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Muchacho sentado mirando a la Torre Nueva

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Nos ofrece un diálogo entre la contemporaneidad y el pasado.

Redacción:/   Tras la rehabilitación de este escenario cargado de historia y de cultura, se nos ofrece un diálogo entre la contemporaneidad y el pasado. Diálogo silencioso, diálogo emotivo por la voluntad de recuperar un desaparecido hito urbano, la Torre Nueva. Como el campanile pisano, su inclinación llegó a superar los 2 metros respecto a su eje original pero, en lugar de asegurar su cimentación, se prefirió derribarla. Sin embargo,en 1989 en el mismo lugar donde se alzaba la torre mudéjar, y aunque la reconstrucción que se hizo del arranque de la torre fue derribada por orden de la DGA, la escultura del muchacho pervive como un potente icono de la perplejidad e incomprensión ante la desaparición de la torre.
El muchacho mantiene un diálogo visual hacia la altura máxima que tenía la torre, un diálogo con algo intangible, con esa arquitectura desaparecida, dentro del espacio pero fuera del tiempo, conviviendo con los transeúntes, formando parte de su entorno histórico, convidando a sentarse y a observar y así dejar aflorar el pasado en el presente, la memoria viva en la cotidianidad.

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icono de la perplejidad e incomprensión ante la desaparición de la torre.

Con su intervención, Santiago Gimeno  lega una figura a tamaño natural en el espacio público, una escultura tan figurativa como hiperrealista, en la que se hace fehaciente su bien hacer escultórico, su conocimiento de la técnica, del oficio en todas sus vertientes y, en especial, con aquel relativo a su acabado: la fundición. Se podría trazar un paralelismo con las representaciones de Pessoa en Lisboa, de Torrente Ballester en Salamanca, o de la niña de la Constitución en Girona. Se trata siempre de esculturas hiperrealistas y, sobre todo, postmodern, colocadas en el espacio público sobretodo a partir de la década de 1990: representan figuras a tamaño natural realizadas en bronce dentro de una técnica tan perfecta como preciosista que demuestra el valor en alza por la figuración en el espacio público desde el momento que estas piezas conviven con los ciudadanos como un personaje más. Pero todas ellas tienen en común un importante dato: aparte de su indiscutible valor artístico, no actúan como elementos ornamentales ya que son obras encargadas como monumentos de homenaje que deben mantener vivo el mensaje que aparejan para la memoria colectiva de la posteridad.

 

Autor: Santiago Gimeno LLop (Escultor)
Emplazamiento: Plaza de San Felipe
Materiales: bronce
Dimensiones :87,50 x 0,46 x 0,68 m.
Cronología :1991

Autor de la Ficha: Carme Grandas Sagarra
Bibliografía: SALANOVA ALCALDE, Ramón: «Patrimonio cultural, ciudad y relaciones interadministrativas: los casos del Memorial de la Torre Nueva, del Torreón Fortea y de la Torre del Trovador», Revista aragonesa de administración pública, nº 20 (2002), pp. 513-540.
fotografías: ZBN

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