Alejandro Novella:/ Ahora voy… ya me pongo a ello… luego lo hago… Estas y muchas más frases y expresiones son las que usamos cuando no hay motivación, cuando nos da igual todo. Nos dejamos llevar por la inercia de la nada hasta que, o ya es demasiado tarde o se hace mal y corriendo.
Pues claro que sí compañero, para qué voy a hacer algo si lo puede hacer mi yo del futuro. O si no, declinar la oferta y decidirte por algo un poco más… de tu gusto. Pero ¿qué pasa cuando no hay más remedio? Las prisas ahogan y la mente te presiona por sacar algo adelante.
Y ya no hay vuelta a atrás, el señor procrastinación te la ha vuelto a jugar. Tú pensabas que llegabas y no haces más que dar palos de ciego, pero eso sí, desde el sofá. La comodidad nos puede, mientras el miedo a fracasar nos precede. Ya no hay puestas ninguna esperanza en nosotros y eso lo sabemos, y nos da igual. Ya vivimos acostumbrados a dejarlo pasar, a no dar el salto definitivo a hacer algo.
Una obligación, nos duele pero la aceptamos, una proposición, ni la escuchamos. Lamentablemente los consejos se pierden entre el ruido del viento, a la vez que escuchamos programas de berridos sin conocimiento, eso sí, sin levantarnos aún del sofá. Y luego nos quejamos, nos metemos con los otros porque no hacen nada, les gritamos alto y claro, eso sí, desde el sofá, y entonces apagamos la televisión. Qué alivio, y cogemos el móvil, pero ¡joder levanta ya! Haz algo de provecho con tu vida, más llamar la atención y menos esgrimirla y escudarte en la sociedad.
Cada uno es responsable y fin de lo que quiere ser. Lo que se muestra a veces se confunde, pero lo que quieres mostrar debe estar definido desde el comienzo. Defínete, considérate algo en la vida, créate una ilusión de lo que eres, y poco a poco ve construyéndola. Hasta que llegue el día definitivo, ese en el que al mirar atrás ver todo el trabajo hecho, y cada vez te queden menos propósitos para tu ‘yo’ futuro.
En ese momento la procrastinación será un trabajo ya terminado.