Marcos Díaz. / Una afición compartida con su padre y 15 años de duro trabajo han resultado en la creación, por parte de Alejandro Campoy, del Museo de los Oficios Antiguos de Monegros. Este espacio, que reúne en la colección unas 3000 piezas restauradas y dispuestas cuidadosamente por ámbitos temáticos, es la muestra de la tenacidad y el cariño a estos singulares objetos de este albañil del municipio oscense de Sena.
Como explica él mismo, el gusto por las antigüedades viene de lejos, cuando ya desde los años 70 su padre las recogía. Campoy decidió seguir con la colección y, en el año 2000, se encontraron con que necesitaban más espacio: “ Necesitábamos espacio nuevo porque donde las teníamos se quedaba ya pequeño”, afirma. Es en ese momento cuando surge la idea de restaurar una casa y habilitarla como un museo abierto al público.
Sin más apoyo que el de sus familiares y seres queridos, y una cantidad ingente de trabajo por delante, Campoy decide convertir una antigua fonda en museo. Cuenta que “al principio nadie se lo creía” y que “ha sido una inversión tremenda durante quince años, metiendo ratos libres hasta restaurar una casa entera”, pero, finalmente, el pasado 13 de junio, y tras hacer “hasta las vitrinas”, el museo abrió sus puertas y Campoy vio cumplido su sueño.
Hasta 60 oficios, algunos ya perdidos por completo y otros que se han reinventado, tienen representación en el Museo de los Oficios Antiguos de Monegros, que también cuenta con más de 40 secciones que no corresponden a un oficio como tal y exposiciones temporales de diversa temática: “Hablamos de más de 100 cosas para ver. Hay oficios muy completos, donde hemos buscado antigüedades casi bajo tierra”, asevera Campoy. El guarnicionero, el sastre, el herrero… el recorrido por los oficios que ya no existen o que han sufrido una transformación irreversible es detallada y muy completa, donde subraya Campoy entre ellos “una carpintería completísima con todos los elementos de fabricación de carros”. Además de los oficios, también pueden encontrarse otras secciones dedicadas a objetos tales como bicicletas, sistemas eléctricos antiguos o elementos de tortura que conforman exposiciones temporales.
Un aspecto destacable de este museo es la estudiada disposición de las diferentes elementos en el lugar, algo que Campoy valora mucho: “A todas las piezas les doy importancia y quiero que estén en su espacio”. Gracias a esta preocupación, dice Campoy que en la muestra se puede encontrar, por ejemplo, “una herramienta de 1400 y, en el mismo oficio, otras de la época actual, pudiéndose reconstruir la evolución que ha tenido”.
Una buena acogida
Sobre la acogida que ha tenido esta iniciativa, abierta sábados y domingos de 17:00 a 20:00 horas y con un precio de entrada de 4 euros, cuenta Campoy que ha sido “muy buena” y que la gente va viniendo “poco a poco”, subrayando que “todo el mundo que viene se va contentísimo porque no se suelen imaginar lo que hay”.
En un mundo donde las novedades tecnológicas se suceden constantemente, y donde los objetos quedan obsoletos y abandonados en un breve periodo de tiempo, una visita al Museo de los Oficios Antiguos de Monegros recuerda la relación e importancia que estas herramientas tenían para los profesionales, además de mostrar la elaboración y el cariño que implicaba su producción, convirtiendo a cada una de ellas en una pieza única.