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Contra el desánimo

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si algo puede salir mal, saldrá mal

Nicolás Abancens:/  José Antonio Marina en una conferencia que impartió en Zaragoza hace ya algunos años y a la que tuve la fortuna de asistir, manifestó su opinión de que el pesimismo goza de un prestigio intelectual que no merece y Popper (otro de mis autores favoritos) en alguno de sus libros, insistía también en la misma idea al calificar al pesimismo dominante en las sociedades democráticas como una de las cosas más negativas que el siglo XX nos había legado, pesimismo que según su análisis carecía de justificación. Con ser tremendas e indefendibles las diferencias sociales y las injusticias que se cometen hoy, no son peores ni más abundantes que las de otras épocas, siendo al mismo tiempo evidente las mejoras que en muchos ámbitos se han producido.

No sé si les pasa a ustedes, pero a mí me sucede con frecuencia el no ser consciente que muchos de los valores, normas y conceptos actuales, son eso: actuales y modernos. Que sólo hace unas pocas décadas (y en algunas partes del mundo hoy todavía) asuntos tan incontestables para nosotros como, por ejemplo, la igualdad entre los sexos y las razas, eran sólo quimeras en las mentes de un puñado de personas ilustradas. Nuestra medida, es la breve vida humana y esa falta de perspectiva histórica nos oculta el hecho de que esos pocos años son sólo un instante en el devenir de la Humanidad. Los cambios perdurables sólo se han conseguido, por lo general, tras lentos y pequeños pasos y pocas veces pudieron ser disfrutados por quienes iniciaron su consecución.

A veces me dicen mis amigos que porqué pongo tanto énfasis en los Derechos Humanos cuando, según ellos, son papel mojado y sólo existen para ser pisoteados. Les respondo que si bien es, en parte, cierto lo que señalan, el mero hecho de que su vulneración y sus incumplimientos nos sean tan insoportables, es la constatación del avance ético de nuestra imperfecta sociedad, que ha transformado en aborrecibles hechos que hasta hace muy poco tiempo resultaban admisibles para la mayoría de las personas.

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. Nuestra obligación es intentar dejarles a nuestros hijos un mundo mejor que el que encontramos y luchar por ello sin descanso.

Alguien podría tacharme de optimista, pero sinceramente creo que se equivocaría, de hecho soy de los que piensan, como uno de los enunciados de la célebre Ley de Murphy, que si algo puede salir mal, saldrá mal. No creo en la suerte, ni creo que el progreso de la Humanidad se produzca de forma natural. Siempre han sido necesarias, y lo seguirán siendo, gentes y movimientos que elevándose sobre la realidad aspiren a un mundo mejor. Por eso no debemos de caer en el desánimo. Muy al contrario, la difícil situación que vivimos debe impulsarnos a cambiarla, igual que quienes nos precedieron trabajaron por mejorar la sociedad que les tocó vivir, pagando en ocasiones sus anhelos con su vida. Nuestra obligación es intentar dejarles a nuestros hijos un mundo mejor que el que encontramos y luchar por ello sin descanso. Nos guste o no, es la única manera de conseguir que el Progreso no se detenga.

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