Diego Medina./ Los puentes han sido una infraestructura mas importante de lo que se supone hoy día. Se pueden vadear, el mismo Ebro era y es vadeable cuando pasa por Zaragoza en los meses estivales pero un puente te permite cruzarlo sin depender de épocas y de caudales. Militarmente son un recurso de vital importancia y los Romanos, como civilización militar que era lo sabían. Sus ingenieros eran capaces de diseñar y construir puentes de tal calidad que han llegado hasta nuestros días un gran número de ellos (guerras y bombardeos aparte).
La ciudad de Caesaraugusta fue fundada en torno a los años 13-14 antes de Cristo junto a la ciudad íbera Salduie. La importancia estratégica de la zona ya la conocían los Romanos desde que llegaron a la península siglos antes. Estaba situada entre tres ríos, en un cruce de caminos. Además, en tiempos sin autopistas ni aviones, los ríos eran una vía de comunicación crucial. Era lógico pues, que construyesen un puente aquí.
El puente de piedra, es así mismo de piedra por varias razones: por el caudal cambiante del Ebro, el menor mantenimiento y mayor durabilidad y por el abastecimiento de agua. Esto es, pese a que en verano el río fuese fácilmente vadeable la situación en invierno y en primavera era totalmente distinta. La piedra resiste mejor la fuerza del agua, necesita menor mantenimiento y dura más que la madera. Por último, en el puente instalaron unas tuberías de plomo que traían a la ciudad agua fresca del río Gállego y la piedra resiste mucho más peso.
Durante siglos fue el único sitio en el que cruzar el Ebro en muchas leguas. Había que ir hasta Miranda de Ebro, por ejemplo, por lo que ha sido atacado, defendido, bombardeado, destruido y reconstruido. Y en el S.XXI, aun sigue en pie y en uso.
A finales del S.XIX Zaragoza había crecido notablemente, en ella estaba instalada una incipiente industria y comunicaba con el exterior mediante el ferrocarril desde hacía algunos años. Este crecimiento significó para el Ayuntamiento acometer obras y equipar a la ciudad de nuevas infraestructuras. Por ejemplo, el nuevo matadero o el mercado central pero de ellos hablaremos en otra ocasión.
En 1876, el Ayuntamiento solicitó al poder central poder solucionar dos asuntos que llevaban tiempo causando problemas y que ya eran de una necesidad apremiante. Ambos estaban relacionados con el viejo puente de piedra.
Como ya señalé antes, durante muchos siglos, el puente de piedra había sido el único puente por el que cruzar el Ebro en kilómetros. A este hecho, a finales del S.XIX se añadieron el aumento de población, la industria y la Estación del tren en la margen añadieron el aumento de población, la industria y la Estación del tren en la margen izquierda. De modo que recibía mucho tráfico y provocó un rápido deterioro en su estructura, junto con continuos atascos en la calle D. Jaime.
La primera alternativa que se planteó fue la reparación del puente y asimismo ensancharlo para que fuese capaz de aceptar mayor volumen de vehículos y personas pero enseguida surgió la idea de construir un segundo puente, solución ganadora al final. Sin embargo, hubo que esperar para que fuese oficial porque se disponía de un presupuesto muy ajustado y existían voces discordantes que no le veían viabilidad al proyecto y abogaban por tirar el puente de piedra y hacer uno nuevo en su mismo emplazamiento pues era mejor tener sólo uno y abrir una gran avenida que tener que hacer otro, reparar el anterior y desviar así mismo una ronda. Al final, (y afortunadamente porque derribar el puente de piedra hubiera sido un crimen) a primeros de 1884 se emitió un dictamen oficial en el que se establecía la construcción de un nuevo puente y la reparación del puente de piedra quedaba aplazada.
En 1893 se aprobó de forma definitiva la construcción de un nuevo puente moderno, de hierro. Fue emplazado en la plaza Tenerías porque en ese punto confluirían las carreteras hacia Madrid y la frontera Francesa, al levante (Castellón y Valencia) y a Teruel.
Finalmente, el 18 de Octubre de 1895, el por entonces alcalde de Zaragoza, Miguel Alejos Burriel inauguró el nuevo puente, bautizado como Puente del Pilar.
Hasta 1967, año de la inauguración del puente de Santiago compartió el uso con el antiguo puente de piedra. En los años 90, tras cien años de servicio y con el nuevo puente de la Unión terminado, fue reformado y destinado el uso peatonal mientras que para la circulación se construyeron dos añadidos laterales.
Hace unos años se cambió su tradicional color verde por el azul y blanco en honor al Real Zaragoza y vuelve a necesitar un nuevo pintado. ¿De qué color lo pintarían ustedes?. Yo preferiría volver al verde que todos hemos conocido.