Marcos Díaz. / La mortalidad infantil en Guatemala es una de las más altas de todo el continente americano. Según el Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), se sitúa en el 32,5 por mil durante el periodo 2010-2015. Además, dentro del territorio guatemalteco, existen zonas donde esta tasa resulta mucho más alta, como sucede en el Corredor Seco, una de las áreas más castigadas del país. Por otro lado, la formación humana para enfrentarse a situaciones tan duras como las que se pueden encontrar en zonas desfavorecidas, en ocasiones, no resulta lo suficientemente completa.
Es por ello que, en 2011, Manolo Marín fundó Aduya. La iniciativa nace con tres ejes bien definidos: el trabajo de campo en Guatemala, una exhaustiva formación de los voluntarios y la sensibilización de la sociedad, tanto en Zaragoza como en Guatemala.
Este enfermero de bomberos, que ha trabajado en grupos de ayuda en catástrofes internacionales, observó que, en ocasiones, fallaba en el voluntariado la preparación humana ante la situaciones que se podían encontrar: “Si la gente no está bien preparada puede entrar en depresión y no puede tratar bien a la gente, no porque no quiera, sino porque no tiene la formación necesaria en ese aspecto”, matiza Marín, explicando que “cuando vas a un terreno donde no va nadie, es duro lo que se ve”.
Aduya trabaja en dos zonas de Guatemala: en Quetzaltenango y en el Corredor Seco, una de las áreas más desfavorecidas del país. Allí, este proyecto se dedica a la búsqueda de niños en zonas rurales con desnutrición severa y a la formación de los promotores locales y de las comunidades indígenas que allí residen en asuntos como higiene, salud y nutrición.
Sensibilización en Zaragoza
Pero Aduya no solo opera en este país, ni tampoco es solo una ONG sanitaria. En Zaragoza desarrollan el programa ‘Construir el futuro’, enfocado a la sensibilización en centros educativos, poniendo de relieve la importancia del voluntariado y promoviendo un planteamiento crítico hacia las injusticias que existen en todo el mundo.
En la actualidad, esta iniciativa la componen 204 socios. La financiación de Aduya deriva de ellos y de otras fuentes que han querido colaborar con este proyecto, como son los donativos que aportan los colegios a los que acuden, los beneficios que obtuvo la carrera 10K de los Bomberos de Zaragoza, contando con la colaboración de Laboral Kutxa, o la recaudación de obras de de la Compañía de Teatro Montearagón.
Algunos datos que apoyan la labor de Aduya son la formación de 200 promotores sociales y 100 de salud, así como de 75 auxiliares de clínica, favoreciendo de esta manera a más de 60.000 niños. Estas cifras, junto a la intangible y necesaria labor de sensibilización que lleva a cabo, abalan el buen hacer de una iniciativa que, esperemos, siga creciendo en el futuro.