Redacción:/ La Basílica del Pilar es uno de esos edificios que dan carácter a una cuidad. Su aspecto exterior a base de torres y cúpulas dibuja un skyline inconfundible que puede verse en la distancia, desde prácticamente cualquier punto de la ciudad.
El edificio es una autentica joya del barroco aragonés y se podría afirmar que es en sí mismo un museo, ya que guarda en su interior obras de altísimo valor.
Varios han sido los arquitectos que trabajaron en su diseño, desde Felipe Herrera ‘el mozo’, que diseño su planta y construyó la fachada sur, a Ventura Rodríguez, que fue quién dio el aspecto final que hoy tiene la construcción.
Muchos son los puntos de interés que tiene la basílica. Además de la Santa Capilla, destacamos para su visita y contemplación los siguientes:
El Retablo Mayor, obra cumbre del artista Damián Forment, es sin duda es uno de los grandes atractivos artísticos que guarda la basílica en su interior. Se trata de un trabajo de concepción renacentista encuadrado dentro de formas y estética góticas. Parte de su importancia, además de la excepcionalidad de la obra, radica aquí, en que nos encontramos ante una obra de transición del Gótico al Renacimiento. Iniciado en 1509 y acabado en 1518, tiene una disposición, estructura y remate que recuerda mucho al retablo de la Seo o Catedral de San Salvador.
El Coro Mayor está compuesto por el conjunto que forman la sillería, el órgano y la rejería. Se encuentra situado a los pies de la nave central, justo en frente del Retablo Mayor.
El Humilladero situado detrás del camarín de la Santa Capilla, es uno de los puntos de la basílica donde la fe y la devoción se muestran en su máxima expresión.
Las Cúpulas no se puede entrar al Pilar sin alzar la mirada al techo. Una buena parte de las cúpulas fueron decoradas con pinturas al fresco que realizaron grandes maestros de la época. La mayoría de las pinturas corresponden a Francisco Bayeu (cuñado de Goya), aunque son los frescos de Francisco de Goya los que más llaman la atención. Esto se debe, además de la calidad de las pinturas, a la importancia e influencia que este genial pintor tiene para toda la pintura mundial.
Las cúpulas pintadas por Goya son dos: ‘La adoración del Nombre de Dios’ (también conocida como el Coreto) y ‘Regina Martyrum’. La primera, de trazos suaves y colores cálidos. La segunda, muy diferente, de líneas más bruscas y expresiones poco definidas, como inacabada. Es sobre todo en esta segunda obra donde se aprecia la pintura innovadora e imaginativa que desarrolló y que también aplicó a sus obras religiosas. Ambos frescos son unos de sus mejores trabajos en cuanto a temática religiosa se refiere.