Francisco Javier Aguirre./ Hay quienes se fijan en la categoría o la fama de los intérpretes, aunque otros son más partidarios de valorar el repertorio que ofrecerán, o incluso su caché. Cualquier juicio a priori es arriesgado.
En la XXI Temporada de Grandes Conciertos de Otoño, que se inició el pasado 8 de octubre en el Auditorio, hay suficientes alicientes como para dudar a la hora de establecer cuál de los conciertos programados puede considerarse la estrella del ciclo. Sobre el papel, hay tres grandes formaciones que atraen la atención: La London Philharmonic Orchestra, que inició la temporada el mencionado día 8, el conjunto Gabrieli Consort and Players, que intervendrá el 21 de diciembre interpretando El Mesías, y la Orquesta Sinfónica de Radio Colonia, que cerrará el ciclo en febrero del próximo año.
Cualquier pronóstico es arriesgado, ya se ha dicho, porque además de los grupos mencionados, van a intervenir la Orquesta Sinfónica Juvenil de Caracas (26 de octubre), la Orchestre National du Capitole de Toulouse (8 de noviembre), la Orquesta Sinfónica del Conservatorio Superior de Música de Aragón (16 de noviembre), la Orquesta de Viento del Conservatorio Superior de Música de Aragón ‘Sinfonietta’ (30 de noviembre), Al Ayre Español (2 de diciembre), la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Cataluña (14 de diciembre), la Orquestra Filharmònica de la Universitat de València (20 de diciembre), la Joven Orquesta Nacional de España (16 de enero) y la Filarmónica Eslovaca (27 de enero), penúltima agrupación del ciclo. Cualquiera de ellas puede dar la sorpresa, de modo que hasta que concluya la Temporada no se podrá hacer un dictamen con cierta objetividad.
De momento puede afirmarse que el primer concierto fue excelente, tanto por el programa como por su interpretación. El director Vladimir Jurowski condujo las obras de Knussen, Sibelius y Tchaikovski con un conocimiento extraordinario y un llamativo dominio de la batuta. El violinista griego Leónidas Kavakos sorprendió por la calidad de su afinación y la gama de matices que extrajo de su instrumento interpretando el famoso Concierto para violín en re menor del finlandés.
El público más avezado agradeció la presencia en el programa de los Scriabin Settings, del compositor inglés Oliver Knussen, una obra de 1978, de gran refinamiento lírico y claras aportaciones armónicas. Es una fortuna que las grandes orquestas vayan dando paso a la modernidad en sus repertorios.
De momento, éste ha sido el ‘concierto estrella’ del ciclo.
Francisco Javier Aguirre