Adrián Luis. / La capital aragonesa es una de las ciudades que más destaca dentro de las fronteras del rap español por la cantidad de artistas nacidos y crecidos aquí. “En Zaragoza en principio siempre ha habido respeto entre los raperos. O sea, a ti te puede gustar lo que hace otro grupo o no te puede gustar pero que no te guste no significa que no le tengas que respetar. Seremos raperos pero antes que nada, personas”, confiesa Xhelazz.
El rapero comparte discográfica (Rap Solo) pero también amistad con los componentes de Violadores del Verso (R de Rumba, Lírico, Sho Hai y Kase-O): “Ellos abrieron mucha brecha en el rap en España e incluso me atrevería a decir en el rap en español y eso es una pasada porque tú ves a unos chavales que se juntan ahí para rapear y vas viendo como poco a poco montan un castillo y joder eso es admirable porque hay mucha gente que lo ha dejado, mucha gente que ha hecho maquetas y lo deja porque no les gusta o porque tienen hijos, el trabajo…”. El MC se sincera y admite que nunca ha aspirado a ser el quinto violador: “Los Violadores del Verso están muy bien como están. Les estoy muy agradecido porque me han ayudado mucho. En sus giras, antes de sacar el disco, ellos me decían: ‘Vente con nosotros’. Y a mitad del concierto decían ‘Este tío es Xhelazz, este tío es de Zaragoza, escuchadlo’. Y me dejaban hacer una canción“.
Quizá sea porque no es una persona problemática –nunca ha tenido un beef, es decir, un enfrentamiento verbal sobre una base con otro rapero– o quizá se deba a su compromiso social –participó junto con otros MC en el tema Rap contra el racismo de El Chojin–, pero la nómina de colaboraciones de Xhelazz va desde ToteKing hasta los zaragozanos Rapsusklei, Sharif y Violadores del Verso. La amistad o el reconocimiento de la trayectoria del otro pueden ayudar a coincidir en un mismo estudio de grabación, aunque a veces puede surgir algún inconveniente: “Siempre está el dilema de la instrumental que tiene que gustar a los dos. Igual te pasa una base y dices: ‘Hostia, pásame otra para elegir’”.
Xhelazz no se decanta entre el cuarto, el estudio o el escenario como su hábitat natural ya que depende de la fase en la que se halle el rapero o productor pero sí que reconoce la “sensación positiva” en los instantes previo a la irrupción en un concierto. Y en esos y en cualquier otro espacio son donde la inspiración mana en la mente del poeta, como los propios raperos se consideran: “Yo tengo un local donde me meto para producir y escribir y suele venirme ahí porque te concentras más pero vamos que cualquier día de parranda te puede venir una idea a la cabeza y coges el móvil y te lo grabas o lo apuntas”. Y ese numen y el propio estilo están determinados por el entorno, el barrio y la ciudad. “Vas cogiendo al principio tus dejes, tu forma de escribir, tu métrica, tus rollos, –expresa Xhelazz– pero a todos nos ha influido Zaragoza, de hecho, cada ciudad tiene un poco su rollo”.
Pero no solo el ambiente, sino también las propias aficiones se reflejan en las letras de sus canciones como, por ejemplo, la literatura. “Leer para el rap es importante. Hay peña que se emperra en pasar del tema de la lectura tío, tampoco digo que haya que ser un catedrático ni que tengas que estudiar ni nada, pero las palabras son como balas que luego tú disparas”, señala El soñador elegido, otro sobrenombre de Mario Celimendiz que proviene de la traducción al castellano del nombre del escritor Khalil Gibran. Siempre Xhelazz ha reconocido su admiración por el poeta libanés, a quien descubrió gracias a un biblioteca: “Yo estaba en un momento un poco depre y su lectura me ayudó mucho a darme cuenta de las cosas e intentar espabilar, es decir, tenemos una vida tío, hay gente que dice que luego después de la vida hay cosas, yo no lo sé, nadie lo sabe pero por si acaso vamos a aprovecharla a ver si no va a haber nada”.
Además de los libros, el MC zaragozano ama la música en sus diversos géneros salvo contadas excepciones: “Sé que la zarzuela, por ejemplo, no me mola mucho o las jotas incluso”. No obstante, Xhelazz declara no poseer “prejuicios para escuchar música”, así que no resulta extraño encontrarle por alguna tienda de discos con R de Rumba en busca de sonidos y ritmos.