Beatriz Sastron./ En el caso concreto de los niños, al adoptar un animal y hacerle partícipe de la obligación de alimentarlos, limpiarlos y cuidar de ellos, estamos creando en su interior una sensación de utilidad, motivación y responsabilidad. Su nuevo compañero le va a ayudar a adaptarse a las normas de la familia, de la convivencia, tiene en él un ejemplo de fidelidad y lealtad.
En el caso de los adultos, incluso va más allá, aumenta el ejercicio físico, muchas investigaciones médicas demuestran que los dueños de mascotas comparados con los que no tenían se encontraban físicamente más activos, visitaban menos al médico, ya que las mascotas regulan el ritmo cardíaco y la tensión arterial por el mero hecho de acariciarlas, revelando que los dueños de mascotas tienen una presión sistólica y los triglicéridos en el plasma sanguíneo significativamente más bajos que los que no comparten su vida con un animal.
Por ese motivo no es de extrañar que desde hace tiempo, y en muchos lugares, se aplique la terapia asistida con animales para niños con minusvalías físicas o con trastornos mentales, como el autismo, el síndrome de Asperger, la hiperactividad, las discapacidades psíquicas, etc. Su efecto terapéutico es más patente en los niños y ancianos, pero también beneficia a personas adultas con dichas patologías, a enfermos del corazón, con parálisis cerebral, con enfermedades degenerativas, terminales, mentales, con trastornos de comportamiento, depresiones…
Pero no olvidemos una parte muy importante de nuestra vida que gracias a nuestros peludos se fomenta y mejora: las relaciones humanas. Un paseo con tu mascota hace que coincidas casi siempre con las mismas personas y su mascotas, conociendo gente nueva, compartiendo paseos, conversaciones, juegos, ratos de relax y diversión, no sólo tu perro disfruta de sus paseos, tú también, llegando incluso a ampliar las amistades y conocer gente que aporta nuevas experiencias a tu vida, personas a las que conocerás como el “dueño de …” y con las que compartirás tiempo muy valioso y enriquecedor.
En mi caso, gracias a nuestro perro somos más generosos, responsables, sociables, y nuestros ratos de ocio con él no los cambiamos por nada, aunque a veces la pereza coquetee con nosotros. Desconozco si nuestra tensión arterial ha mejorado o si nuestro ritmo cardíaco es óptimo, sólo sé que si estamos tristes se sienta a nuestro lado y nos da un lametón, si estamos felices mueve el rabo y nos trae la pelota. No hay nada mejor que llegar a casa, abrir la puerta y ver asomar su cara dándote la bienvenida.
Sólo espero que algún día podáis comprobar como un compañero de cuatro patas puede hacer vuestra vida más saludable llenándola de Felicidad y Amor.
Los perros no son toda tu vida, pero hacen tu vida completa . Roger Andrew Caras (1928-2001)