Fernando Gracia :/ El máximo aliciente a la hora de elegir ver “Mi casa en París” proviene del elenco protagonista, sin duda. Una película con Maggie Smith, Kevin Kline y Kristin Scott Thomas hace pensar a priori que merecerá la pena, aunque solo sea por los actores.
Y así viene a ser, aunque el filme del debutante Israel Horovitz no ande exento de ciertos méritos, como se explicará más adelante.
En primer lugar, puede chocar que se considere debutante al director, cuando ya anda por los 75 años de edad, pero así es… como director de cine. Figura del teatro norteamericano durante décadas, guionista ocasional para el cine –recuérdese, por ejemplo, “Autor, autor”, con Al Pacino- aún no se había puesto detrás de la cámara, y aquí lo hace para adaptar su propia obra de teatro, “The old lady”.
Tras un comienzo que parece un tanto pillado por los pelos, aunque luego se explicará que no lo es tanto, la acción se centra en la bella capital francesa y más concretamente en el barrio del Marais, donde el personaje de Kline ha heredado de su padre un edificio del siglo XIX, ocupado por una muy anciana señora y su madura hija.
La trama transcurre sin excesivas sorpresas, con algún pequeño bache de interés en el segundo tercio, y oscila entre la comedia y algunas gotas dramáticas, con incursiones freudianas y un pequeño suspense que no desvelaré.
Sin llegar a alcanzar grandes cotas, el filme se ve con agrado, está filmado con corrección y cuando sale al exterior –no se olvide su procedencia teatral- muestra un París hermoso, casi siempre alrededor de las orillas de su río. Incluso se concede alguna licencia “poética”, que algunos tildarán de cursi, pero que funciona.
La película acaba siendo otro filme sobre líos familiares, curiosamente en la misma sala donde en semanas anteriores asistimos a los líos dejados por un brioso amante italiano.
Lástima que se exhiba exclusivamente doblada, sin poder apreciar el que los personajes hablan tanto en inglés como en francés, pero ya se sabe que esto es casi una causa perdida.
Los actores cumplen sin problemas en un filme sin mayores dificultades para ellos. Personalmente me quedo con la interpretación de la siempre solvente Kristin Scott Thomas, actriz bilingüe ya que siendo británica emigró a Francia donde creó su familia y donde actúa con asiduidad en el cine. Aunque curiosamente en el momento de escribir estas líneas esté interpretando a la reina Isabel II en un teatro del West End londinense.
Kline está un tanto sobreactuado a mi modo de ver y a Dame Maggie Smith –no hay que olvidar que está condecorada por la reina- le basta con poner la cara para componer su personaje sin mayores problemas. Aquí interpreta un personaje 12 años mayor que ella, aunque no hay problema con este asunto, ya que siempre pareció mucho mayor de lo que era.
Un título que gustará a los espectadores mayores, que da lo que ofrece a priori y se ha estrenado en una sala apropiada para este tipo de películas, conocida su clientela habitual.