Lourdes Muñoz. / Tras muchos debates sobre el camino que está siguiendo la educación, César Bona afirma que una nueva educación es posible, donde los niños aprendan a gestionar sus emociones, empatizar y colaborar entre ellos. Una nueva enseñanza, donde la metodología más efectiva es implicarse con los alumnos.
Este maestro zaragozano es un experto en conectar con los alumnos: «la clave es la empatía, escuchar y ver que les hace falta», explica Bona. «Los niños necesitan que alguien les escuche en la escuela, dejar las programaciones a un lado y que se les conozca. Antes, la educación era unidireccional, pero los niños necesitan hablar y expresarse».
La nueva educación nace como fruto de las cientos de preguntas que Bona se planteó a sí mismo tras sus conferencias: «En el libro explico lo que yo he vivido y cómo he ido aprendiendo», una obra para decirle a los futuros maestros lo «importante que es nuestra profesión». Escrita en primera persona, Bona relata sus propias experiencias, anécdotas y los momentos clave que le han convertido en el maestro que es hoy.
El futuro de la profesión
Bona insta a escuchar a los alumnos, dejar la programación e invitarles a participar. Respecto al futuro de la educación este maestro se declara optimista :»hay cientos de maestros que viven con pasión pero son anónimos, muchísima gente loca por trabajar y dar un paso adelante». Asimismo nos explica que aunque lo que comúnmente se pretende, es el máximo nivel de estudios para los niños, también hay que desearles «el nivel de felicidad«.
Respecto a los castigos afirma que no funcionan, «yo lo he hecho, pero no es útil, lo que haces es canalizar tu propia frustración. Si el niño se comporta así, es por una razón y hay que ayudarle. Soy más partidario del refuerzo positivo«.
Para Bona, un amante apasionado de su profesión, lo mejor de ser maestro es que «tienes la posibilidad de invitar a los niños a crear una sociedad mejor. Estar rodeado de niños te hacen ver las cosas posibles y a usar la ilógica y el absurdo que a veces tienen».
Bona no se olvida de los futuros maestros y les aconseja que tengan una actitud positiva cada día, aunque a veces tengan que «saltar como el salmón, a contracorriente».