Yolanda Cambra:/ Y no es que el hecho en sí sea tan importante, sino que nos dedicamos a rumiarlo en la cabeza y terminamos por magnificarlo, causándonos una angustia desmedida. ¡Cómo nos gusta esto de sufrir! Ahora piensa en un día en que te sucede algo positivo. Te alegras, lo compartes con alguien y ya está. Tampoco era para tanto, ¿no?.
Yo controlo con mucho esfuerzo mi diálogo interno cuando me siento mal, así que trato de maximizarlo cuando me siento bien, que es mucho más sencillo. Esto hace que, al final, el balance resulte positivo y no tenga la sensación de vivir una vida mediocre.
Lo primero que hago es respetar mis tiempos y espacios. He descubierto, no hace mucho, que necesito tiempo a solas, en silencio, para conectarme conmigo misma, con mi ser. Ahora soy consciente de que el ruido constante de nuestra sociedad, en ocasiones, me abruma: Tráfico, música, tonos de móvil, griterío, maquinaria... Entre el 75 y el 90% de la información que llega a nuestro cerebro, lo hace a través del oído, y es un sentido que no descansa desde que nacemos hasta que morimos, ni siquiera durante el sueño. No parece raro entonces que necesitemos momentos en silencio, para escucharnos sólo a nosotros mismos, a nuestros pensamientos, a nuestros deseos…
¿Cuánto tiempo te concedes a la semana, única y exclusivamente, para pensar? Para pensar en quién eres, en qué quieres hacer de tu vida, en cual es el sentido de la misma, tiempo a solas para definir tu proyecto vital, para recrearte con lo que perciben tus sentidos, para disfrutar del silencio y de la soledad, para relajarte ante un bonito paisaje o sorprenderte descubriendo lo maravilloso de una puesta de sol, en silencio y solo.
Estamos tan acostumbrados al ritmo vertiginoso, a hacer todo acompañados, que parece que sintiésemos temor de encontrarnos con nosotros mismos, ¿acaso tenemos miedo de descubrirnos? Si me paro a pensar cómo está mi vida, quizá no me guste la respuesta, es muy probable que me tope con la realidad de que mis sueños no se están cumpliendo y que no soy quien quería ser hace unos años. Enfrentarte a esa realidad te ofrece la posibilidad de tomar conciencia y ponerle remedio. En ese momento eres consciente de la posibilidad de elegir.
No siempre utilizo esos “tiempo fuera” para temas tan profundos. La mayoría de las veces, simplemente, disfruto el momento, desarrollo una conexión especial conmigo misma y con el entorno, me siento parte de un todo, integrada. Y ese torbellino de pensamientos automáticos que acostumbra a machacar con carga negativa a nuestra mente, deja paso a otros pensamientos, mucho más pausados y amables, más amorosos y relajantes: “Qué bien se está aquí”, “Me siento afortunada de poder disfrutar de este momento”, “Instantes como este son la verdadera felicidad, y no otra cosa”, “Es un privilegio estar aquí y ahora”, “Guau, ¡qué maravilla!”
Reforzar, o incluso verbalizar, estos pensamientos, nos aporta un gran beneficio. Nos ayuda a valorar la vida que tenemos y no centrarnos sólo en lo que nos falta. Nos enseña que podemos disfrutar de momentos felices sin cacharritos electrónicos, alcohol, dinero, compañía… El bienestar no está en ninguna de esas cosas. Convierte este “tiempo fuera” en tu pastilla contra el estrés, en tu ansiolítico, y adminístrate una dosis cada vez que te sea posible. No tiene efectos secundarios adversos, ni riesgo de sobredosis.
Yolanda Cambra: Coach personal y nutricional