mis amigos los moradores del bosque durante más de ochocientos años».

Rutherfurd no ha dudado en realizar autocrítica del género de la novela histórica y de advertir sobre los riesgos que autor y lector corren asegurando que «cuando leemos novela histórica, bajamos la guardia de nuestra crítica. Seguimos la historia. Asumimos que el autor está bien documentado cuando a veces no es así. Si la historia está distorsionada, si cierta nación, raza o religión se describe como malévola, esta será la impresión que calará en nuestro subconsciente, sin darnos cuenta de ello y así perecerá. El proceso es traicionero». Por ello, Rutherfurd ha confesado ser muy cuidadoso en la creación de sus obras al detallar que «intento respetar la historia cuando escribo mis narraciones. El entorno y los acontecimientos están documentados. Soy libre al escoger el argumento, pero a veces nacen de historias reales que he descubierto».

En su intervención durante el acto de entrega de los Premios, Juan Alberto Belloch ha ponderado la calidad de la novela ganadora, por su capacidad para recrear una ciudad como la Nueva York del siglo XIX. El Alcalde ha detallado, además, que Monfort logra construir un personaje de Charles Dickens que otorga realismo y fidelidad a la novela histórica, al igual que otros protagonistas de su obra.

Por su parte, del Premio de Honor, Edward Rutherfurd, el Alcalde Belloch ha destacado que ofrece una visión de toda la historia de las ciudades más atractivas del mundo, entremezclando personajes ficticios con otros reales y convirtiendo la investigación minuciosa en el sello personal de sus libros.

‘La leyenda de la isla sin voz’ de Vanessa Montfort

El jurado del XI Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza eligió la novela de Montfort, publicada por la editorial Plaza Janés, por su sobresaliente calidad literaria, su capacidad para recrear de forma brillante el Nueva York del siglo XIX. El jurado ha calificado la obra de ¿innovadora y audaz¿, dotada de unos personajes que otorgan realismo y fidelidad a la novela histórica, en especial han destacado su Charles Dickens.

La obra de Vanessa Montfort se escogió entre las 46 novelas publicadas en 2014 que se presentaron al premio, lo que ha supuesto un récord de participación. Concurrieron las mejores editoriales españolas y americanas, así como los títulos más destacados a lo largo del año. No en vano, el Premio de Zaragoza está considerado como el galardón de mayor prestigio, en su especialidad, en el ámbito de la lengua castellana.

El jurado de esta undécima edición ha estado formado por Espido Freire, Almudena de Arteaga, Jesús Maeso de la Torre, León Arsenal, Juan Bolea y, como es tradición, por un librero zaragozano, Javier Lahoz.

 

 

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