Elena Lechon./ Desde hacía mucho tiempo, prácticamente desde que empezó a hablar, mi hija mayor nos pedía un perro en casa, y en honor a la verdad tengo que decir que se me ponían los pelos como escarpias sólo pensar en tener a un peludo de cuatro patas en mi casa: pelos por toda la casa, pendiente de que el perrico dé sus paseos…en fin, que no quería ni oír hablar del tema.
La chiquilla crecía y su insistencia también, así que , y ahora retomo el relato, hace ahora unos cinco años, empecé a buscar una alternativa que diese solución al deseo de mi hija sin pasar por un perro en casa, y así, navegando por Internet di con Zarpa.
Contacté, enseguida me explicaron como funcionaba esto del voluntariado, me facilitaron el formulario a completar y sin pensármelo mucho, lo rellené, y lo envié.
Según me explicaron desde Zarpa ser voluntario es acompañar a los perros que tenemos rescatados, sacarlos a pasear, cepillarlos, ponerles la comida, limpiar sus caniles, rellenar bebederos, darles caricias, mimos, malcriarlos un poco dándoles chucherías, etc.
Lo que no me advirtieron, y eso ahora con la perspectiva del tiempo me parece básico, es lo que ellos, nuestros peludos iban a hacer por mí.
Los que estáis leyendo ahora esto pensaréis que definitivamente tantos pelos y tantos lametones me han hecho perder la razón, ¿qué te van a dar unos perros abandonados?, amor, cariño, ejemplo de superación, capacidad de perdonar y olvidar, etc., vamos que me han robado el corazón.
Pero no sólo a mi, os aseguro que todos los voluntarios zarposos si tuvieran la posibilidad de explicarse, os dirían lo mismo, los animales son seres vivos generosos en sí mismos, pero además los que han sido víctima del maltrato y del abandono son todavía más, porque una vez superados todos sus miedos sólo saben darte amor a raudales y más de un lametón.
El tiempo que pasas con los peludos es en muchas ocasiones uno de los mejores ratos de la semana, estás con ellos y desconectas del trabajo, de las preocupaciones, de las cosas cotidianas que a ratos te sobrepasan o simplemente te cansan en determinados momentos, un paseo por el campo, entre maizales, al sol y al calor o al cierzo y al fresco, según la estación del año, un buen rato rodeado de perros y personas amantes de los animales, a las que no les importa quién eres, de dónde vienes, en qué trabajas o cuánto tiempo hace que estás en el paro, sólo importa pasar un buen rato y dedicar toda la atención a los animales.
Charlamos de los últimos rescates, del tiempo, o de cosas más personales si te apetece, o si no sólo escuchas, lo que te pida el cuerpo y tu carácter, ¿haces amigos humanos?, si también, aunque no es obligatorio por supuesto, pero es inevitable.
Por eso cuando me preguntan ¿por qué? o ¿pero tienes ganas de madrugar el fin de semana para ir a eso de los perros?, pues si, tengo ganas, engancha, es terapia a saco.
Está claro que lo mejor para nuestros animales rescatados es tener un hogar y una familia definitiva, pero mientras tanto ,una vez rescatados del abandono sólo tienen la guarde , a los voluntarios, a las casas de acogida y a otros ángeles que son las madrinas y los padrinos, qué son una parte muy importante de Zarpa, aunque como el espacio por hoy se me acaba, quedamos pendiente, y que no se nos olvide entre todos, de hablar próximamente de los otros pilares zarposos, nuestras queridas y muy necesarias acogidas y nuestros queridos e imprescindibles padrinos y madrinas, es importante que sepáis que hay diferentes maneras de echar una mano, y poco a poco lo iremos contando.
Ya vamos terminando por esta semana, aunque si estás leyendo estas líneas y te ha picado el bichito de la curiosidad, no lo dudes, prueba, hazte voluntario y ya nos contarás tu experiencia.