Alejandro Novella. / No hay cosa más gratificante, en este paso que llamamos vida, que la superación. Ese instante en el que gritas sin contemplaciones un: ¡Lo conseguí! Un último aliento que se pierde entre las lágrimas de euforia al contemplar tu logro. Todos lo ansiamos y todos tenemos opciones a ello, ya que nuestras metas son diferentes en su indiferencia, en que cada cual se marca un objetivo. Paso a paso, escorzo a escorzo, caída a levantamiento. Una prueba-error que te sirve de estímulo para seguir creciendo en este gran tiesto que es nuestro mundo, donde del abundante estiércol nos plantamos para ser más fuertes.
Visualiza lo que quieres y no lo envuelvas en supuestos banales. Por cada situación que te plantees no la llenes de muros pesimistas. Acepta los altibajos como extremos realistas y normales, enfréntate a eso con tu indiferencia, sabiendo que están ahí y que no van a perjudicar tu existencia. Sé capaz de tomar las decisiones. Quizás no las más acertadas, pero será algo que tú elegiste y en lo que creíste. Déjate influenciar, pero no te ciñas a ello, crea tu propia personalidad. Por muchos consejos sabios, tú eres el protagonista de tus fallos.
Si en algún momento estás decidido a hacer algo, a cambiar de rumbo, mantente firme en tus convicciones, no frenes en seco si cae una gota de lluvia. No hagas del ‘grano una montaña’ tu defensa y supérate cada día en algo. Objetivos cercanos, punto a punto, así se hacen las líneas. Y esos trazos son los que dibujarán lo que en realidad eres y te propusiste ser. Todos y cada uno de nosotros empezamos siendo garabatos en un folio en blanco, para más tarde llenarlo de bocetos y planes rotulados de los que en el futuro poder colgar en la pared como premio al esfuerzo. Un emblema a unos años de historia que definirán tu existencia. Pero no tan importantes como los que quedan guardados en tu memoria, como recuerdos imborrables, de unas decisiones que tomaste ese día que te inclinaste a actuar.
Cuando te entren las dudas solo piensa en ese momento de felicidad etérea cuando lograste ese premio que un día dijiste nunca podrías tener. No soy de los tipos que recurren a actos pasados como soluciones a salidas venideras, sobre todo, si son malas experiencias, pero si esto te sirve de motivación: adelante. Tú eres el motor y el encargado de echar la gasolina para funcionar, si no das el paso hacia lo que quieres el que no llega eres tú, no otra persona. Artífice y dueño de lo que uno quiere, la debilidad no es un fallo, sino una tentación que solventar con motivaciones.