Redacción:/ Imaginemos que estamos en 1980 en un pueblo zaragozano de unos 1.500 habitantes. Si quisiéramos ir a la ciudad probablemente haríamos una ronda rápida a las casas de los vecinos para saber si alguien lleva idea de hacer el mismo trayecto, y así compartir el coche. Esta es la filosofía de la economía colaborativa, cuyo enfoque de la actividad económica se centra en las personas, el medio
ambiente y el desarrollo sostenible, y no tanto en el capital.Si volvemos de nuestro viaje al pasado y nos paramos en la actualidad nos encontramos con Internet, cuyas posibilidades son casi ilimitadas. Hoy en día ya no hace falta salir y preguntar a los vecinos. Abrimos Internet y tenemos acceso a la misma información pero con millones de usuarios. Existen plataformas para compartir coche, intercambiar productos, aprender idiomas, cuidar animales y muchas más, todas ellas enmarcadas en la economía solidaria y colaborativa.
Estos portales están alcanzando millones de usuarios, lo que desde las redes colaborativas se analiza como un dato positivo. Sin embargo, para algunos sectores se ha interpretado como una posible amenaza. Un caso de actualidad es el de los alojamientos para viajeros.
Si bien hacer turismo es uno de los grandes placeres de la vida, a la hora de planear un viaje se nos abre un abanico inmenso de posibilidades. Un ejemplo fue la opción escogida por Alejandro Lezcano, quien ha recorrido el norte de Europa a través de CouchSurfing, una empresa que pone en contacto a los viajeros con los anfitriones (personas que ofrecen una cama o un sofá de su casa).
Alejandro reconoce que hace dos años decidió viajar mediante CouchSurfing por primera vez por motivos económicos, aunque explica que la experiencia fue tan positiva que “en los siguientes viajes la motivación vino dada más por la búsqueda de una experiencia vital que por el propio ahorro económico.”
Según la experiencia de Alejandro realizar este tipo de viajes no es tan sencillo como pueda parecer a primera vista, puesto que requiere un esfuerzo extra por parte del viajero para crear un perfil atractivo para los anfitriones, que son quienes finalmente deciden a quiénes acogen, y para realizar una investigación, puesto que como señala Alejandro “viajar a casa de una persona ajena no es ninguna tontería, por eso la plataforma te permite ver las opiniones de cada una de las personas que ha viajado a esa casa. Siempre perdía bastantes horas visitando perfiles para asegurarme de que la estancia en esa vivienda iba a ser como me esperaba”. Este esfuerzo extra es uno de los motivos por los que Alejandro opina que el perfil de los viajeros con CouchSurfing es diferente al del modelo de viaje tradicional, dado que requiere convivir, compartir y conocer.
Otra opción de viaje es la que propone Home Compartia, una empresa aragonesa con sede en Zaragoza que ofrece una plataforma donde los usuarios (que ya suman aproximadamente 1.000) se ponen en contacto
entre sí para seleccionar casas con las que realizar un intercambio, que puede ser simultáneo en el tiempo o no. Alberto Guirau y José Luis Lanau, gestores de la plataforma, comparten que en el caso de los intercambios de casas el perfil del usuario es totalmente distinto al que reserva una habitación de hotel. Según apuntan Guirau y Lanau “suelen ser personas con una segunda vivienda que apenas utilizan y que destinan al intercambio, y que ante todo buscan una experiencia comunitaria que les permite estar en otra ciudad o país, pero como en casa. Es un turismo diferente que puede convivir perfectamente en el mercado con los hoteles o inmobiliarias tradicionales”.
Jesús Boillos, secretario general de Horeca (la Asociación Profesional de Empresarios de Hoteles y Restaurantes de Zaragoza y Provincia), también considera que el perfil de quien intercambia su casa no es el mismo que el de quien pernocta en un hotel. Además explica que “este fenómeno en Zaragoza no está tan desarrollado como ocurre en destinos de Sol y Playa debido a que la calidad de la planta hotelera de Zaragoza está a la primera línea nacional, a que hay gran variedad de hoteles y a que son accesibles económicamente.”
A pesar de ser un perfil diferente Boillos explica que “existe cierta preocupación por la desregularización existente en torno a la comercialización de viviendas con fines turísticos”. Dessde Horeca defienden que “debe haber una normativa que garantice los derechos del consumidor, la calidad del servicio prestado al turista y su seguridad”, por lo que propone que “se adopten medidas necesarias para dotar a este negocio de toda la transparencia fiscal y laboral”.
Desde Home Compartia responden a esta propuesta defendiendo que “los usuarios no tienen ánimo de lucro, por lo tanto la regulación de estos intercambios no tiene cabida”. A esto añaden que estas plataformas no pueden catalogarse como economía sumergida dado que, según comentan, «ofrecen más transparencia ya que los usuarios pueden solicitarse entre sí tantos documentos como deseen».
La gran pregunta es, ¿en qué marco legal se encuentran estos fenómenos? ¿Son legales, ilegales o alegales? Miguel Ferrer, abogado y asesor en políticas públicas, prefiere denominarlos como “zonas grises”. Ferrer explica que “no se puede definir los intercambios de casas como economía sumergida o competencia desleal, puesto que supone un cambio en el mercado al que deberán adaptarse los empresarios, igual que ocurrió, por ejemplo, con los videoclubs. Es el sistema de oferta y demanda”.
Su legislación en España depende de cada Comunidad Autónoma, lo que según Ferrer resulta antieconómico. Algunas comunidades limitan por pernoctaciones, otras por espacios de la vivienda y otras por requerimientos técnicos. En el caso de Aragón existe un reglamento que se espera que entre en vigor próximamente.
Según el abogado “sería mejor hablar de políticas públicas que incluyan estos temas en vez de aprobar nuevas leyes. Además resulta irónico que el sector hotelero siempre se ha quejado de la hiperregulación y ahora son ellos mismos los que hacen presión para pedir más regulación”.
Con polémica o sin polémica lo cierto es que ahora las posibilidades son más amplias para todos, tanto para quienes buscan una experiencia de inmersión en un país como para quienes prefieren un viaje turístico más tradicional. Lo importante es escoger la opción que mejor se adapta a cada uno y valorar la libertad de decidir cómo queremos viajar.