Diego Medina./ La autoridad inquisitorial había quedado cuestionada tras el motín y a finales de Junio una bula papal que imponía grandes castigos a quienes atentasen contra los inquisidores. El clima de tensión seguía patente y la gran mayor parte de la población estaba unida en defensa de sus fueros, pero a pesar de ello el traslado de Antonio Pérez de fijó para el 24 de Septiembre.
Ese día, el gobernador tomó medidas preventivas para evitar altercados: Dispuso dos millares de guardias armados para custodiar el trayecto desde la cárcel de los manifestados hasta la salida de la ciudad en el Portillo y taponó las bocacalles. Sin embargo, no sirvieron de nada porque un nuevo motín impidió de nuevo el traslado del reo. Una algarada de gente se enfrentó a los guardias en la plaza del Mercado (aproximadamente donde actualmente se sitúa el Mercado Central). Mataron a las caballerías que tiraban del carro con los prisioneros, y armados lograron vencer y hacer huir a las autoridades. Gracias a eso, Antonio Pérez escapó y días después, logró entrar en Francia.
El monarca, como con Teruel y Albarracín, ya tenía preparado un numeroso ejército dispuesto a invadir Aragón y la sublevación de Septiembre fue la excusa que necesitaba.
Los diputados y el Justicia buscaron apoyos en las villas y pueblos de todo Aragón para defender al Reino del contrafuero que suponía la invasión de un ejército extranjero. No hay que olvidar que Castilla era un reino y Aragón otro, totalmente independientes por lo tanto, un castellano en Aragón no estaba en su país y viceversa.
La respuesta a la petición de ayuda fue muy pobre, una posible ayuda armada venida de Francia no vino y la ofensiva tramada en Épila por el Conde de Aranda, el Duque de Villahermosa y Juan de Lanuza tampoco se llevó acabo. Como resultado, el ejército castellano entró y marchó por Aragón sin apenas encontrar resistencia, entrando en Zaragoza el 12 de Noviembre.
La represión de Felipe II fue durísima. Los instigadores fueron prendidos y encarcelados. Juan de Lanuza V, que había sucedido a su padre el 22 de Septiembre fue condenado a muerte. Por otro lado, el Duque de Villahermosa y el Conde de Aranda fueron conducidos a prisión en Castilla, en donde murieron.
El 20 de Diciembre de 1591, Juan de Lanuza “el mozo” era decapitado en la plaza del Mercado. Esto también fue un contrafuero porque según la ley el Justicia no podía ser apresado. Sus restos reposan hoy en la iglesia de Santa Isabel de Portugal
Al año siguiente, la represión siguió y mas cabecillas subieron al cadalso el 19 de octubre. Fueron Juan de Luna, Diego Fernández de Heredia, Pedro de Fuentes, Dionisio Pérez y Francisco de Ayerbe. Al día siguiente se celebró un auto de fe y mas sublevados fueron pasto de las llamas, torturados o condenados a galeras. Mientras, a Antonio Pérez, se le quemó simbólicamente.
Y aquí acaban las Alteraciones aragonesas de 1591, unos sucesos que hasta hoy han perdurado en la memoria colectiva de los aragoneses. En 1904 se inauguró el monumento presente en la Plaza de Aragón. Hoy día, nombres de calles y plazas (Manifestación y Justicia), una placa de mármol y otra reciente en bronce junto al Mercado Central lo siguen recordando en la zona en donde se produjeron los altercados, donde estaba la cárcel de los manifestados y el lugar en el que se instalaba el cadalso. Recomiendo pasear un día por allí y admirar también la belleza barroca de la iglesia.