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El proyecto ‘Living in the edge’, con participación de la Universidad de Zaragoza, premiado en una competición internacional de estudiantes de arquitectura

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El proyecto “Living in the edge” de Amalia Checa

Redacción:/    El proyecto “Living in the edge” de Amalia Checa, estudiante de Arquitectura, y Leonardo Agurto, doctorando en Energías renovables y eficiencia energética de la Universidad de Zaragoza, en colaboración con Paulina Espinosa y Rob Naulers, ambos de la universidad belga KU Leuven, ha recibido el segundo premio en el concurso Architecture for dissaster reduction and reconstruction 7th Rec Student competition.

El concurso invita a estudiantes de arquitectura y graduados a pensar propuestas para reducir los desastres y sus causas fundamentales y / o para mejorar radicalmente las estrategias de reconstrucción después del desastre, en un contexto actual en el que millones de personas en todo el mundo viven en asentamientos informales situados en zonas de alto riesgo..

“Living in the edge” es una propuesta de urbanismo paisajístico en Chile, en concreto en la ciudad de Concepción, que sufrió una inundación en 2006 y un terremoto en 2010. Actualmente en la ciudad existen asentamientos urbanos construidos en zonas con grave riesgo de inundación, una problemática que se prevé aumente en el futuro, por lo que el proyecto combina un análisis paisajístico con un análisis de las relaciones sociales y formas de agrupamiento tradicionales, proponiendo como respuesta final actuaciones en el paisaje y una nueva tipología de vivienda que reinterpreta el palafito chileno. Los palafitos son parte de la arquitectura tradicional y popular chilena. Son construcciones sencillas y ligeras de madera, elevadas sobre el agua que tienen, por lo general, entre uno y dos pisos como máximo.

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El nombre del proyecto, “habitando el borde”,

El nombre del proyecto, “habitando el borde”, hace referencia a la especial configuración del paisaje de la ciudad de Concepción, donde se podría decir que se está habitando un límite entre el agua y las pendientes. Por lo tanto este análisis del borde y sus dinámicas es el que permite identificar lugares posibles de ser habitados con un riesgo menor.

Para el análisis de las formas de agrupamientos locales y las relaciones sociales en el espacio público, el equipo se basó en unos estudios previos realizados por sus tutores, que analizaban un asentamiento espontáneo en la misma ciudad que se observó durante mucho tiempo y que creció en una colina similar a la de su proyecto. En el estudio se identificaron los principales patrones y formas de agrupación así como interesantes tipologías en espacios colectivos y semi-privados que se crean en este tipo de aglomeraciones urbanas autoconstruidas por la gente.

La propuesta consigue, por un lado, desarrollar una vivienda colectiva de alta densidad en la que cada unidad de vivienda tuviera un mínimo de 60 metros cuadrados, y por otro, crear un edificio progresivo que permitiera a los habitantes ampliar su vivienda según fueran teniendo más recursos para ello. Es decir, un edificio colectivo (lo que daba ventajas desde el punto de vista social) en el que a su vez cada habitante tuviera la posibilidad de aumentar su vivienda. Todo ello teniendo en cuenta la adaptación al paisaje y al contexto microclimático.

Por otro lado, lo principal era idear una forma de gestionar y generar recursos conceptualmente distinta puesto que hoy en Chile casi todo está en manos de empresas privadas. Por lo que el proyecto buscó hacer un re balance entre gobierno, participación de la universidad, las personas y la empresa privada. Para ello, en resumen, propusieron inicialmente un soporte estructural cubierto y fotovoltaico, financiado por el estado, que produce energía que va gradualmente cubriendo con su producción las necesidades de extensión de estas viviendas agrupadas por cooperativas de vecinos.

De este modo en el proyecto se propone una estructura ligera de madera de 4 alturas elevada sobre el terreno gracias a unos pilares situados cada 3 metros. La estructura soporta en total 6 viviendas de dos alturas cada una (3 viviendas por planta). Teniendo en cuenta la viabilidad climática/económica y social de las viviendas, se ha pensado en unos módulos prótesis bioclimáticas de fácil autoconstrucción: un invernadero y un horno solar. Permitiendo el invernadero acumular calor durante el invierno para reducir el gasto en calefacción. Además, y finalmente, el edificio en su conjunto también cuenta con placas solares en su cubierta para dotar de energía eléctrica a las viviendas. En definitiva, es una propuesta que no solo busca la viabilidad arquitectónica y paisajística sino también la social/económica.

El jurado ha seleccionado este proyecto “por la muy interesante decisión de empezar la reflexión por la escala territorial más que por el emplazamiento/escala del sitio. Lo que ayudó a estructurar una cuidadosa conexión urbana y un detallado análisis espacial-social. Fue una participación muy completa con una agradable, estética y llamativa propuesta. La solución de diseño fue altamente debatida por el jurado y muestra una cuidadosa reflexión sobre la tecnología y la tipología. La propuesta resuelve los principales puntos que invitamos a desarrollar en la competición con un enfoque integral, utilizando la arquitectura como un facilitador y yendo más allá de la escala de la vivienda»

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