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Rosabel Lacoma: “La danza es más profunda que la palabra, es más auténtica”

Rosabel Lacoma es una de las pioneras de la biodanza en España.
Rosabel Lacoma es una de las pioneras de la biodanza en España.

Marcos Díaz. / Rosabel Lacoma es la presidenta de la Asociación Biodanza Aragón y Cataluña. Lleva más de diez años realizando esta práctica que busca integrar los potenciales del ser humano a través de la danza y el contacto con su dimensión instintiva, siendo la primera facilitadora aragonesa de la misma.

Desde Biodanza con Rosabel ofrece sesiones de dos horas semanales, comenzando las inscripciones a partir de septiembre. Cuenta con dos grupos fijos, los miércoles y los sábados por la tarde, quedando abierta la posibilidad de realizar sesiones otros días de la semana.

Además de la práctica enfocada a todos aquellos que quieran acercarse al ámbito de la biodanza, Rosabel  ha trabajado con grupos concretos, como niños autistas, personas con síndrome de Down, pacientes oncológicos y embarazadas, realizando sesiones específicas.

También imparte cursos intensivos a lo largo del año, como Biodanza Pirineos, que ha tenido lugar del 19 al 23 de agosto en Isín, en pleno Pirineo aragonés, y donde se juntaron personas de toda Europa relacionadas con la biodanza.

Hemos hablado con ella sobre la biodanza, sobre cómo vive esta práctica y qué ofrece a la hora de mejorar la vida de las personas y el mundo.

– ¿En qué consiste la biodanza?

– Es una práctica terapéutica que se vale de varias herramientas, sobre todo la música, el movimiento, la voz -canto, sonidos primitivos, risa- enfocada sobre todo a conectar con tu voz y gesto auténtico. Música y movimiento, danza. Una cosa muy importante de la biodanza es el grupo, no se puede practicar solo. Son muy importantes las interrelaciones que suceden en el grupo en una sesión. Con ellas, lo que se hace se potencia mucho más.

Es una práctica que lleva desarrollándose desde los años 60 y empezó en Chile. Rolando Toro, un psicoantropólogo chileno, es su creador y llegó a estar nominado al Nobel de la paz. Lo que busca la biodanza es que el ser humano integre todos sus potenciales y que eso haga que haya un mundo mejor. La biodanza busca felicidad ‘sostenible’ basada en un bienestar real, con unas bases reales que son la satisfacción de nuestras necesidades mas profundas. También ser un elemento de cambio en la sociedad.

– ¿Tiene algo que ver con otras disciplinas como el psicodrama?

– Tiene que ver pero se diferencian bastante. Hubo una época en la que surgieron muchas prácticas y formas de desarrollo personal, en los 60, y tenían algo en común que es recobrar el cuerpo. Veníamos de una época donde todo era muy cerebral y el cuerpo no se tenía en cuenta. Ahora sabemos que todas las emociones tienen en el cuerpo una resonancia y que se piensa por todas nuestras partes corpóreas. Los órganos tienen receptores que reciben información que puede ser mucho más fidedigna que el resultado del pensamiento lógico en sí. Hemos perdido el instinto pero nosotros tenemos una parte racional y otra animal. La parte racional ha cogido mucha fuerza en detrimento del instinto, que es lo que tiene que ver más con la salud. Hay que volver a recobrar nuestras sensaciones internas y por eso la música, que es un lenguaje universal, es muy adecuada.

La biodanza va un poco más allá de la musicoterapia y, además del efecto terapéutico de la música, al añadir movimientos y gestos universales, que acaban generando danzas, hace que te sientas más vital, que entres en comunión contigo o favorecer el vínculo con el resto.

En la biodanza, la herramienta maestra es la vivencia, conectando el pensamiento, el sentimiento y la acción.

– ¿Cómo comenzaste en la biodanza?

– A través de unos amigos. Siempre me ha gustado mucho bailar y aprender diferentes técnicas de baile, sobre todo las que se centran en la parte vivencial, en disfrutar de la danza. Me comentaron que esto me iba a gustar, ya que relacionaba la danza con el crecimiento personal. Fui a la escuela de Valencia, donde me formé, hice los tres años de formación requeridos para enseñar con el Sistema Oficial Rolando Toro.

– ¿Qué reacciones y evolución observas en los alumnos?

– Desde la primera clase, los cambios en el humor, en el humor endógeno, se notan y, a partir de los tres años, el cambio es radical. Tiene mucho que ver con recobrar el sentido de tribu, con la retribalización, acostumbrados como estamos a vivir en una sociedad individualista. Vuelven las ganas de estar con las personas, hacer cosas con la gente y conectar con los demás, no ya desde la palabra, sino desde la danza. Y es que la danza es más profunda que la palabra, es más auténtica.

– ¿Crees que la sociedad actual, entonces, no valora lo suficiente la faceta instintiva del ser humano?

– En la sociedad lo que prima es lo racional. Las relaciones son cada vez más superficiales y eso lleva a un punto donde hay cada vez más desconexión entre lo que pensamos, sentimos y hacemos. En biodanza se conectan con el movimiento y la música estos tres centros. En la biodanza, la herramienta maestra es la vivencia, conectando el pensamiento, el sentimiento y la acción. Lograr eso sin música y sin movimiento es muy difícil, es un camino muy largo a partir solo de la palabra. Digamos que la biodanza propone un atajo que, unida con otras técnicas, es mucho más corto.

– Por último, ya que somos Zaragoza Buenas Noticias, ¿qué buena noticia te gustaría compartir?

– Rolando Toro decía que si practicase biodanza el 10 % de la población mundial, se llegaría a un cambio radical de las relaciones humanas. A mí me gustaría que eso se pudiera conseguir; ¡y por mi parte estoy inmersa en ello!.

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