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Miguel Ángel Zamora: “Dormir en mitad de la selva resulta impresionante, parece una cosa de otro mundo”

El ingeniero zaragozano Miguel Ángel Zamora en la presa de Itaipu, en Brasil.
El ingeniero zaragozano Miguel Ángel Zamora en la presa de Itaipu, en Brasil.

Marcos Díaz. / El ingeniero industrial Miguel Ángel Zamora (Zaragoza, 1985)  desempeñaba su profesión en España, construyendo subestaciones eléctricas, hasta que le surgió la oportunidad de probar suerte en Brasil. Su empresa le ofreció como destino este país y Miguel Ángel no dudó a la hora de asumir el reto.

Desde julio de 2013 reside en la ciudad de Porto Alegre, en la región de Rio Grande do Sul. Miguel Ángel nos cuenta cómo es la vida en un país tan fascinante y con tantas posibilidades como Brasil.

– ¿Cómo llegaste a trabajar en Brasil?

– Básicamente, por la situación de crisis que se vivió en España. Yo tenía mi trabajo aquí pero los niveles de presión subieron bastante. Nos exigían la misma calidad y plazo a un precio más reducido. En el momento en el que me plantearon salir de España y probar con otros mercados, no lo pensé ni medio segundo. Me llamaron, me preguntaron: ‘¿Qué te parece Brasil?’ y yo dije ‘Sí’, directamente. Además, ese día me había levantado con el pie izquierdo y era justo lo que necesitaba.

– ¿Qué tal fueron los primeros días allí?

– En un principio fui con gente de España, aunque luego ya me quedé yo solo. El recibimiento fue bueno, pero los tres primeros meses resultaron bastante duros en cuestiones de adaptación. Somos culturas muy diferentes en algunos aspectos.

– ¿Tantas diferencias culturales hay con ellos?

– Sí. Ya dentro del mismo Brasil, que es gigante, hay diferencias. En extensión, estamos hablando de un tamaño similar al de Europa. Conviven una mezcla de culturas impresionante: la cultura europea, la propia de allí y la africana. Hay zonas en las que parece que estás en África, otras que piensas que estás en Europa… Si dentro del propio Brasil te dicen que no tienen nada que ver unos con otros, por ejemplo los del norte con los del sur, imagínate con otra nación. Realmente, es difícil hablar de similitudes o diferencias, depende de la zona en la que te mueves.

La fauna de Brasil cuenta con animales tan peculiares como el perezoso.
La fauna de Brasil cuenta con animales tan peculiares como el perezoso.

– ¿Y a los españoles nos tienen aprecio?

– Los europeos están muy bien vistos. Quizá tengan algo más de rechazo hacia los portugueses -como puede suceder en países colonizados por los españoles hacia nosotros- pero hay mucho respeto por las culturas europeas. Está muy bien visto cualquier cosa que venga de fuera y, por lo general, todo el mundo es bienvenido en Brasil.

– ¿Te preparaste de alguna manera para adaptarte pronto allí antes de ir?

– Pasaron dos meses desde que me dijeron que iba a ir a Brasil hasta que fui. Sí que estudié  un poco de portugués, pero nada relevante.

– En tu caso, fuiste a Brasil con trabajo desde España, ¿Es muy difícil encontrar empleo en ese país viajando sin algo firmado desde aquí?

– No. Encontrar trabajo es fácil porque Brasil es un país en desarrollo. Actualmente está explotando, sobre todo, la construcción. Aunque ahora hay un pequeño bache por todo el asunto de la corrupción, en líneas generales es fácil encontrar un trabajo. Ahora, ¿Qué condiciones va a tener ese trabajo? Eso es más peliagudo. Normalmente no va a haber un buen salario ni buenas condiciones de por medio, por eso digo que, es importante tener un buen contrato atado antes de aventurarse, si no, uno se arriesga a sobrevivir más que a vivir, se trata de un país muy caro a pesar de lo que se pueda pensar.

– ¿Qué echas más en falta?

– Va a parecer un tópico pero, sobre todo, a mis amigos y mi familia. Huyendo de tópicos, siempre que he salido de España me he considerado extranjero. Al final, no me puedo sentir totalmente integrado en otro país. Refiriéndome a la comida, y aunque extrañe cosas de la gastronomía española, he de decir que la brasileña es muy rica, muy variada y  que a mí me gusta experimentar en ese campo. Una cosa que sí que se echa de menos es la seguridad que tenemos en España. Salir a la calle y no estar pensando constantemente en que te pueden atracar… hay que tener mucho cuidado en dónde te metes.

– ¿Impresiona la naturaleza y los recursos que tiene Brasil?

– Todo el mundo debería conocer un trocito de Brasil. Hay paraísos como Fernando de Noronha, al noreste del país, que proporcionan experiencias imposibles en otros lugares del mundo. También es un país con una extensión gigantesca y tiene la suerte de ser muy rico en recursos naturales. Hay otras zonas en el mundo muy extensas pero que no tienen esas capacidades. Cuentan con petróleo, minerales, ganadería, gas, madera… no les falta de nada. Pueden ser independientes y, además, son muy protectores con su industria; imponen tasas muy altas a empresas y productos extranjeros y, por tanto, les sale más barato fabricar lo que sea en Brasil que comprarlo fuera.

El archipiélago de Fernando de Noronha es un paraje de enorme belleza..
El archipiélago de Fernando de Noronha es un paraje de enorme belleza.

– Estuviste una semana durmiendo en la selva, ¿cómo fue esa experiencia?

– Es algo que recomiendo a todo el mundo. Sentirse en un lugar totalmente hostil, en el que cada momento corres el riesgo de que te pase algo pero con la seguridad que da tener al lado a un nativo que conoce a la perfección el medio ambiente me resultó muy satisfactorio, aunque entiendo que haya personas que piensen que no merece la pena correr el riesgo. A mí me gusta mucho la naturaleza; los animales, la vegetación… El Amazonas es algo que tenemos metido en la cabeza desde pequeños. Es algo que aparece en cuentos, en libros o en dibujos. De alguna forma, cumples un sueño. Estar allí y ver que es algo real es una experiencia muy gratificante. Dormir en mitad de la selva resulta impresionante, parece una cosa de otro mundo.

– ¿Tienes intenciones de volver a España?

– La idea es volver. Me gusta mucho experimentar y conocer culturas diferentes pero eso de que como en España no se vive en ningún sitio es cierto.

– También estuviste de Erasmus, en el año 2008, en Noruega, ¿notas mucho cambio entre un país tropical y otro nórdico?

– No tienen nada que ver. Son dos formas de ser muy diferentes. El noruego es una persona que se ha tenido que adaptar al frío y el brasileño es una persona que se ha tenido que adaptar al calor; eso ya lo dice todo. Lo podemos entender precisamente mirando a España: entre un vasco y un andaluz no hay muchas similitudes. No podría decir que ninguno de los dos países sea mejor ni peor, son dos experiencias que hay que vivirlas.

– Y, por último, ¿qué buena noticia te gustaría contar?

– La buena noticia es que, esta vez que he vuelto a España, he tenido otras sensaciones. Por un lado, parece que hemos tocado fondo y que estamos saliendo adelante; por otro lado, creo que hay un entusiasmo generalizado por un cambio en el panorama político. Hemos recuperado la ilusión hacia que las cosas empiecen a mejorar.

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