Marcos Díaz. / La figura de Marcial Buj Luna, Chas, ocupa múltiples facetas y una vida apasionante. Humorista gráfico y periodista, desarrolló su actividad en Zaragoza y retrató de manera aguda y certera la ciudad a lo largo de su obra gráfica y escrita. El pintor y escritor Eduardo Laborda ha publicado recientemente ‘Chas. De Salduba a Las Vegas’, un libro donde recupera la figura de Marcial Buj y revela a los ojos de lector esa Zaragoza moderna entre dos locales, El Salduba y el café Las Vegas, que medían el pulso de la vida social zaragozana. Esta obra, además, continúa el trabajo empezado hace 5 años con la publicación de ‘Bayo Marín. Entre luces y sombras’, un libro que centra la mirada en la vida del ilustrador turolense y gran amigo de Chas.
Hemos hablado con Laborda sobre este libro, sobre Chas y sobre esa Zaragoza de los años 30, 40, y 50 que sorprende por su modernidad y por personajes tan extraordinarios como lo fueron Chas o Bayo Marín.
– ¿Cómo nace el interés por Chas?
– Como a mí siempre me ha gustado el mundo de los humoristas gráficos, hace años me metí a investigar sobre Bayo Marín, que era un personaje fascinante e importantísimo a nivel nacional. Para investigar al personaje tuve que investigar también a los amigos. El más importante era Chas, que era amigo y rival. Me dí cuenta de que, para entender al personaje y la época, era muy importante rescatar a Chas. Así como Bayo Marín triunfó a nivel nacional e internacional, Chas siempre estuvo en Zaragoza, tenía una especie de vinculación especial con Zaragoza. Hay otro tercer personaje muy importante, Manolo del Arco, periodista de La Vanguardia que triunfa en Barcelona. Me faltaba rescatar a Chas para entender a ese trío de periodistas gráficos. Quise hacer una continuación del libro de Bayo Marín a partir del año 53, cuando muere. Contacté con las familias de varios de los personajes, siendo una de ellas la de Chas. Sin embargo, me di cuenta de que tenía que remontarme a los orígenes. Las dos obras, ‘Bayo Marín. Entre luces y sombras’ y ‘Chas. de Salduba a Las Vegas’, son como un díptico, dos obras inseparables, en las que me aproximo a la biografía de dos amigos rivales, los dos seductores, los dos dibujantes; el uno más internacional y el otro más local.
– Precisamente, habla en el libro de la Cofradía de las Barbas, ¿en qué consistía exactamente esta cofradía?
– La Cofradía de las Barbas era una cuadrilla de amigos, dibujantes y periodistas, que eran unos gamberros ingeniosos. Bon era el presidente y una referencia a nivel nacional para todos los dibujantes. En la exposición de Barcelona del 29 vivía en un carromato, que luego cambió por una Roulotte. Recorrió todo el mundo, Londres, Barcelona. Nueva York… En la exposición de Barcelona se puso a la entrada y realizó más de 60.000 caricaturas. Vivía de eso, iba con el carromato por todas las ciudades y, cuando viene a Zaragoza, crean la cofradía de las barbas en homenaje a él.
– Uno de los rasgos que más llama la atención es la fascinación de Chas por las esculturas, ¿Qué vínculo unía a Marcial Buj con estas obras?
– Es algo que surge de mi imaginación metiéndome en el personaje. Por alguna razón, él tenía mucho vínculo con los escultores. Además, hizo una serie en el Heraldo que se llamaba ‘Al habla con las esculturas’. Esa fascinación por las esculturas me hizo llamarlo el seductor de estatuas. Es una invención mía basada en esa serie que hizo para el Heraldo, donde hacía una crítica de la ciudad y del momento.
– También sorprende la diversa actividad que realizaban los personajes que aparecen en el libro, ya que llevaban a cabo múltiples oficios…
– El periodismo estaba mal pagado, la publicidad también… todo estaba mal pagado. No les quedaba más remedio que recurrir a todo lo que fuera una actividad relacionada con el arte. El periodismo era un oficio del que no se podía vivir, había que tener otra cosa. Los dibujantes gráficos hacían el papel de los fotógrafos. Con los medios técnicos que había entonces, era mucho más barato llevarse a un dibujante, ya que el fotógrafo tenía que revelar y era mucho más caro. Muchos periodistas, además, cogían a los personajes sobre la marcha y el dibujo era mucho más rápido que la fotografía y daba más calidad a la hora de imprimirlo. Tenía mucha importancia el caricaturista.
– El Salduba y el café Las Vegas son dos constantes en el libro, ¿Qué importancia tuvieron estos dos lugares para Zaragoza?
– Zaragoza era una de las ciudades más modernas de España, con una gran influencia de los americanos. El Salduba se inaugura en el año 31 y Las Vegas en el 55. El Salduba en el 53 cierra y justamente a unos pocos metros se están empezando a hacer las obras de Las Vegas. En ese tramo suceden muchas cosas, en esos dos espacios se desarrolla mucha vida social de donde salen muchas noticias. Para un periodista era su territorio.
– ¿Qué pensaría Chas, a nivel periodístico, de la Zaragoza de hoy en día?
– Sacaría muchos temás. Era muy crítico y muy punzante. Las entrevistas que hacía eran geniales.
– Como pintor, ¿cómo juzgas la obra gráfica de Chas?
– La época de la república muy bien. Está influenciada por un gran dibujante, Bagaría, que era la referencia a nivel nacional y dibujaba en El Sol. La otra referencia era Bon. Lo que sí se ve es que en el franquismo recurre a temas menos controvertidos porque estaba la censura detrás. Va dejando un poco la viñeta y se dedica al periodismo escrito. La caricatura política estaba prohibida.
– ¿Habría que reivindicar más a los humoristas gráficos?
Sin duda. Estos personajes del humor gráfico, de la ilustración vinculada a la prensa, han hecho algo fundamental, que es educar estéticamente a todas las generaciones.
– Esa Zaragoza del Salduba y de Las Vegas que se ve en el libro, tan moderna ¿crees que no se recupera lo suficiente, que se suele dar una imagen de la ciudad más provinciana?
– Es una de las cosas que me indigna de esta ciudad. Parece que hemos estado desconectados del mundo y eso no ha sido así. ¡Si había un distribuidor, en El Tubo, que traía las revistas del mundo que tú quisieras!. En los años 30 había ya una banda de jazz que tocaba en locales como el Alaska… Esa historia de la Zaragoza provinciana es mentira.
– ¿Tienes pensado realizar alguna exposición vinculada con el libro?
– Sí. Con el tiempo, quiero hacer una exposición, yo creo que dentro de dos años.
– Y, para finalizar, ¿qué buena noticia te gustaría compartir con los lectores?
– Que se hiciera un museo de arte contemporáneo aragonés reivindicando a todo este tipo de personajes. Se lo merecen.