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Los robots con emociones del catedrático José Luis Salmerón

Las máquinas pueden tener emociones sintéticas.
Las máquinas pueden tener emociones sintéticas.

Ana Rodríguez. Crear máquinas que puedan emocionarse y enfatizar. Ése es el objetivo del trabajo de investigación que José Luis Salmerón, catedrático de Sistemas de la Información e Informática de Gestión, docente y director del Laboratorio de Inteligencia Artificial de la sevillana Universidad Pablo de Olavide, lleva varios años realizando y cuyos resultados fueron publicados en la revista Applied Soft Computing.

Salmerón, para realizar sus investigaciones, se ha movido en el campo de la Inteligencia Artificial, un área multidisciplinar que engloba a otras como la Lógica Matemática, la Informática, e incluso la Filosofía. La idea que subyace a todo ello es diseñar entidades artificiales con razonamiento autónomo, usando como referencia la inteligencia del ser humano.

Aunque la mayoría de los investigadores en este ámbito se han centrado sólo en el aspecto racional, otros como Salmerón consideran la posibilidad de incorporar emociones como indicadores de estado, a fin de aumentar la eficacia de los sistemas inteligentes.

“Las emociones juegan un papel crítico en el camino del ser humano de razonar y de sus actividades de toma de decisiones. En otras palabras, las emociones tienen un impacto crítico sobre la inteligencia. De acuerdo con esto, los humanos no tomarán una decisión de manera efectiva si su subsistema emocional no está funcionando bien. Por esa razón, la forma de aplicar la función inteligente de las emociones en los robots y cómo hacer que los robots estén dotados de inteligencia están estrechamente relacionadas”, explica el investigador en uno de sus artículos.

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Dicho con otras palabras, es el equilibrio entre emociones y raciocinio el que hace que los humanos sean flexibles y creativos a la hora de enfrentarse y resolver los problemas del día a día. Así pues, si la intención es que un robot pueda improvisar y sepa comunicarse y reaccionar ante situaciones no contempladas con anterioridad, éstos deberían integrar en cierta medida la capacidad emotiva del ser humano.

Por todo ello, los sistemas inteligentes deberían tener mecanismos de retroalimentación que les permitan ser conscientes de estados internos –por ejemplo, experimentar una sensación similar al ‘hambre’ si se están quedando sin energía y deben recargarse-, igual que sucede con los humanos. Ello es fundamental, tanto para tomar decisiones como para conservar su propia integridad y seguridad.

En esta línea, el catedrático afirma: “propuse técnicas de Inteligencia Artificial como una herramienta para generar emociones artificiales en robots inmersos en entornos complejos con alta incertidumbre. Diseñé un modelo robótico que pudiera enfatizar con las emociones de la gente que espera en una cola y, en consecuencia, actuar de forma acorde con el fin de cuidar de ellos”.

El que los robots puedan reconocer los estados anímicos de las personas y actuar en consecuencia, estrecha los lazos entre máquinas y humanos y acorta la distancia que nos separa. “Ahora se están haciendo simulaciones de emociones sintéticas en los robots, un trabajo donde se diseñan sistemas de Inteligencia Artificial aplicada en pronóstico de humano”, explica Salmerón.

Estos estudios podrían tener múltiples aplicaciones en la vida real pues, por ejemplo, un robot diseñado para tareas asistenciales dedicado a tratar con personas mayores podría enfatizar con ellas y detectar, a través de los gestos de la cara, si la persona que tiene delante está sufriendo y puede prestarle alguna ayuda.

“Actualmente donde más limitaciones existen es en el diseño de sistemas autónomos, porque tienen que hacer un aprendizaje en un entorno que, a priori, no se conoce. Es decir, si el robot encuentra algo no esperado, no tiene capacidad de improvisación. Eso todavía cuesta, pero las investigaciones van muy rápido y en unos años se experimentará un cambio muy importante”, aclara Salmerón.

Robots
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Otros proyectos. Por otro lado, además de su trabajo en el diseño de máquinas con emociones sintéticas, el catedrático está inmerso en varios proyectos, entre los que destaca uno de carácter europeo para la gestión de aguas urbanas, consistente en la creación de un sistema inteligente que minimice la pérdida de agua y maximice la calidad del servicio.

Asimismo, en la rama de las nuevas tecnologías aplicadas a la sanidad, Salmerón trabaja en un proyecto de ingeniería médica para el cáncer de próstata, su diagnóstico y tratamiento con radioterapia, además de en otro relacionado con el control del movimiento en la enfermedad del Parkinson.

Finalmente, otro de los temas en el que se haya enfrascado en la actualidad es el desarrollo de un sistema de corte militar, un diseño de inteligencia artificial orientado a la defensa en el que la máquina, de forma autónoma, decidiría cuál, entre varios objetivos, tendría más posibilidades de derribar.

Por último, José Luis Salmerón ha querido lanzar una reflexión sobre la necesidad de que la sociedad invierta en ciencia, tanto básica como aplicada, para poder avanzar y obtener nuevos resultados tan sorprendentes como los alcanzados por este catedrático.

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