Marcos Díaz. / La trayectoria de Rafael Álvarez ‘El Brujo’ puede considerarse como una de las más reconocidas y prestigiosas del teatro actual en España.
Este sábado y el domingo, ‘El Brujo’ representará en el Teatro de las Esquinas ‘El Asno de Oro’, su adaptación de la obra del autor romano Lucio Apuleyo donde el protagonista, Lucio, se ve convertido en asno.
Hemos hablado con él sobre esta obra, cómo fue adaptarla al teatro y de la relación que mantiene con la actualidad este clásico de la literatura romana.
– Has adaptado e interpretado esta obra, ¿Ha sido grata esta tarea?
– Ha sido duro. Es un clásico de la literatura romana, escrito el original en latín, adaptado para el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. Es la historia de un hombre que se convierte en burro. Es muy divertida.
– ¿Con qué has podido disfrutar más, a la hora de adaptarla o cuando la interpretas?
– Disfruto en todo momento, en cualquier situación. Cuando estás trabajando concentrado en algo que te gusta da igual que estés adaptándolo o estés actuando; estás enfrascado en una actividad que te atrapa y disfruto tanto en una actividad o en otra. No sabría decir.
– ¿Y ha sido complicado adaptar un obra de la literatura romana al teatro?
– Ha sido complicado. Tiene su relativa complicación pero también tiene sus momentos gratificantes porque lees mucho y te enteras de muchas cosas. Para mí, es muy interesante.
– El protagonista de la obra observa su mundo convertido en asno, pudiendo analizar el entorno desde otra perspectiva diferente a cuando era humano, ¿Has experimentado algo parecido alguna vez?
– Sí, en alguna situación en la que estás completamente desapegado -algo que no ocurre con mucha frecuencia-, relajado, distante del mundo que te rodea, puedes observarlo con una mayor ecuanimidad y una imparcialidad que revela cosas extrañas y sugerentes. En algún momento yo he sentido esto pero no siempre. Uno anda metido en un torbellino de actividad, de dinamismo y de estrés en el cual este tipo de situaciones no abundan. Alguna vez sí, cuando uno para y la imaginación para, parece ser que miras el mundo con una distancia, como si fuera observado por la rendija de una puerta.
– ¿Piensas que hay paralelismos entre la sociedad que muestra Lucio Apuleyo en ‘El Asno de Oro’ y la actualidad?
– Sí, hay muchos paralelismos porque la situación humana de las sociedades respecto al poder y al dinero, esencialmente, no ha cambiado desde el Imperio romano hasta ahora. Ha cambiado la tecnología, ya que ahora estamos en una sociedad compleja y tecnológica, con muchos aparatos. Han cambiado muchas cosas respecto al poder y a la vida de los ciudadanos, ya que antes había esclavos; ahora también pero antes estaba más asumido y era legal. Ahora hay situaciones de esclavitud encubierta pero hay gente que protege y lucha contra todo tipo de injusticias. Han cambiado cosas pero, básicamente, la pulsión del ‘quítate tú para ponerme yo’ es la misma.
– ¿Qué influencia consciente has podido tener de lo juglares en tu forma de entender el teatro?
– Ninguna porque no he trabajado con juglares. He conocido a un gran juglar, que es Daría Fo, un gran artista y escritor del siglo XX. Lo he visto actuar en directo, he tenido contacto con él y he estudiado sus obras. He tomado mucho de su estilo y he aprendido muchísimo de él; es del único juglar que he aprendido, Darío Fo.
– Y, por último, ¿qué buena noticia te gustaría compartir?
– Que el año que viene sea mejor en todos los sentidos. Para los refugiados políticos, que están pasándolo mal, y para los que están pasándolo mal y no son refugiados, que tienen situaciones económicas difíciles. También para los que se encuentran mal por una enfermedad o por cualquier otra circunstancia, porque no se pasa mal solo por el dinero. Para todo el mundo, salud, prosperidad y un mundo mejor.