Alejandro Novella./ Todo es tan fácil como ir más allá de lo que tus pupilas te describen. Un paseo por la calle puede convertirse en la historia más surrealista creada de algo tan real como una caminata. Diviértete observando y sacando detalles de cada uno que se ponga en tu punto de mira.
No me refiero tampoco a aquellos seres convertidos en scanners, que no hacen más que sacar una radiografía completa de la chica/o bueno de turno. Sino de creerte parte de esa vida, tampoco quiero usurpar identidades, pero qué puede pensar esa persona, a dónde irá, cómo es, cuestiones que nunca sabrás pero que sí que puedes imaginar.
Alimenta tu mente con cada salida de casa. Ten una envidia sana por cómo le pueden ir las cosas con la persona que te acabas de cruzar, haz un acto de ponerte en la piel del otro por un momento. Crea un tu cerebro una ficción vital donde encarnas otro cuerpo ¿estás cómodo? ¿cómo te sientes en alguien que no eres tú?
Todo esto desde el punto de vista sin maldad, los prejuicios no son buenos compañeros.
¿Qué podemos encontrarnos un día cualquiera? Un camarero, un ejecutivo con traje saliendo del banco, dos adolescentes, una pareja de ancianos cogidos de la mano, un joven paseando a su perro, un barrendero, universitarios aprovechando los ‘juernes’…
Todo un elenco de actores puestos a tu disposición y a todo lo que abarque uno de los bienes más preciados que tenemos, la mente, y más concretamente la imaginación. Ese poder de transformas cosas tan nimias, simples y cotidianas en un entramado de historias que salen de ti mismo.
Y si, algunos días estás falto de creatividad, solo observa, pero recréate en sus gestos –sin convertirte en un voyeur acosador- siempre desde una mirada sincera, ponte a mirar las cosas con la cabeza alta, las personas, cómo se comportan, porque tú también eres un ser sentimental y quizás, aunque no conozcas a nadie de los que pasan a tu lado cuando vas a trabajar o a cualquier sitio, puedes llegar a aprender más de lo que tú crees.
Mira, observa, echa un vistazo, ve, aprende de lo que las personas te ofrecen gratis por el mero hecho de ser personas. La cabeza alta, y la mirada siempre atenta, dos premisas que poner en práctica cada día y con las que te podrías llegar a sorprender si dedicas un poco más de tiempo a ver lo que pasa a tu alrededor en vez de mirar al suelo, o rallarte en demasía por tus problemas.
Alejandro Novella