Fernando Gracia./ La aparición en nuestras pantallas de un nuevo título del oscarizado Jonathan Demme mueve en principio a curiosidad al aficionado Madre Rockera. Es cierto que hace bastantes años que no alcanza ningún éxito, pero el recuerdo de “El silencio de los corderos”, “Philadelphia” y algún otro título más de los ochenta hace pensar que algo de brío le puede quedar al americano.
El espectador se encuentra con un arranque de exaltación al rock clásico, que enseguida devienen una suerte de comedia sobre reencuentros familiares, que desemboca en melodrama de no muy altos vuelos para rematar en un final de buen rollito amenizado por una buena ración de rock and roll.
Tras constatar que la película no pretende gran cosa más allá de permitir lucirse a la Streep, que se lo debe haber pasado muy bien haciendo de rockera, se puede uno relajar y dejarse llevar por un guión bastante previsible que si a uno le gusta esta música –como a quien suscribe- y le caen bien los protagonistas, que también, y así pasar un rato suficientemente agradable.
No se espere más de la propuesta. Todo es bastante simplista y las pretensiones no parece que en ningún momento hayan sido de altas miras. Tiene como curiosidad el ver a una hija de Meryl Streep haciendo de eso, de hija suya. Atiende al nombre de Mamie Gummer y defiende un personaje antipático de salida, que poco a poco irá cambiando, como no podía ser de otra manera. Se parece a su augusta mamá en la nariz. De sus cualidades artísticas ya juzgaremos si sigue haciendo carrera en la pantalla grande. Parece ser que hasta ahora sus méritos se centran en la peque
A la postre lo mejor me han parecido los números musicales, a base de rock cañero con remate final a base de temas del boss –Bruce Springteen, por si hay lectores no demasiado puestos-.
No va a añadir laureles a las carreras ni del director ni de su pareja protagonista, pero ni mucho menos se puede considerar una mancha en las mismas.
Un producto distraído que puede valer para estas tardes calurosas de verano, habida cuenta que el resto de ofertas tampoco son para hacer doblar las campanas.
FERNANDO GRACIA