La guerra de Ribagorza
Diego Medina Ruiz./ Esté fue quizás de los acontecimientos previos más sangriento. El condado de Ribagorza era un territorio que el rey deseaba por su situación fronteriza así que aprovechó la rebelión de los vasallos contra el conde para anexionarlo.
En 1554, el príncipe Felipe le quitó el condado a D. Martin de Aragón, Duque de Villahermosa, alegando que el feudo ya había terminado. El Duque se quejó al Justicia y éste falló a su favor por lo que se le restituyó.
En el condado se vivía un periodo de gran inestabilidad por lo que enseguida los ánimos de caldearon y los partidarios de ambas facciones llegaron a las armas.
El Duque abdicó en favor de su hijo D. Juan pero en 1573 fue ajusticiado acusado de matar a su mujer Dña. Luisa de Pacheco por adulterio y el condado volvió a él y se ganó un importante enemigo, el Conde de Chinchón, cuñado de su difunta nuera y cercano al monarca.
El ambiente seguía caldeado y en 1575 los ribagorzanos se quejaron de los ministros del Conde y éste se desplazó a Benabarre para oír sus quejas. Les prometió volver para presidir el Concejo General pero cuando se debía celebrar los vasallos ya habían empuñado las armas y por una y otra vez impidieron su celebración. El Duque volvió a apelar al Justicia pero todos los emisarios que enviaba a Benabarre eran apaleados
Martin murió en 1581 y tras cuatro años infructuosos, su sucesor D. Hernando acabó sometiendo a los rebeldes por la fuerza.
Mientras tanto, desde la Corona se buscó la manera de desacreditar al Conde pero no se encontró así que se alentó y favoreció a los rebeldes para que continuasen la lucha. Los sublevados se rodearon de bandidos y delincuentes (catalanes y occitanos). El Conde hizo lo mismo así que durante tres años malhechores de cada bando campearon por La Ribagorza saqueando y asesinando a los contrarios. Ante una entrada de un ejército aragonés en el condado, la Corona tomó cartas en el asunto comprando voluntades y ordenando que todos los extranjeros se retirasen a las fronteras. En 1591, aprovechando la relación de amistad que tenía D. Hernando con Antonio Pérez el rey le acusó de ir contra la Corona, se le obligó a renunciar al Condado de Ribagorza a favor de la monarquía y se le encarceló.
El Virrey extranjero
Según la ley aragonesa, los cargos oficiales debían ser ocupados por personas naturales de Aragón. Ya Fernando II incurrió en contrafuero al nombrar virrey al Conde de Cardona, que era catalán. Su biznieto Felipe volvió a contradecir la ley al nombrar virrey al castellano Diego Hurtado de Mendoza, éste tampoco respetó la ley durante su mandado y fue denunciado. En 1588 sustituyó al virrey vigente entonces, el Conde de Sástago por el Marqués de Almenara, castellano. Su casa fue atacada y tuvo que escapar a Madrid e informar al rey.
Felipe II quería poder nombrar a un virrey no aragonés para tener mayor control sobre el Reino pero sobretodo para asegurarse que su lugarteniente fuese imparcial y objetivo por ser foráneo y no incurrir en favoritismos y enemistades entre familias. Por lo tanto, decidió poner una demanda en la Corte del Justicia para que se dilucidarse si se consideraba al virrey funcionario real o no y si entonces podía nombrar a quien quisiera sin importar su nacionalidad. Las autoridades aragonesas pidieron discutir esto en Cortes y se inició un periodo de litigios que parecía no tener fin hasta que en las Cortes de Tarazona de 1592, sofocada la rebelión, Felipe II estableció que pudiera a partir de entonces, nombrar al virrey según su criterio.
Antonio Pérez
Así pues, en 1591 las relaciones entre el monarca y los dirigentes aragoneses estaban mas que deterioradas. En primer lugar, los aragoneses estaban acostumbrados a que el monarca respetase sus leyes mientras que los Austrias no las observaban y consideraban que no se le podía poner trabas al ejercicio de su autoridad. Por otro lado, durante todo el siglo se habían producido muchos conflictos en Aragón: movimientos antiseñoriales en Ariza y Monclús, ataques de montañeses a los moriscos que se habían añadido a los problemas en Teruel y Albarracin, Ribagorza y con el asunto del virrey. Sólo hacía falta un detonante y ahí tuvo mucho que ver Antonio Pérez.
Nacido en 1540 en Castilla, Antonio Pérez era hijo Gonzalo Pérez, secretario de Carlos V. Descendía de una familia de judíos conversos de Monreal de Ariza y en cierto momento, reclamó la condición jurídica aragonesa y la ciudadanía zaragozana. Su hijo Antonio recibió una excelente educación y al morir Gonzalo pasó a ocuparse también de la secretaría real. Aparte de por la condición de manejar secretos de estado, dentro de la corte se posicionó del lado de la princesa de Éboli y ello le procuró poderosos enemigos, los cuales, aprovecharon el asesinato de D. Juan de Austria para acusarle y en 1579 tanto él como la princesa de Éboli fueron detenidos y Antonio Pérez encarcelado.
En 1590 se escapó y huyó a Aragón disfrazado. Nada más cruzar la frontera se acogió al derecho de manifestación y conducido a la cárcel de los manifestados en donde los alguaciles del rey no tenían potestad y donde tampoco podría ser torturado.
Diego Medina Ruiz