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Orígenes de la Diputación del Reino de Aragón

  Nacimiento. Las Generalidades:

Vista de Zaragoza en 1647
Vista de Zaragoza en 1647

Diego Medina Ruiz./  La Diputación del Reino de Aragón tiene su origen en las Cortes de Monzón de 1362 y el motivo fue tan sencillo como por la necesidad de administrar y controlar la recaudación de un nuevo impuesto. Dichas Cortes fueron convocadas por Pedro IV con el objetivo de solucionar la precaria situación económica en la que se encontraba la Corona. Por un lado, estaban los gastos de la guerra con Pedro I de Castilla (La Guerra de los dos Pedros) que desde 1356 le llevaba costados a los estados de la Corona mas de seiscientas mil libras. A esto, estaban unidos los graves problemas por los que atravesaba el comercio mediterráneo y la epidemia de peste negra que se había sufrido. Por lo tanto, es evidente que en la Corona de Aragón no se estaba para más gastos.

El acuerdo fue crear el impuesto del general o generalidades. Su nombre viene porque era aplicable a todos los habitantes de la Corona y además gravaba las importaciones y las exportaciones (a grandes rasgos). De este modo fue necesario un organismo que se encargase de gestionar y controlar el cobro de dicho impuesto. Fue aprobado en las Cortes de Zaragoza en 1364 y en 1372, después de la paz con Castilla y tras años de protestas de los diferentes brazos, la Diputación se consolidó como una institución unitaria en el que todos los brazos de las cortes podrían defender sus intereses frente al Rey.

Composición. El insaculado

Contaba con ocho integrantes mas un notario que registraba todos sus disposiciones. Dos eran del estamento eclesiástico (un prelado y un capitular), dos de los nobles y ricos hombres, dos de los caballeros e infanzones y dos para las Universidades (uno era el representante de Zaragoza y el otro se lo repartían las demás villas). En 1436 se estableció un sistema de elección por insaculado. Consistía en un sistema de bolas de cera con el nombre del candidato (previamente registrado en un libro) depositadas en unas bolsas que estaban guardadas celosamente en las Casas del Reino en una caja con cuatro llaves (una por cada brazo). Contenía diez bolsas y la composición que estableció Fernando el Católico fue la siguiente:

Brazo eclesiástico: En la primera bolsa, la de los prelados se contenían las bolas (redolinos) de las altas dignidades eclesiásticas y en la segunda bolsa las de los cabildos. En estas dos no se ponía el nombre del obispo, arzobispo, etc sino el cargo cabildos. En estas dos no se ponía el nombre del obispo, arzobispo, etc sino el cargo en cuestión.

Brazo Nobiliar: La tercera y cuarta bolsa correspondían a la alta nobleza. La primera tenia once redolinos correspondientes a la flor y nata y la segunda, quince de los “segundones” y de familias menos importantes que las primeras.

Brazo de Caballeros e Infanzones: En la quinta y sexta bolsa estaban los redolinos de los representantes de la baja nobleza. Cuarenta y un caballeros en una y ochenta infanzones en la otra.

Brazo de las Universidades: Una bolsa era exclusiva de Zaragoza y las otras tres de las ciudades, comunidades y villas. Los nombres ahí incluidos correspondían a representantes de la oligarquía urbana. Por Zaragoza eran cuarenta y siete. Por las ciudades sesenta y siete (Huesca 10, Tarazona 10, Calatayud 10, Teruel 9, Albarracin 8, Jaca 6, Daroca 6, Barbastro 4 y Borja 4). Por las comunidades eran treinta y siete (13 por las aldeas de la zona de Calatayud, 12 por las de Daroca y otras 12 por las de Teruel). Y finalmente, en la bolsa de las villas había cuarenta y cuatro insaculados (Monzón 9, Tamarite 7, Fraga 5, Alagón 5, Alcañiz 4, Montalban 4, Sariñéna 3, Ainsa 2, Magallón 2, Almudévar 2 y Canfranc 1).

La décima bolsa correspondía a los Notarios.

Así, cada primero de Mayo los diputados cesaban y el día tres se procedía a la elección de los nuevos diputados en una solemne ceremonia. Tras oír misa en la capilla de San Jorge del edificio de las Casas del Reino se procedía a la extracción de la caja de los archivos, donde se guardaba. Se abría con las cuatro llaves de manera simultánea ante los asistentes, tras un examen previo para comprobar que no había sido forzada ni abierta antes. Un niño de diez años, como mano y testigo inocente, procedía a sacar las bolsas ante un notario. Primero la de los prelados, luego la de los cabildos, la de los ricos hombres, etc. hasta terminar por la de los notarios.

Tras sacar cada bolsa, el notario comprobaba el sello, la abría y recontaba los redolinos que iba sacando el niño. Luego, los depositaban en una palangana con agua tapada con una tela. Se removían y el niño, sin mirar metía la mano y sacaba uno al azar. El notario lo cogía, lo secaba, lo abría y levantaba acta con el nombre del nuevo diputado. Justo después, el nombre del diputado cesante se metía en otro redolino y era introducido con los otros en la bolsa para que pudiese optar en el sorteo del siguiente año. Y así sucesivamente, se procedía hasta completar las actas de los 8 diputados y el notario.

Evolución. Intervencionismo de Fernando II y declive con los Austrias

Con el tiempo se fueron añadiendo más competencias a las meramente económicas de su origen. En el S.XV, la Diputación, como órgano permanente de representatividad de los brazos o estamentos debe velar por la paz interna del Reino y actuar en su defensa frente al extranjero, vigilar a su vez el cumplimiento de los Fueros y Libertades y actúa de facto como delegación de las propias Cortes.

A la subida al trono de Fernando II (1479), la Diputación controlaba también la elección del Justicia y lugartenientes. No obstante, en esa época, el monarca había ido recuperando el poder frente a los señores feudales y comenzaba la era del poder absoluto y Fernando el Católico, como prototipo del príncipe de Maquiavelo, controló con gran habilidad las instituciones de los territorios de la Corona de Aragón que fueron perdiendo autonomía frente al Rey y hasta su desaparición, provocada por el primer Borbón, las relaciones entre ellas y los sucesivos reyes Austrias absolutistas nunca fueron buenas.

Diego Medina Ruiz

 

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